Luka Jovic, man of the match | OneFootball

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La Galerna

·5 de diciembre de 2021

Luka Jovic, man of the match

Imagen del artículo:Luka Jovic, man of the match

Cerrar lo jornada a ocho puntos del segundo, a diez del Atleti y a dieciséis del Barça es como para poner al fin de semana un ático con vistas a la tabla clasificatoria. Hacerlo descerrajando el mejor partido desde el segundo advenimiento de Ancelotti, con un segundo tiempo sencillamente insuperable en solvencia y vistosidad, y ante toda una Real Sociedad, es como para esperar la próxima entrega del Madrid a dieta de pan y agua, en señal de protesta por el fin del encuentro. La menos fundamental de las tres noticias de la noche es también la más quimérica y regocijante: Jovic es de pronto de la causa, a la que se sumó (y de qué manera) cuando los más crédulos ya le habían (des)catalogado como irrecuperable.

Esta vez no podíamos destacar a Courtois como hombre del partido, pues aunque el belga mostró la misma apabullante seguridad de siempre no tuvo excesivas oportunidades de lucimiento, brillando como brilló su defensa por organización general y desempeño de cada cual. Podríamos, eso sí, haber optado por destacar a Militão, el hombre que despeja hasta los objetos que llueven de la grada, en acción opuesta a la mítica bomba de racimo del Barça Stanislavski (el Madrid baila como Gene Kelly bajo la lluvia mientras los culés tratan de capitalizarla echando cuentas ruines con arreglo a su propia capacidad de fraude). Podríamos habernos decantado por Vini Jr. y el pánico que instila en las defensas. Pero ambos brasileños han hollado nuestro podio con anterioridad, de manera que hoy resulta imposible sustraerse al discreto encanto de las promesas del este. Jovic, a la sazón en pelotas y por ejemplo, estuvo una vez a punto de matar a Vigo Mortensen a punta de navaja en una sauna, pero nunca antes había optado al Man of the Match de La Galerna. Imposible, llegados a este punto, no otorgarle el honorífico título. Una vez se nos quejó un lector porque llamábamos Man of the Match a esta sección, en lugar de Hombre del Partido. En serbio se dice партијски човек, si Google Translate y nuestras propias ganas de liarla no mienten, aunque no descartamos que el algoritmo haya interpretado que con “partido” nos refiramos a una formación política de rostros pétreos que todo lo resuelvan haciéndolo parecer un accidente. Como Jovic.


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Entró en el minuto 16 ante la lesión de Karim, y lo que aportó desde ese punto al fin del primer tiempo no auguraba nada similar a lo que luego pasó. Escribí en Twitter que se encontraba ante su ser o no ser como futbolista, y que si lo sabía lo disimulaba muy bien. También escribí al descanso que ni estaba ni se le esperaba. Tendré con vosotros la gentileza de aparentar que fui el único en adjudicarle ese desdén, al menos así seré original en mi estulticia. Lo cierto es que no estaba pero sí se le aguardaba, dado que lo hacía el único que hacía falta que le esperara, ora fumando como en la canción, ora apretándose el enésimo chicle, es decir, D. Carlo Ancelotti. Él sabe, hermanos, él sabe, no como tú y como yo, que nos precipitamos diciendo inconveniencias en las redes sociales como si la policía serbia fuese tonta.

Jovic tiene un lenguaje corporal que incita al juicio de valor precipitado. Si en su día no fuimos capaces de refrenar ese juicio con el hombre a quien Jovic sustituyó ayer, al menos ahora podríamos haberlo diferido por puro miedo físico. Nunca llamarás pichafría a quien es susceptible de dejar tu cadáver, estrangulado con una corbata, subiendo y bajando hasta el fin de la película en un ascensor cuyos engranajes han sido manipulados en un bucle siniestro. Y menos aún le llamarás gordo. Ahí sí que su rictus imperturbable se quebrará mínimamente, en un apunte de disgusto que no vaticina nada bueno en lo que respecta a las opciones para un entierro de cuerpo entero.

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Unos minutos antes de asistir a Vinicius, con habilidad impropia del armario empotrado que tampoco debes llamarle, ya había dejado un manejo ejemplar fuera del área y un gran balón en profundidad para Rodrygo que el brasileño pifiaría. Poco después de su monumental dejada al otro brasileño, se jugó las cervicales remachando el envío de cabeza de Casemiro en un córner, celebrando a la vez la notable mejoría del equipo en las jugadas de estrategia (véase el gol de Nacho en Granada) y su propia capacidad para firmar desollamientos sin inmutarse. La jugada, por cierto, encumbra por vía indirecta a Courtois, a pesar de estar descartado hoy Le Grand Gendarme para el gran premio: ese mismo remate, a bocajarro y en plancha, se lo sacó el otro día Thibaut a Raúl García, otro capaz de descuartizarte y dejar tu exacta mitad en una bolsa de Carrefour de las pequeñas, sin dejarle siquiera la oportunidad de cazar el rechace.

Todo equipo debe tener a su disposición un estrangulador, ya sea de Boston o de Bijeljina, capaz de enfundarse el mono de trabajo y asesinar por decreto cuando el guión lo exija, sin más aspavientos de los estrictamente necesarios sin matizar su gélida virilidad. Haber incluido al nuestro en la dinámica del equipo es la mejor noticia luctuosa que podíamos concebir y, verdaderamente, parece un accidente.

Fotografías: Imago

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