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·7 de agosto de 2020

Juventus, otra vez sin Champions: cuando con Cristiano Ronaldo no alcanza

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Cuando, a mediados de 2018, Juventus decidió hacer frente a la operación más onerosa de su historia y le pagó 112 millones de euros a Real Madrid para quedarse con un Cristiano Ronaldo que estaba a punto de cumplir 33 años y convirtió al portugués en el futbolista mejor pago de Italia, lo hizo con un único objetivo: ganar la Champions League. La Vecchia Signora llevaba siete títulos consecutivos en la Serie A y no necesitaba a CR7 para sostener su hegemonía a nivel nacional, donde tenía plantilla de sobra para seguir dominando. Para Europa, sin embargo, no le alcanzaba.

Es cierto, el club de Turín había alcanzado la final de la máxima competición de clubes del planeta en dos de las cuatro ediciones anteriores a la llegada del luso, pero en ninguna de las dos definiciones había estado cerca de la gloria. El conjunto italiano necesitaba un factor determinante, un salto de calidad para los momentos decisivos, y confiaba en que Ronaldo era ese hombre: máximo goleador de la historia de la competición, Cristiano había ganado cuatro Champions en sus últimas cinco temporadas en el Merengue y había marcado tres tantos en las definiciones. Dos años después, la inversión sigue sin dar los dividendos esperados.


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Tras la eliminación en cuartos de final frente al sorprendente Ajax en la temporada pasada, la Juve volvió a apostar fuerte y pagó 75 millones por el ganador del premio Golden Boy, Matthijs De Ligt, de cara a la 2019/20. Ya eran ocho los títulos locales consecutivos, pero había que pisar fuerte a nivel internacional. Y esta vez el golpe fue aún más sonoro: el nonacampeón de la Serie A se quedó afuera de la Champions League como local frente a Lyon, que llevaba 10 años sin estar entre los ocho mejores del continente, no tenía competencia oficial desde hacía cinco meses y ni siquiera está clasificado para el certamen del año próximo.

Ni siquiera podrá la Vecchia Signora decir que su eliminación es injusta. Más allá de las circunstancias especiales que rodearon al partido de vuelta, disputado cinco meses después del triunfo 1-0 como local de OL en la ida y con todas las peculiaridades de la nueva normalidad impuesta por el coronavirus, en lo estríctamente futbolístico el equipo de Maurizio Sarri no estuvo a la altura de las circunstancias.

Si bien el campeón italiano no pudo contar con el lesionado Paulo Dybala -su futbolista más destacado desde la reanudación de la actividad-, su nivel contra el conjunto francés estuvo muy lejos de lo que se esperaba para este tipo de instancias. Es cierto, el rendimiento colectivo de Juventus ya venía en baja durante todo el tramo final de la Serie A, donde ganó apenas dos de sus últimos ocho partidos, pero ahí al menos tenía el aliciente de que el campeonato estaba prácticamente definido: las motivaciones, cuando la zanahora ya está al alcance de la mano, no son las mismas. Y la Champions era todo para el club.

En el triunfo 2-1 sobre Lyon, el único que estuvo a la altura de las circunstancias fue Ronaldo: CR7 cumplió con su parte del trato y marcó un doblete que dejó con vida a un equipo que quedó groggy después del gol de penal de Memphis Depay que lo obligaba a marcar tres tantos para clasificarse. Nadie más dio la cara. Los de Sarri nunca lograron descifrar el bloque defensivo del visitante, que durante los 90 minutos manejó los ritmos del juego, tuviera o no el balón.

Con Gonzalo Higuaín en el mismo bajo nivel que mostró desde la vuelta de la competencia, Juan Cuadrado y Alex Sandro limitados a tirar centros cruzados en busca de una cabeza milagrosa, Rodrigo Bentancur y Miralem Pjanic sólo preocupados en lateralizar el juego, Federico Bernardeschi sin terminar de demostrar por qué está señalado como una de las grandes esperanzas del fútbol italiano y sin respuestas por parte del entrenador desde el banco, a la Vecchia Signora se le terminó la temporada mucho antes de lo esperado.

Ahora llegará el momento de reflexionar. Barajar y dar de nuevo. Seguramente ya sin Sarri al mando, habrá que ver qué ocurre con el propio Cristiano, que terminó su 2019/20 sin Champions, sin Bota de Oro y sin siquiera un premio individual en la Serie A. Está claro, sin CR7, a Juventus no le alcanzaba. Con él solo, tampoco.