La retroalimentación de Adi Hütter en el Eintracht Frankfurt | OneFootball

Poco tiempo ha transcurrido en el Eintracht Frankfurt desde aquellas noches europeas donde los pupilos de Adi Hütter masticaban a históricos del fútbol continental como Olympique de Marsella, Lazio, Shakhtar Donetsk, Benfica o Inter de Milán.

Parecía complicado que la pasada temporada mejorase a la de un Eintracht que venía de proclamarse campeón de la DFB Pokal con Niko Kovač como técnico. Sin embargo, el equipo la superó y tan llamativa fue su puesta en escena que a varios de sus futbolistas no les pararon de llover ofertas que han desembocado en una difícil reconstrucción de plantilla, cuyos frutos no están siendo degustados por el momento.

El éxodo de una de las delanteras más complementarias de Europa

Ante Rebić, Luka Jović y Sébastien Haller. Puede que, libra por libra, este no fuese el tridente más temido del viejo continente. De lo que no hay duda, es que el técnico austriaco hizo que, con su 3-4-3, por momentos sí lo pareciese dada la complementariedad que compartían el “4”, el “8” y el “9”.

Algo equiparable al rédito que está sacando Antonio Conte en el presente curso con Romelu Lukaku y Lautaro Martínez. Una premisa basada en saber potenciar al compañero, para que este también pueda sacar tu mejor versión individual y que así el equipo brille en términos colectivos.

Una línea continuista cuyos fichajes no están cumpliendo con las expectativas

Aunque su afición –una de las más fieles, ruidosas y coloridas– siga acompañando al equipo allá donde va, la percepción es que el Eintracht vive un periodo de transición donde Hütter no acaba de dar con la tecla.

El míster mantuvo a principio de temporada el sistema que tan buen rendimiento le dio a lo largo del año anterior, pero con el condicionante de verse obligado a renunciar a la determinación de sus delanteros para abrir camino a una nueva generación.

Lejos de la realidad, los fichajes de Kamada, André Silva y Bas Dost ­–como relevos de Rebic, Jovic y Haller, respectivamente­– defraudaron y no se adaptaron al mismo rol que les quiso otorgar su técnico. Poco a poco, se fue perdiendo la esperanza de sacarle el máximo partido a una delantera que ya no se potenciaba de forma recíproca, donde la energía y el pulmón que aportaba Rebic ya no eran plasmados por Kamada, y donde ni Bas Dost guardaba fuera del área las similitudes de Haller para poner de cara a la segunda línea, ni André Silva prometía la cuota goleadora y la agresividad en la ruptura que caracterizan al ahora delantero del Real Madrid.

La mutación de un sistema que necesita al mejor Kostić en 3/4 de campo

El equipo ya ha dejado atrás aquel sistema tan peculiar en el cual, además de los tres atacantes, Danny da Costa (derecha) y Filip Kostić (izquierda) representaban la versión más incisiva que pueda tener un carrilero en términos ofensivos.

Ambas piezas tenían una velocidad y, sobre todo, una capacidad para repetir esfuerzos que les hacía generar la amplitud necesaria para que el tridente encontrase los espacios por el carril central.

Hütter ha visto la necesidad de aumentar el equilibrio y, para ello, agregar varios futbolistas de mayor trabajo y rigor táctico en el mediocampo y en los costados, donde ya no existen carrileros, sino laterales.

Almamy Touré le está ganando la partida a Da Costa en el lateral diestro, mientras que en el costado opuesto, tampoco está ejerciendo ya como lateral Filip Kostić, sino que se ha hecho con la titularidad un central zurdo reconvertido a lateral como Evan N’Dicka.

El francés ya dejó buenas actuaciones la pasada temporada siendo el escudero más expeditivo del serbio, quien tapaba sus subidas por el flanco izquierdo, aunque en aquel caso lo hiciera como central en línea de tres.

El gran motivo de la transformación al 4-2-3-1 actual se explica por la necesidad del Eintracht por acercar a su futbolista más determinante en ataque al área contraria. Kostić ya no arranca desde tan atrás, sino que ha pasado a ser el extremo que encara y es capaz de desbordar tanto por dentro, para trazar la diagonal y el disparo desde la frontal, como por fuera, para poner el centro que busque el remate de Dost o André Silva.

El cambio le ha sentado bien al serbio, pero, sobre todo, está permitiendo que el equipo sea más imprevisible, tenga mayor capacidad de intimidación en los duelos individuales y, especialmente, que gane vértigo a la hora de transitar cuando el rival deja espacios en defensa.

Encuentra más análisis y contenido de fútbol alemán AQUÍ.

El otro de los cambios más llamativos es el de los centrales. Ahora en línea de cuatro, Hinteregger sigue mostrando la seguridad dentro y fuera del área que le hace ser uno de los defensores más eficaces de la Bundesliga, pero su acompañante –habitualmente el capitán David Abraham– debe medir sus impulsos de la forma que demanda el cambio de sistema.

En salida de balón no ha cambiado ostensiblemente el plan pese a la pérdida de minutos de Hasebe, uno de los nombres más calificados en esta faceta. No es extraño ver como el pivote se incrusta entre dos centrales que se abren para conformar, en este caso, de nuevo una línea de tres.

El equipo ha ganado rigor posicional y se está convirtiendo en un plantel que explota mejor los recursos que tiene ahora en plantilla. Ha dejado de lado gran parte de la movilidad que mostraban sus atacantes y la capacidad de sus carrileros para aparecer por sorpresa y provocar un 2 contra 1, situación donde se gestaba la superioridad que hacía que la zaga rival se viese mucho más exigida a realizar coberturas y basculaciones conjuntas.

Aún hay esperanzas de que Adi Hütter recupere su vistoso plan A. No obstante, parece que el austriaco tendrá que convivir por el momento con la necesidad de priorizar la solidez en defensa para consecuentemente ejecutar el arte del contragolpe, al menos hasta que pueda reforzar una plantilla corta de talento a nivel individual.