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·8 de mayo de 2019
Messi caminó solo en Anfield

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·8 de mayo de 2019
ANÁLISIS
Leo Messi caminó solo en Anfield, un estadio que bien parecía un templo por la devoción con la que los aficionados locales recibieron al Barcelona ya desde la misma llegada. Los abucheos a los azulgrana fueron tan constantes como unánimes y estimularon a un Liverpool ya de por si concentrado para intimidar a un Barcelona que solo dio muestras de ir a buscar el gol tras encajar el 1-0. El rosarino capitalizó las grandes ocasiones del cuadro azulgrana en el segundo tramo del primer tiempo pero el equilibrio se mantuvo el tiempo que Arturo Vidal aguantó al equipo. Cuando se le acabó la gasolina al chileno el Barcelona se vino abajo.
En ataque Messi probó 5 remates, algunos se perdieron rozando el poste y 2 fueron a puerta. Solo Philippe Coutinho, Luis Suárez y Jordi Alba gozaron de 1 remate a puerta pero ninguno de ellos consiguió marcar. Origi y Wijnaldum, por contra, hicieron el pleno con 2 de 2 para firmar el 4 a 0. En defensa, Jordi Alba protagonizó 21 pérdidas, más que nadie, a Sergio Busquets se le fueron 12 balones y hasta a Gerard Piqué le robaron la cartera en 13 ocasiones.
La esperanza se mantuvo mientras Vidal pudo correr por cuatro. El chileno disputó más balones que nadie, 13, para recuperar también más que nadie, lo hizo en 7 ocasiones, y ello a pesar de completar solo 75 minutos, buena muestra de la inoperancia defensiva del Barcelona en Anfield. Pero en aquellos momentos el equipo ya perdía por 3 a 0 y se veía cada vez más superado y agotado. Esta vez la táctica de aplastar al rival por calidad y superioridad física no funcionó. El Liverpool fue mejor en ambos aspectos a pesar de no poder contar con ninguna de sus dos grandes estrellas y recuperó con justicia lo que perdió en el Camp Nou.
Solo Sergi Roberto, salvando un par de ocasiones claras del Liverpool y evitando un uno contra uno de Sadio Mané ante Ter Stegen, dio el do de pecho en cierta medida. Pero los hombres de Jürgen Klopp supieron atar en corto a Messi y desconectarlo del resto de sus compañeros, a su vez incapaces de mostrar el más mínimo amor propio por la camiseta. Lo que convirtió el partido en una verbena, no obstante, fue el cuarto gol. Solo puede definirse a partir del descalabro sin precedentes que estaba sufriendo el Barcelona en aquellos momentos, con los jugadores azulgrana aplastados en lo futbolístico y discutiendo entre ellos.
Y en el mismo escenario en el que el Liverpool exhibió en todo momento su conexión con el público el Barcelona mostró al mundo la desconexión con la suya. Solo Ter Stegen y Busquets agradecieron a la afición desplazada el esfuerzo. El resto ni se acordaron de pasar por el fondo que ocupaban los sufridos seguidores barcelonistas. Hasta en eso perdió un Barcelona que se dejó solo a si mismo.