Joao Cancelo como extremo | OneFootball

El fracaso del Barça 2023-24 puede resumirse en la distancia que separa lo que debían haber supuesto las incorporaciones de Joao Cancelo y Joao Félix, y lo que finalmente han supuesto. El de la 2022-23, a la postre campeón liguero, fue un conjunto que creció de atrás hacia adelante, techado por un ataque poco determinante especialmente en las citas de mayor exigencia cuyo nivel en los últimos metros no compensaba los riesgos que pudiera tomar el conjunto construyéndose a su alrededor. Fue un campeón de más oficio que talento, más guerrero que creativo, y su propósito para el nuevo curso pasaba por ganar recursos en campo rival sin perder aquellos sobre los que, en campo propio, había cimentado su competitividad.

Finalmente, sin embargo, el resultado para los de Xavi ha quedado lejos del esperado, pues a lo largo de la última temporada el suyo ha sido un equipo mucho más frágil atrás y cuyos nuevas soluciones en ataque no han llegado a partir de los dos Joaos, sino gracias a un Lamine todavía adolescente y a un Gündogan que durante demasiados tramos del curso ha tenido que jugar más alejado del área y la frontal de lo que habría sido conveniente. Joao Félix ha finalizado el curso como suplente valioso en lo numérico y un titular dudoso en el rendimiento, mientras Joao Cancelo se afianzaba en un lateral izquierdo que perdió a Balde y desde el que el portugués no ha logrado equilibrar el suma-resta de su contribución ofensiva y defensiva. A propósito de este último, ya su llegada apuntaba uno de los riesgos que finalmente ha acusado el Barça: el equipo de Xavi necesitaba a un futbolista como Cancelo, pero no tanto a un lateral como él.

Sea con un perfil de central reconvertido como Koundé o con uno más atacante como Balde, los últimos laterales del Barça habían sido piezas seguras atrás, en consonancia a la solidez general alcanzada por el grupo. Cancelo, más anárquico en lo táctico, no encajaba en ese molde. Lo que el Barça necesitaba de él no lo iba a encontrar tanto en los momentos en que el portugués ejerciera como defensor, sino cuando lo hiciera como atacante, bien fuera desde la posición de lateral o desde otras más adelantadas. Si Alejandro Balde hubiese estado disponible y al nivel del curso anterior, de hecho, seguramente Cancelo habría encajado mejor formando como uno de los tres delanteros que como uno de los cuatro zagueros. Ofreciendo velocidad, desborde y creatividad ahí donde Ferran Torres, Raphinha o Lewandowski no pudieran hacerlo, y sin obligar al equipo a pagar los peajes de sus desatenciones en el retorno o de su irregular lectura de los espacios atrás. Aunque el relevo en el banquillo culer ahora cambio las coordenadas, probablemente ese siga siendo el espacio desde el que más útil puede resultar Cancelo al Barça, como un alternativa más a las posiciones de ataque, ya sea desde un extremo izquierdo por definirse o como colchón de seguridad en la derecha en caso de que Lamine necesite ser dosificado.

Un futbolista contemplado inicialmente como extremo, que cumpla como solución en el lateral en caso de emergencia, pero que, de partida, deje esas plazas en manos de Koundé y Balde. El francés, como culer, ha rendido mejor en banda que en el centro, no sólo cerrando defensivamente el carril sino también siendo pieza de valor en ataque, y la presencia en plantilla de Héctor Fort, Ronald Araújo, el citado Joao Cancelo y quizá de un nuevo mediocentro con capacidad para jugar también en banda apuntalan la posición. El canterano debería ahorrarle al club la necesidad de un refuerzo, pues además de doblar la posición en su perfil natural, ya ha demostrado en el primer equipo que puede resultar una solución también en la izquierda. Un segundo lateral que permita que Cancelo, de entrada, sea visto como un extremo.

– Foto: Alex Caparros/Getty Images