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·2 de agosto de 2025

La importancia del capitán dentro del vestuario

Imagen del artículo:La importancia del capitán dentro del vestuario

El ser capitán del Barça, simboliza mucho más que una jerarquía, una carga histórica y un liderazgo que debe definir el rumbo del vestuario. ¿Está Ter Stegen preparado para seguir llevando el brazalete?

En un club como el FC Barcelona, el capitán no es simplemente el que lleva el brazalete, el que lanza la moneda antes del partido o el que firma el acta del árbitro. En el Barça, el capitán es el alma visible de un grupo, el escudo humano entre el ruido exterior y la fragilidad interna. Durante décadas, esta figura ha representado mucho más que veteranía o minutos acumulados, ha sido sinónimo de jerarquía, valores y pertenencia a un estilo. Hoy, esa figura atraviesa una etapa de incertidumbre con Marc-André ter Stegen, el actual primer capitán.

Ter Stegen lo ha sido todo en el Barça en la última década. Fue uno de los pilares que se mantuvo firme cuando el proyecto se tambaleaba. Sin embargo, con el brazalete en el brazo, su figura ha perdido solidez. Lo que debería haber sido una consolidación de liderazgo, se ha transformado en una capitanía cuestionada desde dentro y fuera del club. En el vestuario, hay voces que dudan de su liderazgo sobre el grupo. En la directiva, hay quien preferiría una renovación en la capitanía para marcar un nuevo ciclo.


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Hansi Flick junto a Ter Stegen. Fuente: Getty Images

Una figura que trascienda el campo de juego

Esta situación no sería tan relevante si no se tratara del Barça. Porque aquí, la figura del capitán trasciende el campo de juego. Carles Puyol era el que ponía orden sin levantar la voz. Xavi, el que representaba la esencia futbolística del club. Messi, el genio reservado, que aprendió a liderar a su manera. Todos ellos fueron más que futbolistas, fueron referentes morales, brújulas silenciosas. Ter Stegen, con un carácter frío y distante, no ha conseguido aún imponer esa autoridad emocional que se le exige al portador el brazalete blaugrana.

Y eso se nota. En el campo, sus actuaciones han sido irregulares desde la última lesión. En el banquillo, su liderazgo ha sido menos visible, especialmente en una plantilla plagada de jóvenes que buscan referentes sólidos. Incluso en momentos de tensión, su figura no aparece como la del capitán que alza la voz, defiende al equipo públicamente o marca el camino en privado. La capitanía no es una distinción que se entrega por antigüedad, debe de ser un reconocimiento que se gana por el respeto que se impone dentro y fuera del césped.

El problema va más allá de Ter Stegen. La indefinición del liderazgo ha generado un vacío que Hansi Flick deberá resolver con urgencia. Su decisión de que el vestuario elija a los capitanes puede entenderse como una forma democrática de gestión, pero también puede agravar la fractura si el grupo no tiene claro a quién seguir. Porque cuando todo el mundo manda, nadie lidera. Y el Barça no está en condiciones de navegar sin timón.

Ausencia de liderazgo

La ausencia de un liderazgo fuerte no solo afecta al rendimiento, sino también a la cohesión emocional del equipo. En una plantilla que mezcla experiencia con juventud, estrellas con promesas, la figura del capitán debe ser un punto de equilibrio, un modelo a seguir, una voz de autoridad que no deje espacio para las dudas. Hoy, el brazalete en el brazo de Ter Stegen genera más preguntas que respuestas.

¿Debe seguir siendo el primer capitán? No hay una única verdad. Puede que sí, si logra recuperar su mejor versión bajo palos y reconstruir su peso en el grupo. Pero también puede que no, si persiste la sensación de que su liderazgo es más institucional que emocional. Porque, en el fondo, un capitán no es el que más tiempo lleva, sino el que más se hace escuchar incluso cuando no habla.

La situación de Ter Stegen debe resolverse pronto. No solo por él, sino por el Barça. Porque en este club, el brazalete no es un adorno, es una declaración de principios. Y si no se lleva con convicción, termina pesando como una losa. El vestuario necesita certezas, no símbolos vacíos. Y esa certeza, ahora mismo, está en duda.

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