La Galerna
·27 de abril de 2024
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Tras su victoria de anoche en Anoeta, con el solitario gol de Güler, el Real Madrid está a punto de sellar su liga número 36. Será uno de los más grandes hitos de su historia. Sí, ya sé que el Madrid cuenta sus hitos por Champions y no por ligas, pero hay que atender siempre al contexto para calibrar la magnitud de un logro deportivo.
La liga de los récords de Mourinho tiene un inmenso valor por haberse ganado al mejor Barça de su historia, del que ahora sabemos, además, que jugaba dopado arbitralmente. Este campeonato que está a punto de rubricarse no se ha ganado ante rivales de especial enjundia deportiva, pero sí en la cara de lesiones que el más optimista daba como determinantes en lo negativo (Courtois, Militao, Alaba, la columna defensiva de la Catorce) y ante la vesania de un Comité Técnico de Árbitros encolerizado contra el Madrid por la lucha contra la corrupción arbitral que lidera (es un decir, porque nadie le sigue en la batalla).
Esta liga que está a punto de rubricarse no se ha ganado ante rivales de especial enjundia deportiva, pero sí en la cara de lesiones que el más optimista daba como determinantes en lo negativo y ante la vesania de un CTA encolerizado contra el Madrid por la lucha contra la corrupción arbitral
Por si todo esto fuera poco, el Madrid se apresta a tapar la boca de la práctica totalidad de unos medios cada día más serviles con Tebas, la némesis de Florentino. Esta prensa untuosa con LaLiga (y, hasta que la policía lo impidió, con la Federación también) ha creado un caldo sociológico hostil a la entidad blanca, y lo ha hecho hasta extremos inauditos, justo cuando se ha sabido que el eterno rival tuvo comprado al estamento arbitral durante al menos veinte años. La paradoja es sangrante, y hace que esta liga sepa especialmente bien. Es una liga ganada contra todos, ahora más que nunca. No va a ser un alirón, va a ser un "In your face", como quizá la cante Bellingham agregando algún adjetivo. Institucionalmente hablando, si calibramos el número y la estatura de sus enemigos, la 36 puede ser la liga más meritoria de todas.
El partido de Anoeta dejó otras buenas noticias, entre ellas el gol y los maravillosos detalles de Güler. Cuesta imaginarlo desempeñando un papel primordial en el Madrid repleto de estrellas del año próximo, pero cuesta más aún resignarse a la cesión o la venta de un tipo que ha facturado esa densidad de genialidades por minuto. La afición le idolatra a pesar de lo poco que le ha visto, o quizá precisamente por eso, porque ha sido tan poco pero tan bueno...
Modric jugó asimismo muy bien, lo que se añade a su gran papel en el último mal llamado clásico. Está acabando el año en espléndida forma, y no es descartable que vuelva a marcar la diferencia en lo que queda de Champions. La pregunta es obligada: ¿debe el club atender exclusivamente al DNI, incluso cuando la realidad desmienta lo que dice en el apartado edad? Un exjugador de la sección de baloncesto abogaba recientemente, delante de una ración de jamón, por la propuesta de una continuidad con reducción salarial, como la institución le ofreció en su ocaso, hace ya lustros. Parece que el principal inconveniente para que siga sería la famosa escala. ¿Se ofendería Modric con la propuesta, considerando que su papel sería más residual? La intuición dice que no.
Y, en medio de todo esto, emerge el Bayern. No se puede llegar mejor a esta eliminatoria, tanto en términos anímicos como físicos y tácticos. La enorme riqueza táctica que ha mostrado el equipo a lo largo del año puede convertirse en arma de doble filo. Jugamos tan bien a cualquier cosa, nos adaptamos tan admirablemente a lo que cada partido demanda, que corremos el riesgo de caer en alguna indefinición táctica potencialmente peligrosa. Sería una especie de muerte por éxito táctico.
Esperemos que no pero, incluso en la eventualidad de que mi pequeño miedo se tornase real ante los bávaros, la temporada ya es para enmarcar.
Getty Images.