¡Más polémica en el Clásico! Florentino pasó a saludar a los árbitros antes del Madrid-Barça | OneFootball

A pesar de la polémica que existió en el Real Madrid-FC Barcelona del pasado domingo, los entrenadores y jugadores de ambos equipos cerraron el encuentro sin que existiera alguna novedad en cuanto a cruces de palabras o similar. Sin embargo, la plantilla culé sí que tuvo un malestar tanto antes como al terminar el partido por la presencia de Florentino Pérez en el túnel del Santiago Bernabéu.

El presidente merengue quería dar ánimos a sus futbolistas de cara a un partido que podía sentenciar el título de Liga, pero no se limitó sólo a saludar a sus jugadores y a Carlo Ancelotti. Sino que acompañado de Carlos Megía Dávila, árbitro de Primera División entre 1995 y 2009 y asesor arbitral del Madrid desde 2009 tras su retirada, saludó también a César Soto Grado y a sus asistentes, explicó 'Mundo Deportivo' este miércoles.

Demasiados nombres relacionados con el arbitraje en la previa del partido

También estuvo presente Miguel Ángel Pérez Lasa, árbitro informador de la RFEF para el Clásico, agregándose así a las situaciones que llamaron mucho la atención a los jugadores del Barça y también al staff técnico, sobre todo cuando se repitió brevemente tras el partido, algo en lo que Joan Laporta no se vio involucrado en ningún momento. El presidente culé se mantuvo siempre en el palco y desde allí intentó no sumar más tensión al partido, ni tampoco al vestuario tras la derrota.

Florentino quiso mostrar su 'preocupación' por la estabilidad del Barça

Precisamente allí en el palco, 'Sport' ha apuntado también que se dio un encuentro entre Florentino y Laporta en el que Florentino se mostró sorprendido del por qué la gente se ponía tan nerviosa en relación a la eliminación del Barça de la Champions y la posibilidad de caerse de la lucha por La Liga. Pérez recordó que la temporada pasada el Madrid estuvo en una situación similar y Ancelotti no estuvo en una posición como la de Xavi, aunque sí que se debe resaltar que en Barcelona hay una cierta obsesión por el juego que no existe en Madrid y allí parece estar el problema de todo.