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·7 de septiembre de 2024
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El reciente partido de la Selección Colombia en Perú nos deja una reflexión clara sobre la influencia de James Rodríguez en el equipo.
El 10, que no fue titular debido a su situación profesional -sin club hasta hace apenas dos semanas y con más de 50 días sin jugar un partido oficial-, empezó el duelo siendo suplente. Su ausencia se notó de inmediato en la creación de juego ofensivo del equipo. La falta de oportunidades claras y la previsibilidad en las acciones de ataque fueron evidentes, dejando a Colombia sin alternativas para romper la defensa rival.
El contraste se hizo evidente cuando James ingresó al inicio del segundo tiempo en lugar de Luis Sinisterra. Su presencia cambió la dinámica del partido casi de inmediato. A pesar de su falta de ritmo de competencia, aportó claridad y visión. Generó espacios y oportunidades que el equipo no había logrado encontrar en los primeros 45 minutos. Fue un recordatorio de lo que puede ofrecer, incluso cuando no está en su mejor condición física o de forma.
El impacto de James se concretó en una acción que muchos han visto repetirse una y otra vez: una jugada a balón parado. Un cobro de tiro de esquina perfectamente ejecutado, planeado, con precisión, terminó siendo la chispa que necesitaba el equipo para abrir el marcador. Pase a Jhon Jáder Durán, testazo suyo y habilitación a Luis Díaz para el 1-1 definitivo.
Aun sin estar en óptimas condiciones, su capacidad para ser decisivo en momentos clave quedó demostrada nuevamente. No es casualidad que, con James en el campo, el equipo generara más ocasiones y encontrara la forma de anotar en un partido que parecía complicado.
Este escenario plantea una interrogante interesante: ¿Es la Selección Colombia demasiado dependiente de James Rodríguez? Su inteligencia en el juego, su habilidad para leer los movimientos de sus compañeros y su precisión a balón parado son virtudes que ningún otro jugador del plantel ha podido replicar de la misma manera.
Es importante destacar que no se trata únicamente de depender de un jugador, sino de cómo el equipo construye su identidad con él o sin él en el campo. James aporta un liderazgo natural y una creatividad que son difíciles de reemplazar, pero el reto para el cuerpo técnico será encontrar la manera de diversificar las opciones ofensivas sin que esto signifique renunciar a lo que él puede ofrecer.