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·18 de noviembre de 2021

La segunda parte de Dani Alves

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La presentación de Dani Alves fue otro reflejo de las intenciones del actual FC Barcelona: volver al camino del que se desvió el club

Después de algunos días de lluvia y frío, el sol volvía a hacer acto de presencia en Barcelona el pasado miércoles 17 de noviembre. Por mucho que la tribuna del Camp Nou generara un contraste de luz y sombra sobre el césped, hasta el mismísimo clima sabía que era un día grande para la ciudad condal, especialmente para el entorno barcelonista. El FC Barcelona presentaba a Dani Alves, que con su característico brillo particular demostró en su bienvenida oficial el motivo de su retorno: ser un faro para volver al camino que el club abandonó en el último lustro.

Alves regresó a Barcelona tras despedirse de ella en 2016. Posteriormente fue a parar a Turín y París, ciudades que no escasean de glamour, pero que al mismo tiempo no suponían vivir un sueño. Quizás las experiencias son las que nos hacen crecer como personas, pero Dani demostró la irracional voluntad humana de volver allí donde fuimos felices. Todas sus expresiones -desde sus declaraciones hasta pisar el césped sin calzado- demostraban que el brasileño estaba loco por regresar. Al fin y al cabo, como bien declaraba él mismo, el FC Barcelona y sus integrantes de la época dorada fueron los que le elevaron a lo que es y significa en la actualidad.


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Decía Albert Blaya en un texto precisamente sobre el brasileño que “la nostalgia puede ser un motor narrativo potentísimo. Pero es una forma de miedo, de reducto de algo atávico que nos hace creer que cualquier tiempo pasado fue mejor”. Y el actual FC Barcelona, completamente consciente de ello, abrió el telón para dar paso a toda una obra emocional con el protagonismo de Alves. Dani ratificó a las más de 10.000 personas presentes en el Camp Nou que se había hecho con el número 8 de Andrés Iniesta por los mismos motivos por los que se hizo con el de Xavi Hernández en 2016. Sin embargo, también mencionó otro nombre: el de Hristo Stoickhov. Con dos nombres reflejó que, dejando aparte el aspecto puramente técnico o deportivo, Dani Alves había vuelto para revivir la llama del cruyffismo.

El ánimo y el carácter con el que Joan Laporta hablaba a los aficionados durante la presentación era una especie de retorno al pasado, a cuando gritaba “al loro, que no estamos tan mal” sin pelos en la lengua. Presidente y jugador saludaron al público dándose la mano juntos mientras la alzaban como si de un héroe se tratara. De hecho, en realidad sí que lo era. Que sonaran canciones de finales de los 2000 o inicios de la década de 2010 como When Love Takes Over quizás fuera una casualidad, pero bendita fue. Todos esos pequeños detalles servían como estímulos para ratificar la voluntad de levantar un club a través del juego y carácter que lo catapultó a ser el mejor del mundo.

Pero si bien es cierto que el club usó el pasado como estímulo para ilusionar a los aficionados, fue este mismo el que destapó algunas heridas que todavía no están cicatrizadas. De los gritos de “puta PSG” o “puta Real Madrid” se podía percibir cómo la gestión de Josep Maria Bartomeu había revivido los complejos derrotistas culés, aquellos que con el Dream Team o el Barça de Pep Guardiola parecían inimaginables sentir. Que Dani Alves fallara en sus tres intentos de regalar un balón al público reflejaba que ni siquiera un mito como él se podía salvar del riesgo de no ser una buena segunda parte. Sin embargo, hasta enero este ámbito será una incógnita no resuelta. Pero lo que sí se ratificó durante la presentación fueron las ganas de recuperar el tiempo perdido para volver al camino en el que más se gustó el FC Barcelona.

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