La inspiradora historia de Francesco Acerbi, defensor de Inter que superó el cáncer, la depresión y ayer se convirtió en el héroe ante Barcelona | OneFootball

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·7 de mayo de 2025

La inspiradora historia de Francesco Acerbi, defensor de Inter que superó el cáncer, la depresión y ayer se convirtió en el héroe ante Barcelona

Imagen del artículo:La inspiradora historia de Francesco Acerbi, defensor de Inter que superó el cáncer, la depresión y ayer se convirtió en el héroe ante Barcelona

El Giuseppe Meazza rugía de desesperación. Barcelona acababa de convertir un tanto el minuto 88, y parecía que se llevaba la serie, e Inter de Milán, condenado a ver la final por televisión.

Pero en el minuto 93, cuando muchos ya no creían, Francesco Acerbi, con su pierna menos hábil, superó a Ronald Araujo y al arquero Wojciech Szczęsny y envió la pelota al fondo de la red. El gol llevó el partido a la prórroga y le dio vida al equipo italiano, que terminó sellando su pase a la final de la UEFA Champions League.


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A los 37 años, Acerbi no solo firmó uno de los goles más importantes de su carrera, sino que encarnó, una vez más, lo que ha sido su vida: una resistencia obstinada contra todo pronóstico.

Acerbi nació en Vizzolo Predabissi, en las afueras de Milán, y creció en contacto directo con el fútbol. Integró desde joven la “Fossa dei Leoni”, grupo ultra del Milan, club al que amaba. Pero lejos de la trayectoria precoz de otras figuras, su camino fue irregular.

A los 14 años dejó Atletico Civesio y pasó a jugar al fútbol amateur con amigos. Volvió a competir recién a los 20 años en la Serie C2. A los 22 estaba en la Serie B, y con 23 debutó en la Serie A con Chievo Verona. “Lo hice por mi padre, no por mí. Teníamos una relación de amor y odio”, recordó en 2016 en una entrevista con The Guardian.

Su padre, Roberto, había sufrido siete accidentes cerebrovasculares y falleció en 2012, apenas cuatro meses antes de que Francesco firmara contrato con el Milan. “Extrañé sus desafíos. Le mostré el contrato como si dijera ‘¿Ves? Llegué’”, confesó en en esa entrevista con el medio británico.

Aquel paso por el Milan, sin embargo, marcó un quiebre. La presión, la tristeza por la muerte de su padre y la falta de motivación lo sumieron en una vida disoluta.

“En esa etapa llegaba tarde de salir, casi sin dormir, y entrenaba todavía borracho. No tenía respeto por mí mismo ni por mi trabajo”, contó tiempo después en una entrevista con The Atlantic.

Milan intentó aislarlo del ambiente nocturno, llevándolo a vivir lejos del centro… No funcionó. “No sabía qué hacer. Y bebía”, reconoció.

Pero la caída no se detuvo ahí. Al llegar a Sassuolo en 2013, un chequeo médico reveló lo inesperado: cáncer testicular. Fue operado de urgencia, pero en diciembre de ese mismo año un test antidopaje mostró niveles hormonales anómalos.

El cáncer había regresado. Entre enero y marzo de 2014 atravesó ciclos de quimioterapia. Durante esa etapa, su vida oscilaba entre lo patológico y lo insólito: se sometía a tratamiento por la mañana mientras veía la serie House, dormía en la tarde y salía a bailar por las noches.

“A veces no comía ni dormía”, confesó a The Guardian. La pizza con atún y cebolla era lo único que toleraba su estómago devastado.

Pero un año después, un ataque de pánico lo sacudió: “Pensé en todo lo que le hice a mis padres, en las oportunidades perdidas, en las noches de excesos. Esa mañana tenía miedo hasta de mi sombra”, contó a Gazzeta Dello Sport.

Empezó terapia psicológica y comprendió que debía cambiar.

La recaída fue su momento de iluminación. “Sin la enfermedad, habría terminado en la Serie B o me habría retirado. Alguien allá arriba me amaba y me envió el cáncer”, dijo a Gazzeta Dello Sport.

Hasta que un día soñó que su padre y Dios eran la misma figura que le pedía cambiar.

Lloró y, desde entonces, adoptó otra vida: sin alcohol, con una dieta basada en agua, verduras, arroz y bresaola, y una disciplina de hierro.

Entre octubre de 2015 y enero de 2019, con la camiseta del Sassuolo, jugó 149 partidos consecutivos, sin lesiones ni suspensiones, una racha solo interrumpida por una tarjeta roja en 2019 que le impidió romper el récord de Javier Zanetti

Durante esa etapa, comenzó también su labor social. Todos los jueves por la mañana, se lo podía ver vestido con delantal blanco, trabajando con personas discapacitadas: armaba flotadores de pesca o modelaba arcilla.

“Me siento en casa acá. Nadie juzga, todos se abrazan y agradecen. Me ayudan a ver la vida desde el lugar correcto”, declaró en The Guardian. Fue convocado por la selección italiana, fichó por la Lazio en 2018 y luego se integró al proyecto del Inter.

Su perfil espiritual también creció: es devoto del papa Juan Pablo II y reza a su padre a diario. Lleva tatuado un león, símbolo que tomó de Elia, un niño enfermo de cáncer a quien acompañó hasta su muerte, y adoptó el apodo de “Leone”.

El retorno a la élite también trajo nuevos desafíos. En marzo de 2024, en un partido entre Inter y Napoli, el jugador Juan Jesús lo acusó de insulto racial.

La Federación Italiana de Fútbol lo excluyó de la selección “para dejar que las cosas se calmen”, según un comunicado. El Inter, por su parte, declaró que se reuniría con el jugador para esclarecer los hechos, y el caso fue remitido al fiscal federal del fútbol italiano.

Hoy, con 37 años y una carrera que muchos creían terminada antes de los 30, Acerbi se convirtió en un símbolo de resiliencia.

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