Modric, man of the match | OneFootball

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La Galerna

·17 de enero de 2022

Modric, man of the match

Imagen del artículo:Modric, man of the match

Cuando venía de recoger el MVP del partido, que no sé si le dio Rubiales o un señor con turbante (algo ha de ir muy mal o estupendamente bien cuando la diferencia es irrelevante), Luka Modric se aprestó a recibir lo que preveía serían los parabienes de su entrenador, Carlo Ancelotti. Lejos de felicitarle (o muy cerca, depende del concepto emocional que tengamos del cachondeo), el técnico transalpino —me encanta decir “el técnico transalpino”, no díganos nada de escribirlo— le recriminó haber fallado un pase.

La sensación es que, al principio, Luka no captó la coña. Se quedó clavado sobre el césped, como tirando un amago con ese juego de manos al aire y pies quietos que tanto gustaba a Escohotado. Pero el amago, por primera vez, se lo estaban tirando a él. Menos mal que Pintus se la pasó con el exterior, que es la parte del pie que maneja el choteo, para sacarlo de dudas. Pintus riéndose de ti (está bien: contigo) cuando vienes de recoger el MVP de la Final de la Supercopa tiene que ser como protagonizar por vía pasiva un capítulo de La bola de cristal, y eso que en ese momento ignoras que además del MVP de la organización te esperan el Man of the Match de La Galerna y un tuit laudatorio de nada menos que Mundo Deportivo. Lo primero está bien, lo segundo es trascendental y lo tercero es imposible.


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Hay un instante infinitesimal en que Modric cree de verdad que Ancelotti le está regañando en serio por haber fallado un pase. Esto es a la vez maravilloso y aterrador. Es maravilloso porque revela la ética de trabajo del genio, empeñado en que la inspiración le sorprenda trabajando y siempre abierto a la opción de no estar haciéndolo bien, eso tan anticuado que los mayores llamaban afán de superación, perfeccionismo. Y es a la vez aterrador porque la opción de que un tipo como Carletto regañe injusta e inoportunamente al ídolo por excelencia de la afición madridista (sí, he dicho bien: el ídolo por excelencia) está hecha del mismo material que las pesadillas más surrealistas. Hay una cosa onírica francamente oprobiosa en la posibilidad de que algo así suceda, y el que el cerebro de Modric lo registre como posible, aunque sea durante una milésima de segundo, es algo que hiela la sangre en las venas.

Pero ¿cómo coño va a fallar Modric un pase? Y, aun en el supuesto de que lo fallara, ¿quién no aspiraría a ser el pase fallido de Modric?

Pero ¿cómo coño va a fallar Modric un pase? Y, aun en el supuesto de que lo fallara, ¿quién no aspiraría a ser el pase fallido de Modric? Puestos a elegir, yo quiero ser un pase fallado por Modric con el exterior, claro. Ya que he de ser pifia (y no me importa serlo si es una pifia lukesca), quiero ser una cagada lo más icónica posible, una que pueda consolar a Benítez de su despido del Everton, bien enmarcada para su mesilla de noche. No tengo vocación de gol, de golazo de Luka Modric a Unai Simón para encauzar el primer título del año, eso me queda demasiado grande. No tengo vocación de sus danzas mod, de su mando en plaza, de su finta ininteligible. Eso sería exigirme demasiado. Me conformo con ser la pifia extraviada de Modric en otro partido para enmarcar (uno que vale un título además), esa sobre la cual Carletto le reprende. La pifia apócrifa de Modric en Riad, ahí tenéis el titulazo, por no decir la coña marinera de Ancelotti. Es más, es que no quiero ni siquiera ser la pifia. Me conformo con ser una chanza en la voz de Carletto, ese coñón transalpino, en la noche en que Luka Modric volvió a encandilarnos.

Fotografías Imago.

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