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·4 de febrero de 2025
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La célebre gira sudamericana sobre tierra batida encuentra cada vez más dificultades para atraer a las grandes figuras del circuito. La superficie es un problema.
«A los tenistas les hablo del torneo, y en el momento en que digo que es en arcilla, cierran la puerta. No alcanzas a hacerles una propuesta formal», explicaba Catalina Fillol, directora del ATP 250 de Santiago, en una entrevista para Clay. Esa es la cruda realidad de los torneos sudamericanos: Buenos Aires, Río de Janeiro y Santiago de Chile. Precisamente, la principal culpable de esa fuga de estrellas es la propia superficie, es decir, la arcilla. ¿Por qué? Lo analizamos.
Una vez terminado el Open de Australia, el abanico de posibilidades se abre. Febrero siempre ha sido el mes con menos actividad por parte de los tenistas afincados en las posiciones más altas del ranking. Disputan un torneo o dos como mucho. Es un buen momento para recargar las pilas, ya sea con unas breves vacaciones o entrenando más cerca de casa. Ahora bien, el calendario ATP no entiende de descansos. Aquellos que opten por seguir compitiendo, tienen dos opciones bien diferenciadas: continuar jugando en pistas duras o apostar por una ‘mini’ transición a la tierra batida sudamericana. A o B. Blanco o negro.
Facundo Díaz Acosta posa junto a Gabriela Sabatini mientras luce el trofeo de campeón en Buenos Aires | Imagen: Marcelo Endelli/Getty Images.
El problema para los torneos sudamericanos es su ubicación en el calendario. Ni más ni menos. Entre medias del Open de Australia y los primeros Masters 1000 (Indian Wells, Miami) de la temporada. Estos tres eventos tienen algo en común: todos se disputan sobre pista rápida. Ahora viene la pregunta del millón. ¿Merece la pena realizar un cambio dura-tierra para semanas después regresar a las pistas rápidas? A simple vista, no parece la mejor de las alternativas. Si a esa abrupta transición, le añadimos un largo viaje y un alto riesgo de lesión (que se lo pregunten a Carlos Alcaraz), obtenemos el cocktail perfecto para no decantarse por la arcilla sudamericana.
Alexander Zverev es el único tenista del Top 10 que ha apostado por la arcilla sudamericana en 2025. El germano, número 2 del mundo, competirá en Buenos Aires (10/16 febrero) y Río de Janeiro (17/23 febrero). Otros jugadores como Rune, Musetti y el joven Fonseca, acompañarán al flamante subcampeón del Open de Australia. Por otro lado, estrellas del circuito como Alcaraz, Sinner, Medvedev o Djokovic, prefieren competir en torneos sobre pista rápida, llámese Róterdam, Dubái o Doha.
Lo cierto es que si esta tendencia se mantiene, el tenis en Sudamérica corre un serio peligro. Sin estrellas, no hay caché. Pero, ¿hay solución? Sí. Y Catalina Fillol parece haberla encontrado: «Le estamos planteando a la ATP cambiar de superficie para que se nos haga más fácil atraer a los jugadores y que se nos abran muchas puertas, aunque eso no garantice que grandes estrellas vengan». Sin embargo, la decisión de cambiar de superficie no es tan sencilla. Sudamérica siempre se ha caracterizado por su tradición ‘terrícola’ y ese valor histórico pesa lo suyo. ¿Conservadurismo o reformismo? Ese es el Quid de la cuestión.
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