La Colina de Nervión
·18 de diciembre de 2024
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Cosas inverosímiles le están ocurriendo al Sevilla Fútbol Club desde que José María del Nido Carrasco empezó a tomar protagonismo en la gestión de la entidad entonces como vicepresidente. Desde decisiones arbitrales incomprensibles hasta una plaga de lesiones que se viene arrastrando desde hace varias temporadas y aún perdura, teniendo como último capítulo la sanción a tres jugadores comunicada sólo horas antes de un partido.
Desde hace un par de años, el sevillismo no gana para sustos y parece condenado a tener que sufrir todo tipo de emociones perversas antes de cada partido; imposible disfrutar de una previa sin que aparezca un sobresalto de última hora que siembre de dudas el desarrollo del encuentro siguiente. En el recuerdo quedan las bajas de última hora que se producían minutos antes del inicio de los partidos, e incluso algunas de ellas durante la fase de calentamiento en el propio terreno de juego.
Era en la época final de Julen Lopetegui en la que las lesiones se acumulaban una tras otra hasta el punto de que en el banquillo de suplentes no quedaba disponible ni un solo jugador profesional y había que ocupar los huecos con canteranos, a los que nunca se dio ni la más mínima oportunidad, más allá de algunos minutitos a Carlos Álvarez, ese menudito futbolista que hoy deslumbra algunas veces en el Levante.
Eran aquellos momentos en los que se sucedían también las decisiones arbitrales incomprensibles que no se habían visto nunca en un terreno de juego y que perjudicaban, por sistema, al conjunto sevillista. Se recuerda en este capítulo aquel partido contra la Real Sociedad en el Sánchez-Pizjuán en el que Ivan Rakitic fue expulsado por un simple pisotón, ocurriendo sólo cinco minutos después lo mismo con Nianzou, teniendo que jugar el Sevilla Fútbol Club más de una hora con nueve futbolistas en un contexto de coqueteo con el descenso. Aunque el paradigma de las decisiones arbitrales calamitosas en el fútbol mundial debe ser aquel gol anulado en Mallorca a Adriá Pedrossa con el pretexto de haber rozado la pelota en el codo de un En-Nesiry que no intervenía en la jugada y que corría por el área ajeno a cualquier evolución del balón.
A todos estos factores exógenos se unían también otras decisiones internas que sembraban de inquietud el ánimo del aficionado al Sevilla Fútbol Club, que asistía absorto, por ejemplo, a la fuga de jugadores emblemáticos y carismáticos como Bono, Fernando, o más recientemente Ivan Rakitic. Y ello teniendo como episodio culminante aquel amago de marcha prematura de Jesús Navas, en uno de los episodios peor gestionados de la historia del fútbol mundial, que revelan la escasa capacidad del dirigente que debió impedir todo lo que sucedió en aquellas nefastas 24 horas en las que se cruzaron varios comunicados de despedida y retorno del más grande genio que haya salido de las instalaciones de la carretera de Utrera.
Todos estos hechos dantescos vienen a la memoria de un plumazo sólo con remover un poco los recuerdos del pasado más reciente y encuentran su colofón en el último acontecimiento difícil de entender acontecido hace unos pocos días. Sólo horas antes de uno de los partidos más importantes de la historia del Sevilla Fútbol Club, cuando toda la entidad, la afición, el equipo y el cuerpo técnico pensaban exclusivamente en brindarle una victoria al glorioso Jesús Navas, llega un mazazo en forma de sanción a tres jugadores canteranos por mor de la denuncia de una entidad de segunda categoría que hoy en día está regida por una directiva barriobajera, como no puede ser de otra forma.
Pocas veces, por no decir, prácticamente ninguna se había visto una decisión semejante procedente de los distintos comités de competición, los cuales han extremado el celo y han actuado con una diligencia inusitada a la hora de aplicar una sanción de dudosa justificación. En contraposición, se podrían mencionar centenares de sanciones que quedaron sin cumplir cuando afectaban a otros equipos de la competición nacional, las cuales entre dimes, diretes, recursos, apelaciones, trámites para arriba y trámites para abajo, jamás llegaron a tener resolución final alguna.
Después de semejante atropello llega la ruptura de relaciones con esa entidad menor que coexiste en la ciudad, lo cual es muy conveniente y quizá debería haber ocurrido hace más tiempo; pero lo verdaderamente importante es la indefensión en la que se encuentra el Sevilla Fútbol Club y el sevillismo, que seguirá asistiendo estupefacto a los acontecimientos incomprensibles que le ocurren a este club desde que cobró protagonismo quien hoy ostenta su presidencia. Si es gafe, si es mal fario, se es ineptitud, dependerá de la consideración de cada cual. Pero lo de Del Nido Carrasco es para hacérselo mirar.