
La Galerna
·7 de abril de 2025
La autogestión no funciona

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·7 de abril de 2025
No puedes hacer cambios tan importantes en el sistema de juego de un equipo, como la salida de Kroos (por quien pasaban todos los balones en fase ofensiva), y la llegada de Mbappé (para completar la delantera), y esperar que el talento de los jugadores solucione todos los problemas que surjan al llevar a la práctica un nuevo sistema de juego, integrado por nuevos jugadores.
Es decir, si pasas de un sistema 4-4-2, en el que Kroos baja a la posición de central izquierdo a recibir la pelota para desde ahí decidir por dónde va a discurrir la jugada en función de las posiciones y los movimientos de sus compañeros, a un sistema en el que esa figura no existe, tienes que articular una solución distinta en el inicio de la fase ofensiva. No puedes confiar que entre la defensa y la nueva línea de centrocampistas se vayan a organizar, sin necesidad de intervención externa.
De la misma forma, si pasas de un sistema 4-4-2, en el que Vinícius y Rodrygo son los delanteros y Bellingham el media punta que llega desde segunda línea y da equilibrio en defensa tapando la banda izquierda, a un 4-3-3, en el que Bellingham se ocupa prioritariamente de labores de salida de balón y defensa, más que de llegar al área porque ya está ocupada por Mbappé, tienes que idear una forma de hacer llegar el balón desde los centrocampistas a los delanteros. No puedes fiarlo todo a una jugada individual o a un momento de inspiración de un jugador concreto.
El cambio en el sistema es tan abismal que no se puede dejar al libre albedrío para que alcance el equilibrio por sí mismo. La autorregulación no funciona en este caso ni al corto ni al medio plazo. Quizás a largo plazo, cuando los jugadores se conozcan a la perfección, sea distinto. Pero entre tanto se habrán perdido muchos partidos, títulos, prestigio, confianza, dinero, etc.
Para poder entenderlo tenemos que apoyarnos en la teoría matemática del Equilibrio de John Nash, a quién muchos recordarán de la película "Una mente maravillosa", interpretada magistralmente por Russell Crowe, por la que recibió un Óscar.
Dicha teoría demuestra matemáticamente aquella frase mítica de Alfredo di Stéfano, "ningún jugador es tan bueno como todos juntos", al comparar al equipo con el mecanismo de un reloj, en el que todas las piezas tienen un cometido, y si alguna falla, el sistema se desequilibra y deja de funcionar.
John Nash explica que, para que un sistema funcione, todos los integrantes del mismo deben pensar en su beneficio propio, pero también en beneficio del conjunto. Eso aplicado al fútbol se traduce en que Bellingham o Mbappé (por decir dos nombres al azar) deben querer destacar individualmente, y a la vez destacar apoyándose en la táctica común del equipo.
Si cada jugador toma sus decisiones en función de lo que hagan los demás, entonces el sistema está equilibrado. Si cada jugador toma decisiones egoístas, el sistema se desequilibra.
Los objetivos individuales de cada jugador son:
El objetivo común del equipo es ganar, marcando el máximo de goles, recibiendo el mínimo de goles.
En un equipo equilibrado, según Nash, un jugador se sacrifica por el resto, para ganar, poniendo su objetivo individual al servicio del objetivo colectivo. Y al contrario, un equipo está desequilibrado cuando uno o varios jugadores actúan egoístamente.
Por ejemplo, en una transición ofensiva, el equilibrio de Nash se da cuando cada jugador piensa en los movimientos del resto para maximizar la opción de marcar gol. Si algún jugador actúa sin tener en cuenta los movimientos del resto, hay desequilibrio.
Si cada jugador toma sus decisiones en función de lo que hagan los demás, entonces el sistema está equilibrado. Si cada jugador toma decisiones egoístas, el sistema se desequilibra
En una presión, hay desequilibrio si hay un jugador se precipita en un salto defensivo, generando espacios libres a su espalda, o liberando a rivales. También hay desequilibrio cuando la presión no se hace conjuntamente.
En un ataque, se rompe el equilibrio, por ejemplo, cuando dos jugadores se desmarcan hacia la misma zona del campo, pisándose la jugada y arrastrando sus marcas al mismo lugar, acumulando rivales y haciendo más difícil el ataque.
El equilibrio como equipo se alcanza en el momento que todos se coordinan, adaptándose al sistema, cumpliendo su función colectiva en cada fase de juego. Por ejemplo:
En ataque:
En salida de balón:
En contraataque:
El sistema colapsa cuando no se respeta el equilibrio de Nash, porque hay comportamientos individuales que rompen la coordinación como equipo:
Mucha gente piensa que el Madrid nunca ha necesitado cumplir esta teoría para ganar. Esto es parcialmente cierto, pues aunque no lo pareciera antes había una coordinación ejercida desde el campo por jugadores excepcionales que llevaban jugando juntos, de manera muy parecida, durante una década, y eso genera sinergias y coordinación.
Esas sinergias todavía no se han creado a estas alturas de la temporada. Y todos sabemos quién es el responsable principal de que esto no haya ocurrido, y que por tanto el Madrid esté jugando mal desde un punto de vista táctico, obteniendo peores resultados de los esperados.
Nota: aunque este análisis se ha centrado en la falta de coordinación entre líneas y jugadores, han de tenerse en cuenta también como otra variable importante que afecta al juego las lesiones sobrevenidas, sobre todo en la línea defensiva, así como la falta de sustitutos de garantías en esa demarcación al no haberse producido fichajes. Lo que ha impedido la continuidad en la utilización de los mismos jugadores, imposibilitando una mejoría en la faceta defensiva del equipo.
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