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La Galerna

·8 de mayo de 2025

L’atracament

Imagen del artículo:L’atracament

Buenos días, queridos amigos. Siguen los ecos de la eliminación europea del club cliente de Negreira, y llegan a nuestros oídos con una reverberación tragicómica, como de guiñol bufo. En otras palabras: nos resultan chocantes (aun cuando conocemos sobradamente el percal), pero nos descojonamos, si se nos permite la castiza expresión.

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Sport se autodenomina portavoz de las ridículas quejas arbitrales culés, y como tal trae en portada el ejercicio de plañidera extemporánea de Laporta, quien asegura que si el club cliente de Negreira no está en la final de la Champions es por el arbitraje del polaco Marciniak. Laporta aparece en ademán extraño en la foto de esta inenarrable primera plana, como si fuera Mazinger Z y estuviera asiendo los pechos de Afrodita A que, convertidos en sendos misiles, le permitieran volar. Por eso Laporta está como mirando abajo, presa del vértigo, o tal vez solo está buscando algún apéndice que echa en falta por mor de los accidentes geográficos.


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Tiene toda la razón Laporta. Poco se queja. Si un jugador culé se deja caer simulando falta justo anterior al 3-3 del Inter, ¿quién es Marciniak para dejar de señalar dicha falta inexistente? ¿Acaso Polonia está tan lejos de España? ¿Qué le cuesta a Marciniak ser como De Burgos Bengoetxea, Soto Grado o Cuadra Fernández? O incluso como González Fuertes, con quien ya tiene en común hasta el cráneo rapado. Sería un inmejorable punto de arranque para profundizar en similitudes, pero parece que al tal Marciniak le gustan las extravagancias y profesa alguna religión distinta al negreirismo, seguramente por llamar la atención. Les sucede a los árbitros europeos, por lo que sea. ¿De verdad es mucho pedir que (en aras de la globalización, la mano invisible de Adam Smith o el cuerpo místico de Villar) los árbitros de allá se comporten como los de acá?

Y luego está el malvado responsable del VAR en la eliminación culé, mencionado también en la portada de Sport para que no quede ni un responsable sin aguantar su escrache. Van Boekel, se llama el tipejo, un tiquismiquis que se obcecó con sacar fuera del área una falta a Lamine que había acontecido… fuera del área. ¿Quién le mandaba al sujeto ser tan puntilloso? ¿Qué le costaba haberlo dejado pasar? Pues nada, tuvo que reclamar su minuto de protagonismo avisando a Marciniak por el pinganillo.

—Is firi dil írii. Is firi dil írii.

Flick también se quejó. Puede parecer extraño, cuando hace no tantas fechas el técnico alemán reclamaba, con la música de Titanic de fondo, respeto para los árbitros y sus familias, tan injustamente tratados por RMTV.

Puede, sí, parecer contradictorio que ahora Flick raje de los colegiados, pero lo que no sabéis es que las familias de Marciniak y Van Boekel son malísimas personas y no merecen respeto ni defensa, al contrario de lo que sucede con los seres queridos de Alberola Rojas o Muñiz Ruiz. El hijo de Marciniak es un adolescente repleto de granos pajutos que hace pellas sin descanso, y la hija mayor de Van Boekel es fan de Quevedo (el reggaetonero, no el autor de El Buscón). Estos no merecen cuidado ni respeto. Que se jodan.

Se queja Flick (y con él Pedri y otros muchos blaugranas) de que todas las jugadas que eran 50/50 cayeron del lado neoazurro. Qué vergüenza. En la MLN (Mugrienta Liga Negreira), todas las jugadas 50/50 caen del lado del equipo de Flick, o del equipo que juegue contra el Madrid cuando sea el caso. Bueno, en realidad lo mismo sucede con las jugadas que son 75/25, y no nos tentéis a revisar esa proporciones a la baja. Otra vez la maldita manía de no hacer las cosas como se hacen en España.

Otro que ha hablado es Gavi. En realidad no ha hablado. La cosa no habría sido tan grave si hubiera expresado sus quejas por vía oral. El problema es más grave: Gavi HA ESCRITO (es un decir). Nos hemos asomado a su mensaje de Instagram y, como ayer dijo Jesús Bengoechea, hemos sufrido una triada con rotura de ortografía anterior, sintaxis colateral interna y semántica cruzada lateral. Pendiente de evolución.

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Está visto que Gavi escribe como juega, dejando a su paso un reguero de cadáveres de comas y tildes. Es como Atila: allá por donde pasa, no vuelven a crecer ni los signos de puntuación ni las rótulas. Dice que alguien no ha querido que llegaran a la final porque estaban “cagados”. No sabemos ni quién lo estaba ni por qué, ya puestos, en lugar de “cagados” no estaban “cagaos”, lo que estilísticamente habría encajado mejor con el resto de su post.

Seguimos, porque aquí se ha pronunciado hasta el apuntador, y todo el mundo con más razón que un santo, por supuesto.

Continuamos con el inefable Toni Freixa, que ha expresado en X una denuncia que hiela la sangre en las venas por su contundencia. Si entendemos bien el catalán (lengua que hablamos en la intimidad con Louzán y Rodríguez Uribes), Anthony Strawberry la ha clavado. Una vez más. Lo que no sabemos es qué ni dónde.

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“L’atracament”, amics. L’atracament. Hay que decirlo más. La santrada, la ramatada y l’atracament.

Ya sabéis que Strawberry fue en su día directivo de Laporta, máximo benefactor de Negreira. Algún espíritu artero (hola, Javi) podría señalar como improcedente el que un elemento que formó parte de las juntas directivas que no solo siguieron contratando al vicepresidente del CTA, sino que le cuadruplicaron el sueldo, tenga los santísimos dídimos de hablar de arracaments, sobre todo cuando no ha habido atracament alguno. Pero así son los tiempos de la posverdad, que es una cosa que inventó Joan Gaspart y que, en el contexto culé, consiste en robar y manipular a manos llenas para después, con desfachatez digna de mejor causa, autopercibirte y/o automanifestarte como víctima de robos y manipulaciones.

Decepcionantes el resto de las portadas del día, que no se suman a las muy fundadas quejas del barcelonismo, encarnadas en Sport. Ni Marca ni As ni Mundo Deportivo están hoy a la altura. De Marca y As esperábamos algo de solidaridad interterritorial y filoculerismo capitalino que les moviera a suscribir las quejas de Laporta, pero nada de nada. Mal, muy mal. Fatal.

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Pero lo de Mundo Deportivo sí que es decepcionante. Solo cita a Lamine Yamal y su solemne “Volveremos” sin apenas dar pábulo a las quejas laportianas, que ocupan un minúsculo espacio en el faldón.

Mundo Deportivo debe pues responder a una serie de preguntas graves. ¿Apoyan editorialmente el que Marciniak tuviera el desahogo de pitar correctamente cosas que perjudicaron al equipo cliente de Negreira? ¿Acaso el diario de Godó, grande de España (hola, Andy) favorece la equidad arbitral en perjuicio del bien del ejército desalmado de Cataluña? ¿Con quién vas en esta guerra, Mundo Deportivo? ¿No seréis el caballo de Troya del madridismo sociológico en la Ciudad Condal?

Inquietantes preguntas, con las cuales (y con un poquito de risa floja aún) os dejamos por hoy.

Pasad un buen día.

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