¡Impactante! Así está el Estadio Lusail a 2 años de la consagración de Argentina | OneFootball

El Estadio Lusail, a 2 años de lo que fue el Mundial de Qatar, luce totalmente desolado.

Por Germán Carrara, enviado especial a Doha para la Copa Intercontinental.

No hay qatarí que viva en Doha que no extrañe el ruido, el color y la pasión de lo que fue la Copa Mundial. Alcanza con caminar las calles principales para verlo en las caras de los lugareños que experimentaron entre noviembre y diciembre del 2022, sin lugar a dudas, el momento más frenético de sus vidas. Pero también el más feliz, pues nunca hubo tanto clima festivo en la ciudad y en el país en general, como en aquellos casi 30 días.

El Souq Waqif ya no es el punto de encuentro de los hinchas, no hay banderazos por Corniche y mucho menos aglomeraciones en el metro. La paz y la tranquilidad reinan por estos días, como lo fue antes del 20 de noviembre del 2022 y como lo es desde el 19 de diciembre del mismo año.

Y el Estadio de Lusail, que lleva como nombre »Icónico» (nunca mejor puesto, dado que ahí se jugó la que para muchos fue la final más electrizante de la historia del torneo global y, además, como si fuera poco, fue el escenario que vio a Lionel Messi alzar el tan ansiado trofeo) no es la excepción ni mucho menos. De hecho, es el mejor ejemplo para marcar lo equidistante del ambiente entre el durante y el post del Mundial.

Llegando a Qatar University (la estación de metro previa a Lusail) ya no quedan personas en los vagones del último tren. Las escaleras mecánicas se hacen sin compañía y en el trayecto de aproximadamente 100 metros desde la salida de la estación hasta el propio estadio el panorama es desolador.

Quien escribe estas líneas estuvo este 13 de diciembre (a 2 años exactos del Argentina vs. Croacia)  y apenas se cruzó a cinco -contados- operarios que movían unas vallas para dejarlas listas de cara a lo que será la Final de la Copa Intercontinental del próximo 18 de diciembre (ahí estaré). Pero no mucho más. El paisaje es el gigante que costó más de 2 mil millones de dólares y el zumbido del viento propio de un desierto. Solo quedan los recuerdos del »Muchachos…» sonando de fondo de un lugar que quedó desamparado.