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·24 de agosto de 2024

La única vez que Ernesto Valverde sonrió

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Con el escudo reflejado en la luna del coche, Ernesto Valverde cerraba su turbulento periplo en la Ciudad Condal con una sonrisa. La única, quizás, que el técnico esbozó en sus dos años al frente del banquillo blaugrana. Aquel lunes, trece de enero de 2020, después del entrenamiento matinal, el F.C. Barcelona prescindía de los servicios de un técnico que había logrado cuatro títulos en dos campañas: dos Ligas, una Copa y una Supercopa. La primera temporada en la liga regular tan sólo había perdido un partido de los 38 disputados; en la segunda, tres.

Se hablaba entonces de que, mientras el Txingurri dirigía a los culés, el núcleo de Josep María Bartomeu viajó a Qatar para tantear la llegada de Xavi Hernández, quien daba sus primeros coletazos en ese mundo tan complejo de los banquillos. Pero el tiempo, que no sólo es sabio, sino que además pone a cada uno en su lugar, ha demostrado que el problema del conjunto azulgrana no residía en los banquillos: reside en los despachos. El Barcelona perdió las formas con un entrenador que dio siempre la cara en uno de los momentos más críticos del cuadro catalán. La destitución de Valverde ponía fin a esa filosofía que llevaba por nombre ‘Mès que un club’, y eso es lo triste. Lo triste no es despedir a Ernesto, o perder a Neymar, Messi o Suárez. Lo triste es perder la esencia.


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El de Viandar de la Vera no se mereció el trato recibido. Si bien su pragmatismo fue una de sus sentencias en Barcelona, también es cierto que ha sido una de sus mayores virtudes en su carrera. Ni la derrota ante la Roma, ni el descalabro frente al Liverpool podrán empañar el trabajo brillante que realizó al frente del banquillo culé. El hombre que intentó unir a un equipo que se deshacía, que tuvo que dar explicaciones que no le correspondieron, que tuvo que aguantar que se ofreciera su cargo a más de un candidato no se merecía salir por la puerta de atrás. Con el escudo del Barça sobre el rostro, Valverde abandonaba en coche la Ciutat Esportiva Joan Gamper aquella mañana de un día cualquiera del mes de enero. El tiempo ha dejado claro que aquella no fue una derrota personal. Ahora, el Txingurri sigue haciendo historia en el Athletic. Y todo Bilbao sonríe con él.

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