
La Galerna
·3 de julio de 2023
Laporta y la dieta de los donuts caducados

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·3 de julio de 2023
Buenos días. Me pagan muy poco por hacer este trabajo. Disculpareis que este humilde portanalista abra fuego hoy con esta confesión, descarnada y en primera persona. A Bengoechea no le gustará. Que se joda Bengoechea, que nos tiene (que me tiene) a cuarenta grados a la sombra, incluso desde tan temprano, tratando de destilar algo de interés madridista en las primeras planas del estío.
Ahora mismo, se puede freír un huevo en mi cerebro. No vendrá mal para desayunar. Estoy dando vueltas y vueltas a las portadas tratando de dar con algo que rascar, madridistamente hablando, en los recovecos de los cuatro jinetes del Apocalipsis. Sin embargo, más allá de la correspondiente felicitación a la selección española sub19’ de baloncesto, poco hay que incumba al Real Madrid, que es lo que nos concierne en esta publicación.
Menos mal que la prensa generalista sale al rescate, porque de lo contrario nos veríamos abocados a la rendición, cosa que aún no ha tenido lugar en esta sección salvo error por parte de quien les escribe. Y la salvación viene de parte de La Vanguardia, rotativo catalán editado por el mismo grupo que Mundo Deportivo y que no es otro que Grupo Godó, grande de España. Hoy en La Vanguardia entrevistan precisamente a otro grande de España. Con esta doble pista, seguro que intuís a quién nos referimos.
En efecto, amics, ni más ni menos que el hombre que cuadriplicó el sueldo a José María Enríquez Negreira, cuestión esta que, por lo que sea, no forma parte de la exhaustiva batería de preguntas que le hacen a Jan Laporta los compañeros del insigne diario catalán. De hecho, la palabra Negreira brilla por su ausencia en el diálogo. A cambio, los amics han preferido hacer lo que los clásicos llamarían una entrevista de interés humano, con muchas preguntas (bastante repetitivas, por cierto) sobre la salud del protagonista.
Es ahí, hablando de su salud, donde Jan Laporta nos ofrece una confesión tan descarnada como aquella con la que este portanalista les abría su corazón de par en par al comienzo de esta pieza. Atención a la revelación de boca del mandatario culé, que nos ha sorprendido a todos. “Tengo sobrepeso”, declara sin miramientos. Hay secretos que, una vez salen a la luz, te dejan con el alma encogida.
Pese al habitual ánimo satírico de esta sección, no pensamos insuflar el menor animus iocandi sobre la relación de Jan Laporta con la báscula. Ya lo insuflamos sobre su relación con María Lapiedra (tampoco mucho), y con ello fue suficiente. Y no es porque la corrección política desaconseje hacer sangre con los defectos físicos de las personas, sino porque meterse con los kilos sobrantes de un gordo es un ejercicio repugnante de crueldad desde mucho antes de que se impusiera el wokismo. Hay que ser muy cabrón para meterse con la gordura de un gordo. Además, en la propia historia blanca contamos con gordos tan ilustres que jamás nos perdonaríamos agredir verbalmente a Laporta a cuenta de su barriga. Hacerlo acarrearía extender una pátina de burla sobre algunos iconos del madridismo igualmente entrados en carnes, empezando por el mismísimo Bernabéu y continuando con Puskas o Ronaldo Nazário.
En La Galerna, pues, se respeta a los gordos, y si hay que meterse con uno de ellos que sea por razones distintas a su peso. En este sentido, no faltan en Jan razones para censurarle más allá de su volumen. El problema es que La Vanguardia tampoco enfrenta a su entrevistado con ninguna de ellas. La entrevista es una sesión de baño y masaje que soslaya por completo aquello por lo cual el Barça (con varios presidentes al frente, también con Laporta) es ya mundialmente famoso: por haberse comprado el favor del estamento arbitral durante un mínimo de dos décadas.
Nada de eso aparece en el intercambio de pareceres entre La Vanguardia y el presidente azulgrana. Por lo que sea, ya os decimos. Habrá sido un olvido. Además, eso ya lo explicó (?) divinamente (?) Jan en aquella aparición con la prensa junto a 43 CDs llenos de reggaetón donde debería haber informes arbitrales.
Se prologan sin embargo las referencias a la salud del prohombre, que cuenta la alarma que suscita entre sus amigos el encontrarle tan apto para un casting de una película de Aranofski. “Vas a petar”, dice que le advierten. Nah, nosotros los descartamos. Nada relativo al Barça peta jamás. De hecho, acaba de ganar una liga que no se debería ni haber jugado tras saberse lo de Negreira, y va a disputar como si tal cosa la próxima edición de la Champions League a cambio de un arrepentimiento sincero por haberse sumado a la Superliga y/o un silencio sobre escándalos cómplices entre UEFA y Barça.
Pero de esto (oh) tampoco trata la entrevista. Donde sí llega a decir Jan una cosa interesante es cuando le preguntan por Messi.
He aquí dos revelaciones en una. Que siguen pagando a Messi como si siguiera siendo un asalariado del club (lo harán hasta 2025) y que Tebas les ha dicho que eso no tiene nada que ver con la masa (con perdón, Jan) salarial y que todo OK, Josep Lluís. Se conoce que seguir pagando un sueldo a quien ya no tienes en nómina no debe computar como sueldo pagado.
En esa línea argumental, comerte un paquete de donuts caducados no computa como comer. Son todo buenas noticias para Jan, que hace en la entrevista propósito de la enmienda y se propone ponerse a dieta “ahora que llega el verano”. La dieta de los donuts caducados puede ser una solución idónea y poco sacrificada de llevar a la práctica. Si pagar un sueldo a un tío que ya no juega para ti no es pagar un sueldo, zamparte una serie de bollos más allá de su fecha de caducidad no es práctica que conduzca al sobrepeso.
Pasad un buen día.
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