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La Galerna

·20 de mayo de 2024

Míchel, el talento inagotable de La Quinta

Imagen del artículo:Míchel, el talento inagotable de La Quinta

Ayer se cumplió el aniversario de la despedida de Míchel del Bernabéu, acaecida en 1996 en un partido contra el Mérida. Su emocionada y emocionante salida del césped, besándolo y con Pirri puesto en pie, permanece en la memoria madridista como un acto de justicia ante uno de los jugadores con más talento e imaginación de la historia del club.

Por ello, queremos recordar la figura de Míchel con un extracto del libro Historias de las míticas remontadas del Real Madrid (Almuzara) que, como no podía ser de otra manera, glosa su importante legado.


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"Míchel era de esos niños cuyo talento se le caía de la mochila. Con 12 años, Atlético de Madrid y Rayo Vallecano sumaron sus ofertas a las de la Casa Blanca para incorporarlo a infantiles. Pero rechazar al «rey» hubiera sido un sacrilegio.

Los dos primeros años como jugador del primer equipo los vivió junto a sus padres en un barrio obrero del sur de Madrid. Eso le hizo mantener los cimientos de la humildad: mientras Míchel cobraba, al cambio, 6.000 euros al mes con sólo 22 años, su madre era ama de casa y su padre, tipógrafo, ingresaba 600 euros mensuales. Compartir su vida con la mujer con la que empezó a salir desde los 16 años también le ayudó a conservar la perspectiva en unos momentos de explosión mediática en los que nadie posee la suficiente madurez como para aplacar todos los excesos.

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Míchel comenzó a despuntar desde el principio, pero fue a partir de 1987 cuando sería todo un referente también en Europa. Ese año quedó cuarto en la lista del Balón de Oro, detrás de Gullit, Futre y Butragueño. Además, fue el máximo anotador de la Copa de Europa, empatado con Hagi.

La emocionada y emocionante salida del césped del Míchel, besándolo y con Pirri puesto en pie, permanece en la memoria madridista como hecho justo ante uno de los jugadores con más talento e imaginación de la historia del Madrid

Como los grandes genios, no siempre contó con el apoyo cerrado de la parroquia blanca, que, exigente hasta el extremo, puede convertirse en un monstruo capaz de herir la autoestima de cualquiera. Míchel soportó de manera constante el murmullo de cierto sector de la grada, hasta que todo estalló en el famoso incidente del 11 de junio de 1989. Ese día, con la Liga ganada y 2-0 en el marcador, harto de los silbidos, Míchel decidió abandonar el campo por su cuenta dejando estupefactos hasta al último acomodador del Bernabéu. Él lo explicó así: «La gente no entiende que no soy un mercenario. Soy un profesional, pero cuando salgo al campo siento como un madridista y me duele que me persigan así (…). El público dice que hay que querer la camiseta y resulta que los que más la queremos, los que hemos salido de la cantera, nos sentimos peor tratados que otros».

Superada esa insólita decisión, a la que acompañó un deseo expreso de salir del Madrid que no se materializó, Míchel siguió afianzándose como el mejor amigo sobre el campo de delanteros tan variados en su juego como Butragueño, puro arte e improvisación, Hugo Sánchez, artillería pesada, o más tarde Iván Zamorano, opositor a Santillana.

Con la Selección, Míchel disputó 65 partidos, marcó 21 goles y estuvo presente en los Mundiales de México 86 e Italia 90, así como en la Eurocopa de Alemania Federal de 1988".

Getty Images.

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