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REVISTA PANENKA

·26 de mayo de 2022

La única meritocracia en que creer

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Un amigo anuncia que la primera colección de cromos que tendrá su hija es la de la próxima Euro femenina. De hecho, ya tiene el starter pack. Se celebrará en Inglaterra en apenas un mes. Refresco ese dato porque las élites no son insaciables solo en cuanto a títulos o fichajes. También necesitan casito. Han sido unos días en los que solo parecía existir el no fichaje de Mbappé por el Madrid. Ha sido gracioso ver cómo parte de la reacción mediática ha sido presentar la cobra del francés como una especie de abuso de poder contra el club de Florentino Pérez, relatado para la ocasión como un pupas menesteroso. Ya se sabe que no hay nadie a quien moleste más un nuevo rico -aunque el PSG ya fuera fundado en 1970 a golpe del dinero de grandes empresarios como el presidente de la federación francesa de golf Pierre-Étienne Guyot- que a un rico viejo. Es una pelea de fogueo, lo que une la clase social difícilmente lo van a separar unos goles. Un baile de heavys, como llama Kiko Amat al mucho bufido y poca piña. Pero ya han tenido que montar el número del mal bebedor que arruina una boda justo el fin de semana de la final de Champions femenina y el desenlace del descenso en La Liga.Pero a lo que íbamos, al quiosco. No sé si se han enterado que no habrá más álbumes Panini de Eurocopas. El de la pandemia ganado por Italia será el último masculino. A partir de ahora se encargará de ello la marca estadounidense de trading cards Topps. Es de suponer que, como ya venía pasando desde hace unos años, habrá estrellas destacadas con imágenes propias. Está bien, siempre hubo estrellas. Siempre hubo héroes de póster. Pero también, en las habitaciones de tantos críos y en las paredes de otros pocos bares, la foto oficial del equipo favorito. Cabe la duda de que sigan haciendo y mucho menos vendiendo como antes. Una imagen que te vigilaba el estudio. Una imagen con la que compartías intimidad. Una imagen que duraba todo un año: quién pillara un asidero conceptual así hoy en día que ya no sabíamos ni a lo que veníamos. Sí, al quiosco. O a donde quiera que vendan ya los cromos. Muchos quioscos de Madrid o Barcelona han sido sustituidos por una startup de moldes semivacíos similares a una triste, desabastecida y hueca marquesina.Los cromos son, o eran, una luz que llegaba a la emulsión de nuestro cerebro. Una cabeza tan sensible en esos años. Necesitada de encontrarle a todo sentido. Ah, eso va a más con el tiempo. La imagen, como el cromo, quedaba fijada en nuestro interior y tardaba en despegarse de ahí. Por eso es tan importante y me alegro tanto de que haya niñas, como la hija de mi amigo, que vayan a familiarizarse tan pronto con las jugadoras. Pero quizá haya algo en esos autoadhesivos que explique más cosas. No hablo de haber conocido pronto a los Stojković, Hagi o Donadoni, sino de aprender que tenían el mismo espacio en el álbum que sus compañeros menos vistosos y que también los Balones de Oro. ¿Qué moraleja había en unas páginas cuya portada nunca se cedió a ningún jugador real? ¿Qué lección de igualitarismo radical escondía nombrar a cada país en su propio idioma? Socialismo Panini. Sin clases, favoritos ni estrellas. El folio en blanco en dibujo libre. El virgen cero a cero. Aunque maltratada por presupuestos desiguales, ultraconservadoras fases de grupos, superricos secesionistas y campeones repetitivos, es la única meritocracia en la que algunos todavía necesitamos creer: la de la ley del césped. SUSCRÍBETE A LA REVISTA PANENKAPuedes conseguir el nuevo número en nuestra tienda online.

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