Lo doloroso de Isco | OneFootball

En los últimos días, se ha hablado del futuro de Isco con cierto aroma a despedida. Al parecer, el malagueño cree que su etapa como merengue ha terminado y el propio Real Madrid ya no ve con malos ojos decir adiós a un futbolista talentoso y muy especial. En realidad, todo en el club blanco suena a despedida últimamente. Se intuye un ciclo desgastado, venido a mucho menos desde que se fue Cristiano Ronaldo, y con varios nombres sumándose al de Isco en la rampa de salida. Al Real Madrid se le acabó el amor de tanto usarlo y toca rehacer el puzle.

Volviendo a Isco, resulta desagradable el montón de comentarios que se han vertido sobre su figura durante los últimos meses. No seré yo el que defienda su aportación futbolística —nula desde hace más de medio año—, pero entiendo que no se ha tratado con un mínimo de respeto y educación a un jugador que, por mucho que duela, ha sido importante en la mejor etapa del Real Madrid desde Alfredo Di Stefano. El sello de Isco está en varias Champions League —imposible olvidar su irrupción en Lisboa—, en aquella Liga 2016/2017 que se ganó con una gestión revolucionaria de Zidane y en partidos sueltos —lástima la irregularidad del internacional español— que nos presentaron a un Isco imponente y desequilibrante.

Por desgracia, no todas las críticas han tenido argumentos futbolísticos. Algunas llevaban el nombre de Sara Sálamo, que es una forma desagradable y rastrera de reducir al absurdo un análisis de rendimiento. En redes sociales, se han visto groserías de todo tipo, muchas de ellas, incluso, en tono serio, como si estuvieran sentando cátedra. Suena rancio y casposo culpar a Sara del descenso de nivel e implicación de Isco. Todos los problemas que haya tenido el futbolista —los que se concentran única y exclusivamente en el apartado de trabajo y aportación en el terreno de juego— quedan en su debe, no en el de los demás. El problema es que no ha sido Isco el único que ha firmado un bajón notable, aunque sí con el que más se han cebado. Pasó, salvando las distancias, con Gareth Bale. Uno no sabe dónde empieza la campaña mediática y dónde la de los propios aficionados, pero a veces se acaban dando la mano y luego las lecciones morales carecen de peso.

Así y todo, me vais a permitir que yo manifieste mi malestar por este adiós desaliñado, este declive totalmente evitable. Isco saldrá por la puerta de atrás por un cúmulo de circunstancias —todas futbolísticas— en las que él mismo tiene también parte de culpa. Es lo único que me importa. Es lo único que debería importarnos a todos. Isco lo tenía todo para ser muy grande. Ha firmado partidos que otros ni siquiera alcanzan a soñar. El típico jugador al que dar la pelota cuando esta quema. Se apagó sin darnos cuenta. Lo ha hecho a la misma velocidad que el propio Real Madrid, que un día alzó una Champions League sin saber que esa era la cima y tocaba ir hacia abajo. Lo doloroso de Isco es que se va sin haber tocado el techo que se le supone… y que muchos de sus compañeros le acompañan en esa agria despedida.

Fotografías Getty Images.