La Galerna
·22 de agosto de 2022
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El Real Madrid femenino venció (1-0) al Manchester City en la final de la primera ronda previa de clasificación para la Women’s Champions League. Un gran gol de Caroline Weir permitió decantar la balanza en un duelo agónico para que las blancas avancen a la siguiente fase europea.
Por segundo año consecutivo, las futbolistas del Real Madrid se jugaron media temporada en una noche de verano y con las competiciones ligueras aún por empezar. Y una vez más, fue necesario derrotar al Manchester City para despejar el camino hacia la fase de grupos de la Champions. En honor a la verdad, ninguno de estos dos equipos —con nivel para disputar unos hipotéticos cuartos de final— debería estar peleando entre sí y a cara de perro en la primera ronda previa de la competición, pero esa es la consecuencia de un sistema que pide a gritos una nueva reformulación.
Sólo en ese contexto pueden entenderse los extrañísimos minutos de fútbol agónico disputados en el estadio Alfredo di Stéfano. Con ambas plantillas saliendo de la pretemporada, y con las nuevas incorporaciones aún estudiando por las noches. La música de la Champions requiere activar el modo superviviente del que cae de repente en una isla desierta. No valen las excusas y tampoco importa demasiado la fórmula para escapar del atolladero, sólo dar con un método práctico.
Por segundo año consecutivo, las futbolistas del Real Madrid se jugaron media temporada en una noche de verano y con las competiciones ligueras aún por empezar. Y una vez más, fue necesario derrotar al Manchester City para despejar el camino hacia la fase de grupos de la Champions
Alberto Toril apostó por el XI que ha ido consolidando en los torneos de verano, con Claudia Zornoza y Sandie Toletti en la cabina de mando de un 4-2-3-1 que permite a Caroline Weir pisar área constantemente. Ellas son las encargadas de lanzar las incursiones por banda de Athenea del Castillo y Naomie Feller, así como de Esther González por dentro. Enfrente, el City intentó desde el inicio buscar a piezas similares de su formación: al dúo de extremos inglesas Lauren Hemp - Chloe Kelly y a la jamaicana Bunny Shaw en el papel de delantera de referencia.
El partido, igualado en todos los frentes, fue cayendo del lado blanco tras un inicio de tanteo, tomando bocanadas de aire a cada duelo ganado por Olga Carmona ante Kelly. El Madrid estaba bien plantado sobre el césped, esperando en bloque medio para activar la presión liderada por Esther, y pronto consiguieron hacerse con la iniciativa de cara a puerta. Rondaba el minuto 10 cuando la guardameta Ellie Roebuck vio peligrar por primera vez su imbatibilidad; Feller en el área, y después Carmona desde lejos, estuvieron cerca del gol. Sus ocasiones quedaron en nada, pero abrieron la puerta a los mejores minutos del Real.
El respeto dejó paso a la osadía, las jugadoras madridistas recordaron que de este duelo ya habían salido vencedoras previamente y, por si fuera poco, una de las mejores futbolistas sobre el campo ahora había saltado a su trinchera. Y fue Caroline Weir, debía ser ella, la llamada a sentenciar a su exequipo. Se había cumplido el cuarto de hora cuando Esther recuperó un balón adelantado cerca del córner derecho, avanzó y no dudó en pasar a la escocesa, ya internada en la boca del lobo. Y allí, en movimiento de pívot, la escocesa controló primero, y se revolvió de inmediato, para clavar un zurdazo buscando la escuadra a la media vuelta.
El conjunto de Manchester se resintió del golpe, cargado de simbolismo, y pudo firmar su sentencia antes del descanso, pues Kathellen Sousa perdonó mandando al larguero un remate de cabeza a puerta vacía. Habría resultado demasiado sencillo para el Real, sospechosamente idílico como para ser cierto, por lo que tras la pausa el partido recuperó las señas de identidad esperadas.
Al City le sentaron bien los cambios, Hayley Raso hizo creer a las suyas con un par de buenas acciones de ataque, y la alegría local dejó paso al murmullo. En cuanto la portentosa Shaw probó por primera vez los reflejos de Misa, el telón de fondo —hasta ahora de fiestas de verano de pueblo, todo jolgorio y despreocupación de infancia— cayó. Desde ese momento el duelo se jugó sobre una cornisa, al borde de cada área, y con espacios suficientes para que unas y otras atacantes pudiesen cantar gol.
Por segundo año consecutivo las futbolistas blancas parecen seguir empeñadas en hacer historia y, por experiencia, saben que todo empieza bajo la luna de una noche de agosto
La acción alternó de lado a lado, con pequeñas pausas casi pactadas para tomar aire, y a cada intentona una moneda volaba al aire. Por suerte para las de Toril, siempre salió cruz. A Esther las fichas de gol se le habían gastado en el partido anterior mientras que las inglesas dieron la sensación de no tener aún calibradas sus mirillas. Lauren Hemp, su futbolista más incisiva, tuvo la última ocasión de empatar superado ya el 95, pero el balón se marchó una vez más a varios palmos de la madera.
El partido podría haber cambiado ahí y la historia de la temporada de uno y otro equipo habría sido la contraria. El fracaso, éxito, y viceversa. En uno u otro caso cualquier término ha de ser considerado exagerado, pues no es sino fruto del despiadado camino de rondas previas hacia la Champions. Y sin embargo, en la batalla al borde del acantilado, el Real Madrid femenino fue el equipo que volvió a quedar en pie. Por segundo año consecutivo las futbolistas blancas parecen seguir empeñadas en hacer historia y, por experiencia, saben que todo empieza bajo la luna de una noche de agosto.
Getty Images.