Regate Femenino
·19 de abril de 2024
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“Viva la República”, entonaba aquella muchedumbre alrededor de la bandera tricolor en la puerta del sol. El 14 de abril de 1931, se abrieron las puertas a un periodo de apertura social y cultural que pretendía transformar una sociedad anclada en el pasado con vistas a un futuro esperanzador. Barcelona, era uno de los epicentros dispuesto a aquel cambio de paradigma, pero el caos político se apoderaba de la ciudad. Fueron años con luces, pero también con sombras. Aunque de esos días, surgió un personaje emblemático, a la vez que abandonado. Una mujer que rompió barreras, y que no se achantó ante la crudeza de unos tiempos ruines y complejos. Que escribía poemas, firmaba crónicas, y que se convirtió en la primera mujer en ser directiva en un club de fútbol. Anna María Martínez Sagi.
Cuando en 1934 entró en el equipo directivo del Barça, Anna María Martínez Sagi todavía no era consciente de lo que había logrado. Venía de una familia acomodada y que tenía mucho enlace con el club blaugrana. Su padre fue tesorero entre 1918 y 1919, su primo en aquel momento era jugador del primer equipo, y su hermano, Armand Sagi, sigue siendo el goleador más joven en la historia del club blaugrana. Invitada por Josep Suñol, quien sería presidente del club blaugrana un año después y moriría fusilado por el franquismo, aceptó un cargo con el objetivo de aportar una mirada feminista a la entidad.
Fuente: La Vanguardia
Por aquel entonces, las elecciones para elegir al nuevo presidente del Barça funcionaban diferente. Las juntas directivas solo duraban un año, no seis como ahora, y si había una mayoría acaparadora de socios que pedían un candidato, no hacía falta votar. Los socios aclamaban por Suñol, sin embargo, rechazó la oferta. No antes sin proponer a una serie de personas para que formaran parte de la junta, tal y como cuenta el historiador del Barça, Manel Tomás. Entre estas personas se encontraba Anna María Martínez Sagi, quien coincidió con Suñol como periodista en El Diari de La Rambla.
Martínez Sagi entró como jefa del Departamento de Cultura y Propaganda del Barça. Y lo normal es pensar, ¿qué hacía un departamento como este en un club de futbol? «Pues se trataba de un equipo que funcionó durante la República y entraba dentro del lema de «Més que un club», para financiar proyectos culturales y acercar la cultura a los socios del Barça» puntualiza Tomás. Sin embargo, los directivos no estaban mucho por la labor del departamento. Durante su estancia en Can Barça solo se conocen dos actividades culturales, una clase de fitness y la presentación de una película, Eskimo, que se estrenó en Cataluña gracias a la financiación del club blaugrana.
Anna María Martínez Sagi no acabó el mandato con el resto de la Junta Directiva. Ella dimitió dos semanas antes que el resto dejasen paso a la siguiente junta, ahora sí encabezada por Josep Suñol. El motivo principal es su desavenencia con el resto del equipo. No estaba motivada, ni le gustaba y los otros directivos tampoco le hacían caso a lo que proponía. De las 47 reuniones que hubo durante ese año, solo se presentó a cinco. Por eso decidió dejar su puesto y volver a su trabajo como periodista.
La historia de Martínez Sagi va más allá de su faceta como directiva, y es que es imposible hablar de Sagi y tan solo quedarse mirando a la pequeña parcela del terreno de juego sin saber lo que sucedió en el resto del partido. Porque Anna María no solo fue pionera, sino que también una mujer culta, con muchos intereses, y que dio forma a la causa feminista. Empezando por su vinculación con el deporte. Desde pequeña y por prescripción médica (le diagnosticaron una serie de problemas hormonales) se enamoró del deporte hasta el punto de llegar a dirigir un club para exclusivamente para mujeres.
Fue una de las fundadoras, directivas, e incluso, deportistas del Club Femení i d’Esports de Barcelona. Un club deportivo solo para mujeres fundado en 1928, en plena dictadura de Primo de Rivera. En medio de una oleada reaccionaria donde las mujeres no tenían derechos ni libertades (solo podían trabajar con permiso del marido o el padre, estaba limitado el derecho de asociación…) un grupo de mujeres de Barcelona decidió crear este club para reunirse y demostrar que también podían ser deportistas. Entre ellas, nuestra protagonista, que practicó varios deportes como el atletismo, el lanzamiento de peso y de jabalina, -en los que llegó a ganar una medalla en los campeonatos de Cataluña de 1931- además de tenis y esquí. Nunca hizo fútbol, ni le gustaba, ya que lo veía como un deporte demasiado masculino, rechazando a aquellas mujeres que lo practicaban.
Fuente: La Razón
Pero la faceta más expresiva de Anna Maria Martínez Sagi fue la escritura en diferentes ámbitos. Destacaban dos campos, la poesía y el periodismo. En el primero llegó a sacar libros de poemas como Caminos (1929), Inquietud (1931) y Laberinto de presencias (1969). Unos libros que llegaron a emocionar al mismísimo Machado y que los lectores relacionaban con Rosalía de Castro. Además, se juntaba mucho con otros poetas del entorno, además de poetisas… De hecho llegó a vivir un romance con una de ellas, Elisabeth Mulder, con quien convivió durante tres años hasta que su madre envió una carta a Mulder amenazándola con contarlo todo si no dejaba a su hija. El miedo de Elisabeth de perder sus contactos editoriales si la historia salía a la luz, acabó con la relación.
Además de poeta, en la parcela donde más fructificó fue con el periodismo, su profesión desde muy joven. Escribía sobre todo tipo de personajes y obras de la cultura y la noche de Barcelona. «La Sagí» siempre encontraba la forma de dar su opinión sobre el tema y que completase bien el artículo. Algo que no es nada fácil. Escribía sobre deporte, moda, feminidad, de la amistad entre mujeres, de la envidia de los hombres porque ahora las mujeres podían votar… Publicaba artículos generalistas y otros más especializados, aunque siempre desde un punto de vista femenino. Pero si justo estamos hablando de que Anna María era una persona inquieta y que vivía en una búsqueda permanente de historias, no podemos pensar que se quedó en casa cuando estalló la Guerra Civil.
Fuente: La Voz de la República
Elvira Altés, escritora del libro “Periodistas en tiempo de República”, define sus crónicas bélicas como artículos de una “periodista de viajes con la crudeza de la guerra”. Este fue el periodo del que se conservan más escritos de Martínez Sagi, ya que durante aquella etapa publicó para el diario La Noche de Barcelona, y El Tiempo, de Colombia. Durante unos meses estuvo acompañando a la Columna Durruti, una milicia anarquista que batalló durante la Guerra Civil en el Frente de Aragón, narrando todo tipo de historias.
Desde la destrucción de los pueblos por donde pasaban, anécdotas de cómo les sorprendió un avión que casi les mata, entrevistó a una monja que se posicionaba en el bando contrario a ella… Artículos que reflejaban la crudeza del frente, repletos de detalles, como si se tratase, efectivamente, de una crónica de un viaje. Pero tras ser alcanzada por una granada y sufrir heridas en las piernas, se vio obligada a regresar a Barcelona. Llegó a estar otra vez en el frente, sin embargo, un nuevo viaje llamado exilio provocó su llegada a Francia.
Por sus vinculaciones con sindicalistas, comunistas y anarquistas (había coincidido con muchos de ellos en la Columna Durruti), decidió cruzar la frontera en busca de refugio. Allí vivió durante varios años, sufriendo los estragos de la II Guerra Mundial. Sobrevivió como pudo vendiendo sus dibujos y ayudando en lo que pudo a la Resistencia Francesa.
Durante su exilio a Francia conoció a Claude, un hombre que tan rápido como apareció desapareció de su vida. Pero, con quien tendría una hija, Patricia. Lamentablemente, la niña murió a los seis años a causa de una meningitis. Un tiempo después de la muerte de su hija, Anna María Martínez Sagi, se mudó a los Estados Unidos, donde viviría durante más de 30 años impartiendo clases de castellano y francés en la Universidad Urbana de Illinois. No fue hasta final de los años setenta que «La Sagi» volvió a pisar la tierra que la vio nacer. Pero se encontró con un mundo completamente distinto.
Fuente: Archivo Juan Manuel Prada
En 1969, con el dictador ya en las últimas, se empezó a abrir el turismo. Lo que aprovechó Martínez Sagi para volver unos días a su casa. Pero ella seguía viviendo en los Estados Unidos. No se asentaría otra vez en Cataluña hasta 1978. Cuando coincidió su edad de jubilación con la proclamación de la Constitución Española. Al volver se encontró una Barcelona totalmente diferente. Había pasado de ser una ciudad alegre y culturalmente activa a una que aún se lamía las heridas de la guerra. Se mudó a un pequeño municipio cerca de la capital catalana llamado Moyá, donde vivió apartada del pueblo. Nunca recibió un reconocimiento ni una llamada del FC Barcelona. Pasó prácticamente desapercibida por la sociedad hasta su muerte un 2 de enero del 2000.
Imagen de portada: Archivo ABC.