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·4 de marzo de 2021
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·4 de marzo de 2021
Los partidos por la Copa Argentina suelen ser traicioneros para los clubes más poderosos. Con mucho más para perder que para ganar, los equipos afrontan un duelo en el que de un lado está la obligación por salir a ganar, mientras que del otro está el entusiasmo por hacer historia. El destino, o quizás las curiosidades que siempre tiene el fútbol argentino, quisieron que Boca, el último campeón de la Primera División argentina, se enfrentara con Claypole, que se coronó en la categoría más baja. Y la diferencia de jerarquía no se sintió: el Xeneize no la pasó bien, jugó mal casi los 90 minutos y terminó ganando gracias a una buena combinación entre Cardona y Maroni a 15' del final.
Es cierto que el plantel de Miguel Ángel Russo está golpeado: a la muerte de Segundo, el padre de Carlos Tevez, se sumó la gravísima lesión de Eduardo Salvio, que lo mantendrá afuera de las canchas durante los próximos seis meses como mínimo. Amparado en las necesidades, el DT echó mano a las inferiores, como lo viene haciendo en el último tiempo. ¿Y quién podría juzgarlo? Era una oportunidad inmejorable para que sumen minutos y se fogueen. Pero la apuesta fue de alto riesgo: si andaban bien, podía empezar a encontrar algunas soluciones, pero si andaban mal...
El foco estaba puesto en Exequiel Zeballos y Luis Vázquez. El primero bien podría ser el reemplazante del Toto, mientras que el segundo es la esperanza goleadora ante la ausencia de Wanchope Ábila y del bajo nivel del resto de los delanteros. Sin embargo, no pudieron hacer demasiado y desperdiciaron sus balas de plata: al Changuito, más allá de un tremendo remate al travesaño que podría haber sido su primer gol en Primera, le faltó desequilibrio, mientras que el centrodelantero no solo no tuvo ninguna oportunidad, sino que prácticamente nunca estuvo de frente al arco.
Las estadísticas de Opta dirán que el delantero no pateó ni una vez directo al arco -remató dos veces, pero ambas fueron bloqueadas por un rival-, a la vez que tocó la pelota 37 veces y solo cuatro de ellas fueron dentro del área. Por el lado del volante, entre tanto, disparó solo una vez, dio apenas 11 pases, desbordó en tres oportunidades y perdió el balón 15 veces. Otro dato poco alentador es que en su matriz de pases solo figuran Capaldo y Medina, es decir que nunca pudo encontrarse con sus compañeros en ataque.
Caerle a los pibes es lo más fácil. Zeballos tiene 18 años y está jugando su quinto partido. Vázquez, con 19, participó por cuarta vez con los profesionales y, por primera vez, lo hizo como titular. Boca jugó un pésimo partido ante un contricante de notable menor valía y no solo podría haber perdido, sino que, como mínimo, el Tambero hizo méritos suficiente para llevar el encuentro a los penales. El equipo de Russo no estuvo a la altura y no necesariamente es responsabilidad de los menos experimentados. Pero, así y todo, era una posibilidad de oro para los jóvenes y la oportunidad para el téncico de encontrar algunas soluciones. Lejos de ello, el Xeneize se fue de la cancha de Lanús con mayores dudas. Y con la certeza de que, tal vez, no sea tan mala idea buscar un refuerzo por la lesión de Salvio.