Jonathan Viera, el mago vuelve al escenario | OneFootball

Existen futbolistas cuya personalidad conquista. Con una sonrisa picarona que desprende carisma. De carácter extrovertido, afable y liderazgo innato. Visualizar la imagen de Jonathan Viera es hacerlo de uno de esos protagonistas que seducen, de los que tan sólo puedes esperar momentos determinantes. Su influencia en el juego es total, acapara metros en cualquier zona del terreno de juego y no domina únicamente cuando conduce con balón sino también cuando lo hace gestualmente. Porque si Viera ordena, si Jonathan manda, el equipo obedece como lo harían los apóstoles. Es la grandeza de contar en tus filas con una cruz de guía de tal magnitud.

Y es que Viera se fue, pero siempre estuvo en Las Palmas. La dimensión de su influencia es tal que, la simple idea de tenerle de regreso inunda de esperanza al club, al equipo, a la grada. Protagonista en la última gran alegría en forma de ascenso junto al ‘Chino’ Araújo; de exhibiciones extraordinarias en el regreso a Primera División; o de momentos inolvidables en su primer regreso en asociación con una estrella emergente como Pedri. Jonathan Viera siempre vuelve y la UD Las Palmas siempre le espera como a ese Mesías capaz de obrar el milagro, sea cual sea la dificultad que entrañe. En esta ocasión, le ha costado llegar a su estado de forma ideal pero es ahora, cuando todo está en juego y todo se decide, el momento en el que emerge el Viera que todos conocemos. Siempre fiel a su cita.

Viera o el mago que entra en escena

Regresaba en el mercado invernal, recuperándose aún de una lesión que arrastraba de su etapa en el exilio. Aunque se esperaban algunas semanas de baja, no tardó en reestrenarse de amarillo pío-pío. Comenzaba una especie de  pretemporada necesaria para él aunque incómoda para el equipo. Sólo que si alguien merece que le esperen, ese es él. En ese proceso, la irregularidad se apoderó del equipo de un Pepe Mel que terminó devorado por las urgencias, por la ambición que la mera presencia del mago exige al conjunto canario. Esa que prácticamente engulle a García Pimienta, cuando parecía incapaz de reconducir al equipo hacia la lucha por el playoff. El proceso de Viera hacia su mejor versión se demoraba… pero esa ya se está dejando ver y, con ella, sonríe el técnico, sus compañeros y especialmente un aficionado ilusionado con volver a ese lugar al que ya antes su ídolo les condujo.

Porque es ahora cuando ya se le percibe desatado, liberado. En una palabra, inspirado. Y esa inspiración le lleva a aparecer cada vez en más zonas del terreno de juego y a escoger siempre la mejor opción en cualquier contexto. A conducir con elegancia, asociarse con naturalidad, involucrar a todo el equipo en el juego y encontrar la eficacia en el último tercio, donde se deciden los partidos; donde el fútbol se manifiesta crucial.

La naturalidad de lo sobrenatural

Y es que existen futbolistas capaces de detener el tiempo sobre el verde. Y uno de ellos es él. Embauca al balón, lo acaricia y lo esconde mientras su privilegiada mente imagina el fútbol que nadie visualiza. Esa es la magia que esconde Viera: aparentar naturalidad mientras inventa un fútbol sobrenatural. Sin alardes ni aspavientos; simplemente desbordando clase a raudales.

Como los grandes artistas, Romario desconoce el significado del miedo escénico, ya que el hábitat en el que es feliz es precisamente el escenario. El terreno de juego, donde puede inventar, amagar, filtrar… jugar. Y una señal inequívoca para detectar que el mago está entonado se focaliza en el gol y en la confianza en el golpeo. Esa que también ahora, cuando todo se vuelve decisivo, cuando a la mayoría le tiemblan las piernas, emerge sin temblor. Es el momento de la verdad y Viera lo está respirando profundamente. Sólo queda disfrutar.