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Unión Rayo

·21 de abril de 2024

Menos mal que nos queda Portugal

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El imaginario del auténtico rayista maneja algunas expresiones sin posibilidad de réplica que resultan antológicas y que a la espera de la lectura de los textos de Castellón, Pato o Martín me parecen de obligada inclusión en los manuales de estilo del franjirrojo de pro. La más contundente es aquella que saca los tanques a la calle y te dice “Yo no abandoné al Rayo en 2ªB”.

Su versión primaveral sería aquella confesión colectiva reconociendo no sin sentimiento de culpa de “yo también pedí el cambio de Isi”.


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Isaac Palazón Camacho, versión del siglo XXI del español de las películas de la década de los sesenta del XX, es bajito, calvo y probablemente tenga mala leche, pero es nuestro bajito, calvo y con mala leche. Además tiene un cañón en la pierna izquierda.

La grada rayista reclamó su presencia en la selección de otro calvo pero este no accedió a la petición popular e Isi, tras su momento de “prime” ,tuvo sus dudas.

El Rayo Vallecano derrotó a Osasuna por dos goles a uno y dio otro pasito hacia su permanencia en primera el año, según su presidente, del centenario. Cualquier otro diría que un paso de gigante hacia la salvación, pero aún me levanto con sudores fríos al recordar que tras un 6-0 ante los rojillos tuvo que ser un gol de Raúl Tamudo en el descuento el que salvara a la franja del abismo tras una pájara descomunal.

El partido, por razones tanto lógicas como emocionales parecía la ocasión perfecta para el triunfo de los de Íñigo Pérez. Los visitantes, con la permanencia en el bolsillo, cariño hacia Íñigo y con jugadores como Mojica y sobre todo Catena en sus filas o Aridane en las de los locales, podrían ser presa fácil de un equipo alerta ante una posible necesidad. No fue así.

El Rayo sin porterías sería equipo puntero, pero con ellas sufre. Paradoja de este campeonato es que dos conjuntos que suman en sus equipos a Falcao, De Tomás, Camello, Juanmi, Roger, Gómez, Chris Ramos, Sergi Guardiola o Machís vean la portería de fútbol como un arco de hockey sobre patines, ya sean de ruedas o de hielo y sean, Rayo y Cádiz, los menos anotadores del curso.

No desempeñaba mal sus tareas el once de Íñigo, pero pasaban los minutos y el altar de Sergio Herrera se veía mas lejano y cuesta arriba que un gol de Mark Lenders en “Campeones”. No hubo inquietud en la grada hasta que Moi Gómez y Raúl García (el otro) combinaron hasta que vaya usted a saber cómo el balón, tras un enroscado rebote en el poste terminó dentro de la meta de Dimitrievski. (0-1).

Saltaron las alarmas y mas de un pensamiento negativo se alojó en la grada. Camello es un Staedler Noris amarillo y negro sin punta ni sacapuntas, Trejo dejaba gotas de clase tan exclusivas y escasas como las de Chanel nº 5 en Marilyn e Isi y De Frutos no terminaban de aportar peligro. Iñigo Pérez tuvo que actuar en el descanso y se acordó de su “tocayo”.  Raúl de Tomás tenía una expresión que parecía decir “Hola, me llamo Íñigo Montoya, prepárate a morir”.

Tampoco funcionó. Había entrado antes Ciss por Valentín, pero más allá del ímpetu de los hijos del caballo blanco el gol del empate parecía lejos.

El técnico rayista, amante de la poesía, se acordó de esto:

Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros y en mí la noche entraba su invasión poderosa. Para sobrevivirme te forjé como un arma, como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.

Neruda, y sus veinte poemas de amor y una canción desesperada, la solución. La revolución de los claveles portuguesa, de la que se cumplirán 50 años en unos días, la inspiración. Íñigo introdujo en la cancha un tanque luso, Bebé, y le dio, al colocarle en la derecha, un clavel blanco como munición. Isi se quedó en la izquierda con el brazalete y otro clavel, rojo. La entrada de Tiago, providencial y profética fue en el 74.

En la extrañeza de la grada y en la rebeldía de los jugones estuvo la victoria. La primera pelota que tuvo Bebé en el costado contrario al asignado por el mister fue un córner.  Mumin no pudo peinarlo y el rechace fue para Pep Chavarría, uno de esos jugadores que pelea un puesto siempre y al que la falta de fama le ha privado de ser titular con anterioridad.

Pep, guante mágico cantó “Over the rainbow” como Judy Garland en “El mago de Oz” y cruzó media docena de baldosas amarillas, tantas como rivales y compañeros con un disparo cruzado, potente, elegante, ajustado y atinado y pudo celebrar su primer gol en Vallecas colocando en su escudo el primer clavel. (1-1).

Entró Crespo por Trejo  y esa señal portuguesa fue demasiado para Isi.  Palazón, recordando a Pelé en “Evasión o Victoria”, recogió el clavel ofrecido por Miguel con un control con giro estratosférico, corrió por el centro de la cancha, pareció sufrir para domar el balón y cuando se sintió seguro estampó la pelota en las redes de Herrera de un modo tan bello como violento. (2-1)

La revolución y remontada, bella pero no violenta, con todos los tanques de la franja en el verde pero sin derramamiento de sangre (solo dos tiros hicieron falta) fue el preludio de la vida pirata, la felicidad, los tres puntos, los 34 en la tabla, el alivio y una fiesta que se prolongó como los banquetes de los galos con la victoria del primer franjirrojo con brazalete en Europa, Michel, que volverá a lucirlo el año próximo con el Girona y que alejó al Cádiz hasta situarlo nueve puntos detrás del Rayo.

Yo también pedí el cambio de Isi. No me gustó su gesto pidiendo callar pero aún así espero que me perdone.

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