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Manuel Domínguez·23 de octubre de 2020
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Manuel Domínguez·23 de octubre de 2020
Una edad y un dorsal que son dos datos que reflejan lo que significó para Leo Messi aquel Clásico del Camp Nou de la temporada 2006/07.
Si hablamos de historia de los Clásicos uno está obligado a hablar de él. Leo Messi se ha convertido en las últimos 14 años en uno de esos jugadores capaces de alterar la balanza.
Por repasar algunos números, Messi es el jugador con más goles en la historia de los Clásicos. El culé que más Clásicos ha disputado y, por supuesto, también el que ha ganado. Especial es su relación con el feudo blanco, en donde se ha convertido en el futbolista que más partidos ha ganado y más goles ha anotado con una camiseta visitante. Pero como todas las historias, todo tiene un inicio y, ese primer párrafo, es historia de los Clásicos.
Corría la primavera del año 2007 y un Barcelona que comenzaba a ir a la deriva recibía a un Real Madrid que necesitaba sobrevivir al Camp Nou para mantenerse vivió en la pelea por el título de Liga. Una Liga que, a la postre, sería suya. La famosa Liga de Capello.
En aquel encuentro los blancos estuvieron a punto de dar la estacada definitiva a un Barcelona liderado por Ronaldinho pero que, aquella noche, entendió la sucesión que se venía: se llamaba Leo.
El argentino, con sólo 19 años y el mismo dorsal a la espalda, un número de mero figurante, anotaba su primer gol ante el equipo blanco. Su primero. Su segundo. También su tercero. Un hattrick histórico e inimaginable para igualar a 3 goles un partido que, aunque no sirvió de nada para el Barça que acabaría perdiendo el campeonato, marcó el inicio de un cambio de ciclo. Un vuelco en la historia. Historia de los Clásicos.