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·20 de mayo de 2020

Julian Brandt, una evolución constante

Imagen del artículo:Julian Brandt, una evolución constante

A Julian Brandt nadie le ha regalado nada. El joven alemán ha ido quemando etapas en su carrera con una paciencia inusual en los tiempos que corren. Porque Brandt parece un veterano de guerra. Llevamos viéndolo tanto tiempo que es de esos jugadores a los que nuestro cerebro no los asocia con que solo tenga 24 años. De ganar el Europeo sub-19 de 2014 siendo estrella del mismo a debutar en una etapa algo alicaída del Bayer Leverkusen con Roger Schmidt, para después experimentar una magnífica evolución de la mano de Peter Bosz y acabar siendo la pieza que a día de hoy mueve los hilos de todo un Borussia Dortmund que quiere molestar la hegemonía del Bayern Múnich.

Porque más allá de una personalidad tranquila, un carácter afable y un hambre necesaria para querer ser cada día mejor jugador, lo que ha hecho que hoy en día hablemos de él semana tras semana y que su juego despierte tanto interés es el haber podido ir creciendo dando pasos dentro de diferentes estilos. El fútbol tiene mil interpretaciones y para entenderlas y rendir dentro de todas ellas hay que tener un proceso en el que se confíe en ti, pero además que quien lo haga tenga una mirada distinta al anterior. De esta forma el haber trabajado con Roger Schmidt, Tayfun Korkut, Heiko Herrlich, Peter Bosz, Joachim Löw o Lucien Favre en el último lustro, ha servido para ir activando teclas dentro del joven atacante y que su aprendizaje haya sido como una master class intensiva que tiene como resultado el majestuoso futbolista que es.


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Comenzó su carrera como extremo, al que casi siempre colocaban a pie natural con las limitaciones que ello conlleva para alguien que no es especialmente rápido ni gusta de pasar tiempo sin contactar con el balón. Su naturaleza lo llevaba a abandonar la cal e intervenir en zonas interiores, ahí destacó y se fue abriendo paso sin hacer mucho ruido pero con mucha determinación. En un Leverkusen que con Schmidt se jugaba a tumba abierta, aprendió la importancia de la presión y el juego sin balón. El primer punto ascendente y de evolución en su trayectoria fue cuando Joachim Löw lo convocó para la Copa Confederaciones de 2017. En ese banco de pruebas que fue para Alemania el torneo, Löw apostó por un sistema 1-3-5-2 donde a Brandt se le utilizó como carrilero derecho en una defensa de cinco. Ni por asomo era (ni es) su mejor posición, pero el chico cumplió con creces, aprendió conceptos defensivos y agregó detalles a su juego. Pero sin duda el momento más importante de su aún corta carrera es el haberse cruzado con Peter Bosz.

Julian Brandt cuenta con la fortuna de haber enriquecido su juego bajo el mando de técnicos muy diferentes pero de primer nivel.

El entrenador neerlandés, especialista en trabajar y mejorar al talento joven, le dio un nuevo prisma cuando la temporada pasada decidió que Brandt jugaría de interior en el 1-4-3-3 que implantó en Leverkusen. A Bosz, amante del juego ofensivo, de sumar gente por delante la pelota y de construir ataques flexibles y líquidos, no le tembló el pulso a la hora de colocar como interiores en su centro del campo a dos jóvenes talentosos y más acostumbrados a jugar en una altura superior como Brandt y Havertz. En esta nueva función, nuestro protagonista fue sumando nuevas habilidades. Se involucró en la construcción, asumió un rol más posicional y descubrió que podía ser varias cosas en una. Porque dentro de tal ecosistema lo vimos recoger el segundo pase de su mediocentro pero también conducir y lanzar contragolpes. Este proceso forjó un Brantd más complejo que necesitaba un nuevo reto.

Firmar por el Dortmund supuso un desafío mayor porque llegar al Signal Iduna Park significaba, por fin, que el alemán disfrutara de estar en un club con objetivos mayores. Un paso lógico. Sin embargo, y a pesar de que por perfil encajaba a las mil maravillas con la necesidades del equipo, su desembarco no iba a ser fácil porque tanto por fondo como por forma, en el BVB de Favre se requiere de ciertas aptitudes para ser importante. Es decir, Brantd no tenía la velocidad ni el frenesí en sus botas que si tienen los Jadon Sancho, Thorgan Hazard, Marco Reus o Achraf Akimi. Favre busca descontrol en campo rival y que tras cada robo suene rock and roll y Julian es mucho más cerebral y de tomar decisiones de mayor control. A tal competencia en los puestos de vanguardia se suma que el sistema asentado era el 1-4-2-3-1, en el cual tampoco existía la figura del interior para que pudiera encajar y mantener la función que traía consigo de su ex equipo. Por lo tanto el chico fue entrando en los planes de su técnico muy paulatinamente, casi siempre como revulsivo o jugador número 12.

El último cambio táctico de Lucien Favre ha dado alas para que Brandt luzca en un rol que parece favorecerle.

Pero en la vida, de la necesidad surge la oportunidad, y Julian la agarró cuando llegó su momento. Tras una mala dinámica y viendo que el principal déficit del conjunto aurinegro seguía estando en la defensa, Lucien Favre optó por cambiar radicalmente su esquema táctico. Así, pasó del 1-4-2-3-1 antes citado a un 1-3-4-2-1 donde hubo un efecto dominó que afectó a muchos integrantes de la plantilla, entre ellos a Brandt. Se protegió a Hummels sumando un efectivo más en defensa (Piszczek), se liberó de tantas responsabilidades defensivas a Achraf y se construyó un espacio en la mediapunta para que Jadon Sancho fuera aún más decisivo. Pero cada cambio trae consigo pros y contras, y dentro de los aspectos negativos, Favre eliminó de la ecuación un lugar en tres cuartos para dárselo a la defensa, por lo tanto el equipo había perdido creatividad y velocidad arriba. ¿Cuál fue la solución para equilibrar todo esto? La inclusión de Brantd en el doble pivote.

De nuevo, el joven sufriría un cambio de función. El equipo ganó con él en los primeros pases un eslabón idóneo entre Witsel y el nuevo doble enganche por la facilidad para mover la pelota y darle el ritmo exacto a la posesión. No obstante, tácticamente el Dortmund se partía con su presencia en una zona que exige de mucha concentración posicional. Hubo que realizar un nuevo ajuste, esta vez con Raphaël Guerreiro como argumento. Cuando Brantd abandona su zona para ir hacia lugares donde es más dañino, el portugués se aleja de la banda y ejerce como un centrocampista más acercándose a Witsel, así la estructura defensiva se mantiene organizada. Además, Guerreiro conoce a la perfección qué hacer en el círculo central porque ya con Thomas Tuchel jugó de interior en alguna ocasión. En enero pasado llegó Emre Can, y con él, el último trasvase de posiciones.

El ex de Juventus y Liverpool llegó para subsanar estos problemas en la medular y dar más empaque, así que Brandt ha podido volver al génesis de su carrera y jugar en el último tercio, que es donde todas sus cualidades verdaderamente tienen impacto. Ha vuelto a deslumbrar con su talento para organizar ataques, moverse entre líneas, producir ocasiones, activar a sus compañeros y en definitiva darle ese trazo diferente de mezcolanza entre orden y dinamismo que el juego del Borussia Dortmund requiere.

Matthias Hangst / Bongarts

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