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·27 de abril de 2024

Mi ídolo se llama Juan Carlos Unzué

Imagen del artículo:Mi ídolo se llama Juan Carlos Unzué

«Me preocupa poco cuánto tiempo voy a estar aquí, pero sí que hasta el último día de mi vida merezca la pena»

En la vida como en el fútbol, todos tenemos referentes. Ídolos que nos ayudan a marcar el camino. En los que nos vemos reflejados como seres humanos. Creo que los profesionales del mundo del fútbol tienen mucha responsabilidad. Son el espejo en el que millones de personas se miran cada día. Muchas veces ayudan a superar problemas extrafutbolísticos. Sin embargo, mi ídolo no es futbolista. No es entrenador. Mi ídolo se llama Juan Carlos Unzué.

Juan Carlos Unzué tiene 57 años. Creció en Pamplona y fue futbolista profesional en equipos como el Sevilla de Maradona. Un portero de buen nivel, que le faltó destacar a nivel internacional. La mayoría le conoce por ser el segundo de Luis Enrique en su paso como entrenador del FC Barcelona. Sin embargo, su vida cambió radicalmente el 18 de junio de 2020.


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Fue diagnosticado de esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Se conoce como una enfermedad degenerativa de tipo neuromuscular. Células del sistema nervioso van muriendo, lo que origina una progresiva parálisis en el cuerpo. Es una enfermedad que, actualmente, no tiene cura. La esperanza de vida se reduce a los 5 años de media desde el día de detección.

Muchos no sabríamos qué hacer en un momento así. No quiero imaginarlo y toco madera por ello. Sin embargo, Unzué desde entonces no ha parado de sonreír. Lleva 4 años marcando un camino sin precedentes como activista. Se ha convertido en un auténtico símbolo social. Para mí, un humano absolutamente excepcional.

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Juan Carlos Unzué en una charla en el Camp Nou. Fuente: Onefootball

Ante el terror natural a la muerte, Unzué continúa compartiendo que la vida merece la pena aunque parezca que todo se derrumba. Enseña cada día de su vida que ayudar a los demás es más sencillo de lo que parece. Siento vergüenza de aquellas personas que no están en una silla de ruedas y son igualmente incapaces de parar a charlar con alguien o ayudar al de al lado. A compartir algo de tiempo con los demás. Unzué, que lo tiene limitado y siendo consciente de que tiene una fecha determinada, lo hace como nadie.

Ya no es la cabeza del deportista ni la inteligencia del entrenador. Es la mentalidad de un guerrero. Alguien que ha construido una fundación para todos los enfermos de ELA. Alguien que comparte un mensaje sano, y que ha conseguido dar visibilidad a un grupo de ciudadanos que no cuentan con una vida sencilla. Alguien que ha conseguido que todo el Congreso de los Diputados vote a favor de una ley digna y necesaria (Ley ELA).

Seguirá haciendo cosas grandes mientras que el tiempo lo permita. Porque a pesar de tener un final sentenciado, Unzué sabe vivir a su manera. Ha aprendido, como él dice habitualmente, a ser mejor persona. Una enseñanza de vida que trasciende cualquier frontera ideológica, política o geográfica. Porque el fútbol y la vida está llena de gente que merece la pena. Gente como Juan Carlos Unzué.

Escrito por Pablo Almohalla

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