Revista La Liga
·5 de marzo de 2024
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Millonarios Fútbol Club ha perdido cuatro partidos seguidos. Luego de esas derrotas, Alberto Gamero se ha defendido en las ruedas de prensa hablando de las «llegadas» de su equipo en contraste con las de los rivales.
Palabras más, palabras menos, el director técnico de los ‘embajadores’ dice que el problema es la falta de definición porque sus dirigidos tienen más oportunidades de gol que los adversarios pero no las aprovechan.
Viendo las estadísticas, Gamero tiene razón. En esas caídas ante Águilas Doradas, Patriotas Boyacá, Once Caldas y La Equidad, Millonarios generó más ocasiones de gol. Pero solo pudo marcar uno, que fue en el partido más reciente.
Ahí surge un debate sobre las maneras de ver el fútbol. El registro estadístico es valioso, pero insuficiente. Alguien que revise el famoso «marcador moral» de los partidos, mirando las «llegadas» a gol de las que habla Gamero, verá que Millonarios supera a sus rivales en este sentido.
Pero hay otra perspectiva para ver el fútbol, y es analizar el juego como tal. Eso consiste en establecer cuál es la idea del equipo y qué tan bien la desarrolla. ¿Cómo son sus asociaciones, sus transiciones, su juego en largo, su desequilibrio individual, etcétera?
A Millonarios le falta «chispa», una palabra que el mismo Gamero suele utilizar, pero que no ha dicho últimamente, y por algo será. No ha habido chispa para desarrollar con fluidez la idea de juego que ha caracterizado a este equipo. Los ‘embajadores’ se ven atropellados, imprecisos y, en últimas, impotentes.
A eso hay que sumarle dos problemas adicionales, algunos errores defensivos que los rivales sí capitalizan y las múltiples lesiones.