⭐️Los mejores delanteros de la historia del Barça | OneFootball

El fútbol son goles y en nuestro especial de hoy del serial Onefootball tenemos muchos y de bella factura: Los mejores delanteros de la historia del Barça.

Si ayer nos deleitábamos con los que consideramos los tres mejores centrocampistas que han pisado el césped del Camp Nou con la camiseta del Barça, hoy damos el salto a la parcela de los sueños: la delantera.

Leo Messi: Una religión para todo el Camp Nou

Hablar de delanteros o de goles y asociar el nombre a Leo Messi incluso parece hasta poco.

Un total de 627 goles en 718 partidos oficiales. Más de 100 goles en Champions League y, porque vamos a obviarlas, 261 asistencias con la camiseta del Barcelona. Con todo esto por delante, Messi es mucho más.

Un jugador único que llegó de Argentina a Barcelona con 13 años para, casi 20 años después, haber cambiado por completo la historia del Barça y del fútbol mundial.

Con el FC Barcelona ha conquistado 34 títulos, que se dividen de la siguiente forma: 10 Ligas, 4 Champions League, 3 Mundial de Clubes, 6 Copas de Rey, 3 Supercopas de Europa y 8 Supercopas de España, eso sin olvidar sus 6 Balones de Oro.

Ha cambiado la hegemonía de LaLiga con 8 Ligas de las últimas 11, en una competición históricamente dominada por el gran rival: el Real Madrid.

Máximo goleador en la historia de los Clásicos, nadie ha marcado más ni ganado más como visitante que la estrella de Rosario. Un jugador único. Imbatible.

Sólo la espina de los pocos éxitos cosechados con la Selección permiten a los “contrarios al régimen” criticar la carrera de un jugador que, por números y títulos, pero especialmente por su juego, se ha convertido en uno de los más grandes de la historia del fútbol.

Ronaldinho Gaúcho: La sonrisa que cambió el rumbo

El brasileño llegó al peor Barcelona de la historia reciente y con su fútbol y su alegría cambió la dinámica de un club perdedor que puso rumbo a una era triunfal que comenzó con él para continuar con Messi.

Su fichaje en 2003 supuso un antes y un después en la historia del Barça, al menos como ahora se le conoce.

Tras un lustro sin títulos -sí, eso pasaba en el Barcelona- fue la figura de Ronaldinho la que cambió la atmósfera de una Barcelona triste y gris.

El brasileño fue la pieza principal del círculo virtuoso diseñado por Laporta que dominaría Europa entre los años 2004 y 2006 junto a otros grandes jugadores como Deco, Marquez o Samuel Eto’o. El Barça había vuelto.

Ronaldinho disputó con la zamarra azulgrana 207 partidos y autografió 97 goles. El Barça, con el 10 como líder del equipo, se alzó con dos Ligas (2004/2005 y 2005/06), dos Supercopas de España (2005 y 2006) y una Liga de Campeones (2005/06). Y cada vez que el Ronnie levantaba sus dedos índice y pulgar, el barcelonismo le rendía el mejor homenaje que podía recibir: sonreía.

Una luz que, aunque dejó de brillar pronto en Barcelona, nunca podrá apagarse del todo.

Samuel Eto’0: Dos goles como dos Champions

En un club por el que pasaron delanteros históricos como Ronaldo, Romario, Henry, Kubala o Luis Suárez, elegir a un tercero que cierre la lista puede haber sido la parte más difícil de estos seriales Onefootball.

Sin embargo, han sido sus números y sus dos goles en las finales de París y Roma los que han decantado la balanza en nombre de Samuel Eto’0: Un León que encandiló al Camp Nou.

“Correré como un negro para vivir como un blanco”, explicó el africano en su presentación como azulgrana. Una clara muestra de intenciones sobre lo que ofrecería al barcelonismo durante sus cinco campañas en el Camp Nou. No defraudó.

Entrega, trabajo, carácter, sacrificio y goles. Una lista de ingredientes que cualquier aficionado al fútbol firmaría en uno de sus estandartes que, con el tiempo, ha pasado a convertirse en uno de los mejores jugadores de la historia del club.

Dos Champions League, tres Ligas, una Copa del Rey… 129 goles en 199 partidos y la sensación de poder haber dado más a un club que se desprendió de él antes de tiempo y que echa la vista atrás pensando en lo que pudo haber sido y, al final, se quedó por la mitad.