La Colina de Nervión
·21 de septiembre de 2023
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·21 de septiembre de 2023
El Sevilla FC no consiguió repetir noticias de triunfo en la primera jornada de la UEFA Champions League ante el RC Lens. Los de José Luis Mendilibar volvieron a mostrar una versión irregular, sin ideas y con cada vez menos arreones de los que sacar algo. El técnico vasco no consigue dar con la tecla para que el equipo se parezca en algo al que encandiló a la afición en la recta final del curso pasado. Los jugadores lo empiezan a notar y los signos de precipitación y desesperación cada vez llegan antes en los encuentros. Así, el crédito del entrenador nervionense se acaba y el run run en torno al Sevilla Fútbol Club crece por momentos. Mendilibar necesita reaccionar.
Hay cosas que van más allá de la táctica, la técnica o la pizarra del entrenador, cuya gestión por supuesto no está siendo acertada. Puede estar relacionado, pero aquí tiene más que ver la confianza y tranquilidad con respecto a una idea y un plan de partido. Esa gestión de las emociones que llega cuando recibes el golpe y, aun así, sabes que con las armas correspondientes y la idea a seguir ese revés va a durar poco. La sensación es que el Sevilla FC da noticias de todo lo contrario. Esta es, también, una de las diferencias en cuanto al año pasado. Cuando se encajaba primero o había que remontar, la sensación de que insistiendo con una idea los resultados acabarían llegando estaba ahí. Partidos como el de la Juventus se decidieron con base en eso. Esto no es ni de lejos lo que está ocurriendo este curso.
Cuando al Sevilla Fútbol Club no le salen las cosas y tiene que remar a contracorriente, malo. Empiezan a aparecer las señas de desesperación, incapacidad y precipitación que recuerdan un poco a las de la era Lopetegui. Puede ser que acabe marcando y contrarrestando los golpes. Lo hace por calidad, insistencia o inercia, no por el éxito de una idea ni por ofrecer distintas alternativas a lo largo del choque. Eso, si se repone. Contra el RC Lens no estuvo ni cerca. Desde el gol volvió a ser la nada, con cada vez menos empujes o arrebatos de orgullo. No jugó a nada y eso, inevitablemente, significa muchas veces el principio del fin. José Luis Mendilibar tiene que buscarle solución a esto. Ha de volver a enganchar a los suyos a sus creencias y alejarlos de los egos y la precipitación. Si no, se verá en un grave problema. Las noticias empiezan a coger tono negativo en torno al Sevilla FC.
Si hay un Sevilla Fútbol Club que ante el RC Lens convenciera y sobre la imagen que hay que construir, ese es el que duró hasta el gol francés. El inicio de partido encandiló a todos. Los hispalenses salieron a morder, con una presión de nuevo potente y enseñándoles a los visitantes el infierno al que habían ido a visitar. Juanlu y Pedrosa comenzaron colosales, atacando constantemente y generando dos contra unos en cada zona junto a Lamela y Ocampos, quienes se fundieron en la presión y el ida y vuelta. Sow (quien fue uno de los factores claves para entender por qué el equipo se cayó) campó a sus anchas en el comienzo, mucho más despreocupado con Fernando. El Lens estaba grogui y los sevillistas no cesaban en su empuje incluso después del tanto.
Todo se cayó con el gol de Fulgini. El Sevilla FC no volvió a dar noticias de ser ese equipo agresivo e incisivo que te lleva al límite como hizo en lo primeros minutos. Tiene razón Mendilibar. Ellos se tranquilizaron, empezaron a jugar con el empate y el Sevilla Fútbol Club empezó a dejar espacios entre líneas y a cogerle asco al choque. Todo por el nerviosismo que genera ver que la reacción no empieza por el banquillo cuando antes las cosas iban rodadas. Ahí, más allá que en el tema táctico, es donde reside el problema. Ahí es donde tiene que meter la jeringuilla antes de que sea tarde.
La segunda mitad, a menos de que José Luis Mendilibar lo evite, puede verse dentro de unos meses como el comienzo de la decadencia futbolística de este Sevilla Fútbol Club. Sobre todo, porque se empieza a ver un técnico vasco cada vez más irreconocible. La realidad es que ante el RC Lens, las modificaciones no hacían justicia al que las acometía ni a lo que pedía el partido. El técnico vasco es un perfil claro. Entrenador agresivo, al que le gusta atacar, ser ofensivo y vivir en constante campo contrario golpeando una y otra vez desde los costados, llevando al otro equipo al límite. Esto, junto con el hecho de que el Sevilla Fútbol Club tenía que embotellar a los franceses, es lo que lleva a preguntarse qué se le pasa por la cabeza al ex entrenador de Eibar o Alavés.
Qué piensa a la hora de cambiar a Sow. Quitó a un jugador que, estando en su sitio, fue de los mejores de la primera mitad. Un Sow que podría haber sido importante percutiendo desde segunda línea y llevando el balón hacia arriba. Inentendible lo de Soumaré. Hace días no lo entiende y lo acaba poniendo en el peor de los contextos posibles cuando era lo que menos pedía el choque. Su justificación fue que hacía falta frescura. En el banquillo había futbolistas como Óliver Torres, quien hubiera sudado hasta el último minuto y, además, hubiera aportado más al juego ofensivo del equipo. Por no hablar de su amor por el 4-4-2, del que no salía en Eibar. El mismo que no prueba en Sevilla, aunque el contexto sea el de ayer. Todo esto hizo que los minutos finales se resumieran en la guerra de Lukebakio u Ocampos, los infinitos centros al limbo y la distancia entre líneas que pudo costarle bien cara al Sevilla Fútbol Club. En cuánto a fútbol, volvió a ser la nada. Esa que lleva siendo desde que empezó la temporada. Esa que puede condenar a José Luis Mendilibar.
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