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·30 de junio de 2025
La perfecta reconstrucción de Oklahoma City Thunder

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Año 2006, los Seattle Supersonics eran vendidos a Clay Bennet. Un empresario natal de Oklahoma que había sido parte del equipo de propietarios de los San Antonio Spurs a mediados de los 90’s. Al comprar la franquicia, Bennet aseguró que mantendría al equipo en la ciudad. Pero poco tiempo después comenzaron a surgir rumores de un posible translado de la franquicia. Rumores que se confirmaron naciendo así los Oklahoma City Thunder. A pesar de las protestas de la ciudad de Seattle el acuerdo se haría valido en julio de 2008, y los Supersonics se mudarían a Oklahoma cambiando su nombre, su localidad y sus colores.
A pesar de que el cambio se anunció a finales del año 2006 los Seattle Supersonics se mantuvieron en la liga durante la campaña 2007/2008. Una temporada que además de ser la última, fue clave para entender toda la historia de los Oklahoma City Thunder. Tras un año flojo, los Supersonics tenían en su poder la segunda elección del draft del año 2007. Dos hombres eran los favoritos para ser la primera elección del draft. Uno era Greg Oden, el pívot de Ohio State seleccionado en primera posición por los Trail Blazers. El otro jugador era Kevin Durant. El alero proveniente de la Universidad de Texas recalaba en Seattle Supersonics tras promediar 26 puntos y 11 rebotes con unos porcentajes del 47% en tiros de campo y un 41% en triples.
Durant en los Seattle Supersonics | Fuente: The New York Times
Durant cambió el rumbo de los Oklahoma City Thunder y de la NBA. En su única temporada en Seattle, el alero ganó rookie del año con promedios de 20 puntos y 4 rebotes. Una temporada espectacular, pero que no fue suficiente para evitar el peor récord de la historia de los Supersonics. 20 victorias y 62 derrotas. Un balance que les dio la cuarta y la vigesimocuarta posición en el draft de 2008. Posiciones que aunque a priori no parecían grandes oportunidades en el draft resultaron en dos nombres clave para lo que sería el futuro de los Thunder.
Tras una última temporada nefasta de los Seattle Supersonics, en la 2008/2009 nacían los Oklahoma City Thunder. La historia de la franquicia empezó en el draft, cuando eligieron a Russell Westbrook y a Serge Ibaka con el cuarto y vigesimocuarto puesto. Dos nombres claves para entender la primera gran etapa de los Thunder. Tras una temporada de debut complicada con un récord que apenas supero por tres victorias el de la temporada anterior, muchos especialistas pronosticaban que podían ser unos futuros contenders al título. Es así como con la tercera elección del draft de 2009 los Thunder eligieron a James Harden, formando así un superquipo de jóvenes.
El big 3 de los Oklahoma City Thunder | Fuente: Ronald Martinez, Getty Images
La elección de «la barba» fue clave. Los Oklahoma City Thunder encadenaron una racha de cinco temporadas consecutivas entrando en playoffs. A las buenas elecciones de la franquicia en el draft, se le sumo el buen hacer de la directiva en los despachos. Los Thunder durante estas cinco temporadas consiguieron jugadores cómo: Derek Fisher, Kendrick Perkins o Thabo Sefolosha. Jugadores que aportaron y que ayudaron a construir el futuro de la franquicia.
El año 2012 no fue un año cualquiera para los Thunder. En una temporada recortada por el lockout de la NBA. Oklahoma llegaba como una de las favoritas al título. Tras perder el año anterior en las finales de conferencia contra unos Dallas Mavericks que a la postre serían campeones la 2011/12 prometía ser el año del primer campeonato. Y así fue, la temporada regular fue todo un éxito. Segundos en el oeste con un balance de 47-19, solo fueron superados por unos Spurs que parecía que serían sus máximos oponentes. Además en lo individual los Thunder triunfaron, James Harden fue nombrado mejor sexto hombre del año, Kevin Durant por su lado quedó segundo en la carrera del MVP solo por detrás de un excelso LeBron James, mientras que a su vez Serge Ibaka también finalizó en segunda posición en el premio a mejor defensor del año.
Con estas credenciales los Thunder se presentaron a playoffs con el objetivo de hacer historia. En primera ronda se vengaron de los Mavericks, barriéndolos en primera ronda. En las semifinales de conferencia los Lakers de Kobe y Pau lograrían ganar el tercer partido de la serie, pero OKC se impuso por 4-1. Los Thunder llegaban así a sus segundas finales de conferencia seguidas y en esta ocasión contra los San Antonio Spurs. El conjunto de Popovich venció en los dos primeros encuentros en casa, pero Oklahoma sacó todo su potencial, y con un Kevin Durant que no bajó de los 22 puntos en ningún partido los Thunder vencieron los siguientes cuatro partidos y se clasificaron por primera vez en su historia a unas finales NBA.
En las finales, se enfrentaron a los Miami Heat del Big-3 formado por LeBron, Wade y Bosh. Los analistas pronosticaban una posible final a siete encuentros, pero no fue así. Los Heat avasallaron a su rival, y tras perder el primer encuentro no permitieron ningún despiste más, ganando los cuatro partidos siguientes en lo que significó el primer anillo de LeBron James. A pesar del gran esfuerzo de Durant y de Westbrook, el juego colectivo de sus oponentes fue demasiado y aunque el resto de jugadores de rol rindieron a un nivel óptimo, nunca estuvieron cerca de alzarse con el campeonato.
La derrota fue muy dura y el equipo comenzó a desquebrajarse. Harden cansado de ser sexto hombre, fue traspasado a los Houston Rockets donde el escolta se consagró como uno de los mejores jugadores de la liga y se alzó en la temporada 2017/18 con el trofeo de MVP.
La salida de James Harden en 2012 marcó el inicio de una lenta, pero inevitable fractura del proyecto inicial. Pese a la decepción en las Finales, los Thunder siguieron compitiendo al más alto nivel. Durant, Westbrook e Ibaka mantuvieron a la franquicia en la élite del Oeste, pero algo se había roto. En los años siguientes, el equipo seguiría siendo contendiente, pero nunca volvió a acercarse tanto al título como en aquella temporada 2011-12.
En 2014, Oklahoma alcanzó las Finales de Conferencia una vez más, esta vez cayendo ante los San Antonio Spurs de Duncan, Parker y Ginóbili. Aquel equipo texano terminaría coronándose campeón frente a los Heat, y la sensación en Oklahoma era de estar siempre a las puertas, pero sin llegar a cruzarlas. Las lesiones también jugaron un papel fundamental. En la temporada 2014-15, Kevin Durant apenas pudo disputar 27 partidos por una fractura en el pie, y Russell Westbrook también tuvo que lidiar con problemas físicos. Esa temporada, los Thunder ni siquiera lograron clasificarse a los playoffs.
Pero el año siguiente parecía la última gran oportunidad. En la 2015-16, Durant y Westbrook volvieron a rendir al máximo nivel. El equipo acabó tercero en la Conferencia Oeste y en playoffs mostró todo su poder. En semifinales de conferencia eliminaron a los Spurs por 4-2, y en la final del Oeste llegaron a colocarse 3-1 frente a los Golden State Warriors de Stephen Curry, que venían de una temporada histórica de 73 victorias. Todo parecía encaminado al regreso a las Finales.
Kevin Durant y Stepehen Curry tras acabar la serie | Fuente: Getty Images
Pero Oklahoma dejó escapar la serie. Los Warriors remontaron y ganaron tres partidos seguidos, culminando la hazaña en el séptimo partido en Oakland. Kevin Durant, frustrado, dolido y convencido de que no podría ganar un anillo en Oklahoma, sorprendió al mundo ese verano firmando con los propios Warriors. El movimiento fue recibido con indignación por buena parte de la afición de los Thunder y la NBA en general. Aquello marcó el final definitivo del primer proyecto serio de campeonato en Oklahoma.
Sin Durant, el panorama parecía sombrío. Pero en vez de reconstruir desde cero, la franquicia decidió confiar plenamente en Westbrook. En la temporada 2016-17, el base respondió con una de las campañas más memorables de la historia de la liga: promedió un triple-doble (31.6 puntos, 10.7 rebotes, 10.4 asistencias) y se convirtió en el primer jugador en lograrlo durante una temporada completa desde Oscar Robertson en 1962. El Thunder se clasificó a playoffs, aunque fue eliminado en primera ronda por los Rockets de Harden. Westbrook, sin embargo, se llevó el MVP de la temporada.
En un intento por rodearlo de talento, la directiva se movió con agresividad. En 2017 traspasaron por Paul George, estrella de los Pacers, y también incorporaron a Carmelo Anthony. Sobre el papel, el equipo tenía talento para competir, pero en la práctica, las piezas no encajaron. Oklahoma cayó en primera ronda de playoffs tanto en 2018 (ante Utah) como en 2019 (ante Portland), donde Damian Lillard cerró la serie con un triple sobre la bocina desde casi media pista, delante de un incrédulo Paul George.
La eliminación fue un punto de inflexión. Ese mismo verano de 2019, Paul George solicitó el traspaso. La franquicia accedió, negociando uno de los intercambios más importantes en la historia de la liga: lo enviaron a los Clippers a cambio de Shai Gilgeous-Alexander, Danilo Gallinari y una cantidad sin precedentes de elecciones de draft: cinco primeras rondas y dos derechos de intercambio. Poco después, Westbrook también fue enviado a los Rockets, iniciando de forma oficial una nueva reconstrucción.
En la NBA moderna, reconstruir puede ser un camino largo y doloroso. Pero Sam Presti, General Manager desde los tiempos de Seattle, tenía experiencia en construir desde cero. Su visión fue clara: acumular activos, apostar por el draft y formar una base sólida desde la juventud. En lugar de buscar un “tankeo” extremo o de apresurarse con traspasos grandes, el equipo fue paciente. Mantuvo contratos flexibles, apostó por entrenadores jóvenes y empezó a dar minutos a jugadores sin nombre, pero con potencial.
La pieza más importante de este nuevo ciclo llegó sin hacer ruido. Shai Gilgeous-Alexander, entonces con solo 21 años, mostró flashes de grandeza en su primera temporada en OKC. Con movimientos fluidos, gran IQ y capacidad para jugar en varias posiciones, rápidamente se convirtió en el eje del nuevo proyecto. En la 2019-20, pese a las bajas expectativas, el equipo sorprendió y se metió en playoffs, liderado por Chris Paul, Gallinari y el propio Shai. Cayeron en primera ronda frente a Houston en un séptimo partido muy igualado, pero el mensaje estaba claro: el futuro ya estaba en casa.
En las siguientes temporadas, los Thunder se centraron en el desarrollo. Usaron sus selecciones del draft con precisión: en 2021 eligieron a Josh Giddey, un base australiano con gran visión de juego; en 2022, con la segunda elección, seleccionaron a Chet Holmgren, un unicornio moderno de 2.16 metros, capaz de tirar, pasar y proteger el aro con una movilidad inusual para su tamaño. Chet se lesionó en su primer verano y se perdió toda la temporada, lo que retrasó su debut, pero el equipo no se desesperó.
En 2023, la elección de Jalen Williams con el pick 12 fue otro acierto. Un alero versátil, agresivo en ataque y con inteligencia defensiva, que encajó a la perfección con la filosofía de juego colectivo del equipo. A ellos se sumaron piezas clave como Luguentz Dort, un especialista defensivo que se ganó su lugar desde la G-League y que hoy es un pilar defensivo.
Diecisiete años después de su nacimiento, los Oklahoma City Thunder levantaron su primer trofeo Larry O’Brien. No fue fruto de la casualidad ni de una apuesta de última hora. Fue la culminación de una visión a largo plazo que apostó por el talento joven, la paciencia, la cultura de equipo y una defensa implacable. El anillo de 2025 fue el punto final —o quizás el inicio de una dinastía— de uno de los procesos de reconstrucción más exitosos de la historia reciente de la NBA.
La temporada regular ya había sido una carta de presentación contundente. Con 68 victorias y solo 14 derrotas, los Thunder fueron el mejor equipo del campeonato. Shai Gilgeous-Alexander jugó a nivel MVP desde el primer partido, Jalen Williams dio un paso al frente como segunda espada, y Chet Holmgren se consolidó como ancla defensiva en su segundo año. El banquillo, profundo y versátil, se convirtió en una de las armas secretas de Mark Daigneault. Pero la verdadera prueba vendría en los playoffs.
El primer obstáculo fueron los Memphis Grizzlies. Sin Ja Morant y con una plantilla diezmada por las lesiones, el equipo de Tennessee apenas fue rival. Oklahoma barrió la serie 4-0 con una autoridad pasmosa. SGA brilló con promedios de casi 30 puntos por partido y Jalen Williams se destapó como un generador ofensivo clave. La defensa, ya por entonces una seña de identidad, fue asfixiante. Fue una primera ronda sin sobresaltos, pero con un mensaje claro al resto de la liga: este equipo venía por todo.
Semifinales de conferencia: la prueba de fuego ante el campeón
En la siguiente ronda esperaba el actual campeón: los Denver Nuggets de Nikola Jokić. Fue una serie durísima. Los Thunder comenzaron perdiendo el primer partido en casa, generando dudas sobre su capacidad para sobrevivir a la presión. Pero la respuesta fue contundente: un histórico 149-106 en el segundo encuentro devolvió la confianza y mostró la mejor versión del equipo.
La serie se alargó hasta el séptimo partido, donde Oklahoma explotó todo su arsenal. Con un juego coral, una defensa impenetrable sobre Jamal Murray y un Shai imperial, cerraron la eliminatoria con un abrumador 125-93. Vencer al vigente campeón en una serie a siete fue el primer gran escalón emocional del camino al anillo.
En las finales de conferencia esperaba la revelación del Oeste: los Minnesota Timberwolves. Un equipo con un perfil similar al de Oklahoma, joven, físico y defensivo. El duelo prometía ser parejo, pero los Thunder impusieron su jerarquía desde el inicio. Tras ponerse 2-0, sufrieron un duro revés en el tercer partido —una derrota por 42 puntos en Minneapolis— que sembró algunas dudas.
Pero de nuevo, la respuesta fue inmediata. Ganaron el cuarto con temple y cerraron la serie en el quinto partido ante su público. Lo hicieron con una defensa sobresaliente y con aportaciones clave de Chet Holmgren, quien dominó los tableros y taponó como si fuera un veterano de mil batallas.
Las Finales de la NBA enfrentaron a los Thunder con los Indiana Pacers. Dos equipos inesperados, construidos desde el draft, con estrellas jóvenes y entrenadores inteligentes. Era la final más atípica en años, pero también una de las más igualadas.
Indiana golpeó primero, robando el primer partido en Oklahoma con un triple inverosímil de Tyrese Haliburton sobre la bocina. Pero los Thunder respondieron con carácter: dominaron el segundo partido y robaron el factor cancha en Indianápolis. La serie fue un vaivén de ajustes, intensidad defensiva y grandes actuaciones individuales.
El quinto partido fue decisivo. Jalen Williams anotó 40 puntos y Shai sumó 31 para adelantar a Oklahoma 3-2. Pero Indiana volvió a empatar en el sexto, alargando la serie a un séptimo y definitivo encuentro.
El 22 de junio de 2025, en un Paycom Center completamente entregado, los Thunder disputaron el partido más importante de su historia. Y lo hicieron con todo en contra. Apenas iniciado el primer cuarto, Tyrese Haliburton sufrió una rotura del tendón de Aquiles. Un golpe durísimo para Indiana y para la serie. A partir de ahí, Oklahoma impuso su ritmo. Con un tercer cuarto dominante en defensa y grandes minutos de Holmgren —que terminó con 18 puntos, 8 rebotes y 5 tapones— sellaron el partido con un 103-91 que les dio su primer campeonato.
Oklahoma City Thunder celebra el título | Fuente: X @okcthunder
Shai Gilgeous-Alexander fue elegido MVP de las Finales, coronando una temporada en la que ya había sido nombrado MVP de la liga. Con apenas 25 años, lideró al equipo con una madurez impropia, anotando, creando y defendiendo como las grandes leyendas de la liga. A su lado, Jalen Williams brilló como escudero perfecto, y Chet Holmgren demostró que la defensa puede ganar campeonatos.
Oklahoma City se convirtió así en el primer equipo desde los Warriors de 2015 que gana un anillo con un núcleo formado casi íntegramente desde el draft. El anillo fue también el primero para la ciudad de Oklahoma en cualquier deporte profesional. Y, sobre todo, fue una lección para la NBA: no siempre hacen falta superestrellas importadas ni proyectos exprés. A veces, basta con confiar en el talento, trabajar con paciencia… y dejar que el tiempo haga su trabajo.