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·24 de abril de 2020
Las patadas más violentas y memorables del fútbol argentino

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·24 de abril de 2020
Muchas veces ocurre en el fútbol que las pulsaciones se elevan más de lo debido y el temperamento se torna tan incontrolable que trae consecuencias sobre los "colegas". En otros casos, los propios futbolistas llevan al campo de juego disputas personales y las expresan a pura violencia.
El fútbol argentino no es la excepción y hay patadas que se ganaron un lugar en la memoria popular, desde que arrancaron el "uuhhh" de la tribuna hasta las miles de repeticiones en las plataformas de video. Sin un orden específico ni tampoco justificación alguna, Goal repasa aquellos momentos que se ganaron su lugar en la historia.
Pasaron más de 23 años desde que la hinchada de Boca se rompió las manos para aplaudir a un jugador expulsado en un Superclásico, pero todavía resuena en el Monumental el impacto del Tano contra el Cabezón, el cual aún justifica: 1984 fue el peor año de la historia del club, prácticamente quebrado económicamente y con dos de sus figuras, Ruggeri y Gareca, impulsando una huelga pese a la disconformidad de sus compañeros y jugando por el 20% para quedar libres. Como si fuera poco, el destino sería nada menos que River. Y más allá de haber sido una operación que ayudó a las arcas, ya que el Millonario pagó 100 mil dólares y los pases del Chino Tapia y el Vasco Olarticoechea, ambos futbolistas entraron a lo más alto de la lista de traidores. El Tigre se fue apenas seis meses después, aunque soportando el "Gareca tiene cáncer, se tiene que morir".
Al Cabezón no le fue mejor. El 27 de octubre de 1985, el equipo del Bambino Veira se imponía con aquel golazo de Montenegro, pero todo quedaría en segundo plano a los 30 minutos del segundo tiempo: Passucci le roba la pelota al Tolo Gallego, tira una pared pero se va larga, con tanta fortuna que Ruggeri es quien anticipa. Con la velocidad con la que iba a buscar la devolución, el Tano se arrojó con los dos pies sobre la tibia del defensor, decidido a "romperlo". En cada entrevista, el ex-Boca reivindica aquel acto de venganza por el cual hasta se ganó una agrupación con su nombre.
Técnicamente fue una "casi" patada, por suerte para Chila. Cuatro años antes habían sido compañeros en Vélez, cuando el Cabezón volvió de Real Madrid. Pero siempre es difícil que dos personalidades tan dominantes convivan y, unos meses después, fue el defensor quien emigró, mientras el paraguayo se quedó a ganar todo con Bianchi como DT. En 1993, en un partido de las Eliminatorias para el Mundial, hubo empujones y manotazos, además de la participación de otro enemigo del 6, Roberto Cabañas.
En el Apertura 96 se enfrentaban Vélez y San Lorenzo en el José Amalfitani. El Fortín, bicampeón en ese momento, se floreaba con un triunfo 4-1, pero la cabeza de Ruggeri estaba puesta en Chilavert, al que acusó de haberlo escupido. Entonces se acercó a Ángel Sánchez y le dijo "no lo eches, que le voy a dar una". Lo midió contra un rincón, tomó carrera y se tiró en plancha con las dos piernas. Si el 1 no lo esquivaba, iba derecho al hospital. "Se sentó en el banco quise calmarlo, fue como abrazar a la bomba atómica", contó un millón de veces el Bambino Veira. Nunca se volvieron a ver las caras, aunque desde los medios se siguen desafiando a esa pelea mano a mano que nunca tuvieron.
River y San Lorenzo protagonizaron un verdadero clásico en el 2008, con la inolvidable serie de Copa Libertadores que contó con Ramón Díaz y D'Alessandro en el equipo azulgrana y Sebastián Abreu y Simeone en el Millonario, entre otros. En la violenta revancha, que tuvo cuatro expulsados, Radamel Falcao le provocó una microfractura en la rodilla al Gallego, tras una patada cerca de una de las esquinas del Monumental, por la que estuvo 45 días afuera de las canchas.
En agosto de ese año se volvían a enfrentar en Núñez, pero por el Torneo Apertura. Era un aburrido 0-0 y el defensor esperaba el momento para vengarse: llegó el minuto 47, un saque de arco de Ojeda y cuando Falcao se preparaba para peinarla, un planchazo en la columna. Méndez lógicamente vio la roja y se fue con toda la bronca, aunque luego diría "si quería lastimarlo, lo lastimaba" y de lo único que se arrepintió es de no haberlo invitado a pelearse a pñas. Del otro lado, el Tigre calificó el golpe como "un rasguño". Con el tiempo se perdonaron y hasta se llevan de forma cordial.
Ramiro Funes Mori forjó su idolatría con los hinchas de River en los Superclásicos del 2014 y 2015. El "Ramirazo", la patada a Meli, la serie de Copa Sudamericana y, por último, la Copa Libertadores 2015. Gio Simeone contó que "Ponzio y Vangioni le pegaban a todo lo que tenía medias azules", entendiendo que el Millonario tenía que mostrar guapeza ante Boca en los duelos internacionales. Y el Melli fue más allá.
53 minutos, partido 0-0 y la pelota que vuela por el Monumental, hasta que el defensor va a buscarla mientras Pablo Pérez la espera en el césped, por lo que se transforma en el objetivo de los tapones, que se clavan en pleno abdomen. Aún hoy los hinchas Xeneizes y el volante le reclaman a Delfino la leve sanción, al mostrarle solamente la amarilla.
"Pasa el jugador o la pelota, nunca los dos", pensó Agustín Orion y cumplió, aunque eso le costara una fractura a Carlos Bueno. Torneo de Primera División 2015, el de los 30 equipos. El Xeneize no la pasaba bien ante San Martín en San Juan, empataba 1-1 y el atacante quedaba mano a mano para darle la ventaja al Verdinegro. Punteó la pelota antes que el arquero, que estiró su pierna y "se lo llevó puesto", lo que provocó la fractura de tibia y peroné de su rival, llevado en camilla en pleno llanto. Orion fue expulsado por último recurso pero volvería unas fechas después, mientras que Bueno estuvo medio año afuera de las canchas.
Carlitos jura y perjura que no tuvo la intención de lesionar a Ezequiel Ham. Pero las imágenes no lo ayudan demasiado. En el mismo torneo de la patada de Orion, el Apache fue a buscar una pelota dividida con el joven volante de Argentinos, que afirmó el pie en el suelo y eso, sumado a todo el peso del cuerpo del ídolo de Boca sobre el pie derecho clavado en su pierna, le provocó fractura de tibia y peroné con compromiso en el tobillo, por lo cual fue operado dos veces y estuvo un año y medio sin jugar. Tevez ni siquiera fue expulsado.
La más inexplicable de todas las patadas, si se deja de lado que el agresor fue el Gato. Duelo caliente entre Boca y Vélez por la Copa Libertadores 2007, pero la jugada no llevaba demasiada fricción. Balón largo a las manos del arquero y Palacio, que había ido a presionar a la espera de un error, ya detenía su marcha. Pero Sessa quiso proteger de más la pelota y levantó la pierna hasta impactar su el taco del botín directamente con la cara del delantero, muy cerca de causarle una lesión en el ojo. Inmediatamente se llevó las manos al rostro, comprendiendo su inexplicable accionar al ver la tarjeta roja.
La Confederación Sudamericana de Fútbol lo sancionó por cuatro fechas y hasta un abogado intentó demandarlo por sus repetidas irresponsabilidades, pero no tuvo efecto, aunque la condena fue "social" y puso fin a su ciclo en Liniers.
Otro duelo de Copa Libertadores entre equipos argentinos, esta vez en el 2005 y con Banfield y River como protagonistas. Damián Giménez pasó a la historia por haber logrado algo impensado: dejar sin aire a Javier Mascherano. El Cebolla tiró un autopase por la izquierda pero la pelota se le iba larga y un joven Masche, incansable, lo anticipaba con una barrida. Pero el Cebolla no pudo detener su marcha, se tiró al piso e impactó de lleno sobre el pecho del Jefecito, que pasó minutos en el piso en busca de oxígeno. Ambos siguieron en el encuentro, el del Taladro por apenas ser amonestado y el del Millonario, hoy en Estudiantes, por ser de acero.
Bonilla es uno de los jugadores recordados por los hinchas de Boca cuando arman el equipo con los peores jugadores de los últimos tiempos. Y entre las pocas jugadas destacadas de su paso por el club aparece, lógicamente, una patada. En el pésimo Clausura 2010 para el equipo que dirigía de forma interina Abel Alves, tras la salida del Bichi Borghi, Colón lo bailaba 3-0 en Santa Fe y el zaguero colombiano, cansado de Facundo Bertoglio, lo levantó prácticamente un metro del suelo. Su justificación fue que estaba enojado porque el Bichi Fuertes lo había insultado con una frase racista.
"El pato le tira a la escopeta", dice un viejo refrán. Si uno imagina un cruce entre el Chavo y el Burrito, imagina primero que el aguerrido defensor del Pincha va a buscar al talentoso enganche del Millonario. Pero no fue así en el Clausura 2010. El de River denuncia que, en un cruce de un partido caliente, Desábato le dijo "borracho". Por esa razón, aprovechó que su rival se había barrido para recuperar la pelota y le autografió la rodilla con los tapones. Pitana ni siquiera lo amonestó y el Chavo se la devolvió, aunque sin la vehemencia del 10. Tras el partido, nunca negó el insulto y entendió la situación como cosas del juego.
Si el clásico rosarino es el de más temperatura de la Argentina, el de la Copa Sudamericana 2005 fue mayor aún. Clima efervescente en las tribunas y los equipos dejando alma y vida para lograr lo que conseguiría el Canalla con el "Pirulazo". Pero antes de eso hubo un encuentro de ida en el Coloso y el Loncho aún desea no haber estado en ese lugar, ya que se llevó de recuerdo un planchazo entre el pecho y la pera, de esos que generan KO en las artes marciales mixtas. Pompei solo lo sancionó con tarjeta amarilla.
No, no iba a faltar esta obra maestra del karate. Sobran las palabras, más allá de contextualizar que River ganaba en La Bombonera, Boca ya estaba con 10 por la expulsión de Abbondanzieri, el Rolfi había punteado la pelota y estaba por quedar mano a mano y el Tucumano no podía hacer otra cosa. El Superclásico se definiría sobre el final con el penal inventado por Guillermo que convirtió Palermo, pero absolutamente todos lo recuerdan para siempre como "el de la patada de Krupoviesa".