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·10 de septiembre de 2024

Iker Muniain en tierra de cuervos y vascos

Imagen del artículo:Iker Muniain en tierra de cuervos y vascos

La noticia del fichaje de Iker Muniain por el Club Atlético San Lorenzo de Almagro tomó a muchos por sorpresa. Muniain dejaba atrás La Catedral después de coronarse con la ansiada Copa del Rey, para iniciar una nueva aventura en el fútbol argentino, específicamente en el barrio de Boedo, Buenos Aires. El anuncio ha desatado una ola de entusiasmo entre los seguidores de San Lorenzo, quienes han recibido al capitán rojiblanco con los brazos abiertos. Los athleticzales, por su parte, observan con orgullo este nuevo capítulo en la carrera de un jugador que marcó más de una década en el club vasco.

Este fichaje, aunque inesperado para algunos, está lejos de ser un movimiento casual. La conexión entre San Lorenzo y el fútbol vasco se remonta casi un siglo atrás, cuando la migración forzada por la Guerra Civil Española llevó a varios futbolistas vascos a cruzar el Atlántico y establecerse en Boedo, dejando una huella imborrable en la historia del club. Con la llegada de Muniain, esta relación histórica vuelve a renacer.


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San Lorenzo de Almagro: Un gigante del fútbol argentino

Para comprender la magnitud del fichaje de Muniain, es necesario primero conocer al club al que llega. San Lorenzo de Almagro, también conocido como “El Ciclón”, es uno de los cinco grandes del fútbol argentino. Fundado en 1908, el club ha forjado una identidad profundamente vinculada a la pasión popular y la lucha comunitaria, destacándose no solo por sus éxitos deportivos, sino también por su fuerte lazo con el barrio de Boedo.

Con 22 títulos en su poder, entre ellos 15 campeonatos de liga y la ansiada Copa Libertadores de 2014, San Lorenzo ha consolidado su lugar entre los equipos más importantes de Argentina. Su estadio, el Pedro Bidegain, conocido popularmente como “El Nuevo Gasómetro”, tiene una capacidad cercana a los 48,000 espectadores, aunque para los hinchas, el verdadero símbolo es el Viejo Gasómetro. Durante décadas, la lucha por recuperar los terrenos de este estadio, expropiados durante la dictadura militar, ha sido una causa común. En 2021, gracias a la movilización de los hinchas, el club logró recuperar esos terrenos para construir un nuevo estadio.

La hinchada de San Lorenzo, conocida como “La Gloriosa Butteler”, es famosa por su inquebrantable apoyo y creatividad. Los cánticos y coreografías que nacen en Boedo se han vuelto icónicos en el fútbol sudamericano.

El legado vasco en San Lorenzo

La relación entre el fútbol vasco y San Lorenzo comenzó en los años 30 y 40, en medio de la Guerra Civil Española. Muchos futbolistas vascos, exiliados por el conflicto, encontraron refugio en Argentina, y Boedo se convirtió en su hogar.

Ángel Zubieta (Galdakao, Vizcaya), desde el Athletic llegó en 1939, tras la Guerra Civil Española, se convirtió en leyenda con 14 temporadas en el club y un campeonato en 1946. Su mural en Boedo todavía es testimonio de ese lazo eterno entre San Lorenzo y el País Vasco. Junto a Zubieta marchó también José Iraragorri (Basauri, Vizcaya), gran ídolo del Athletic, quien era conocido por su capacidad goleadora y su técnica. Aunque su tiempo en San Lorenzo fue relativamente breve.

Poco después aterrizó Isidro Lángara (Pasaia, Gipuzkoa), y su historia en el Ciclón fue inmediata: cuatro goles en su debut contra River Plate y un legado de 110 goles en 121 partidos. No hay hincha de San Lorenzo que no lo recuerde con admiración. Delantero que se convirtió en una leyenda en el Viejo Gasómetro.

Ya en 1940, llegó Emilín (Guecho, Vizcaya), también jugador del Athletic y en San Lorenzo se retiró definitivamente del fútbol.

Ignacio Santamaría (San Sebastián, Gipuzkoa), allá por 1962 jugó en las terceras y reservas azulgranas, hasta que se asentó como titular por su eficiencia en defensa y llegó a completar algo más de 50 partidos en el club.

Muniain: Una recepción efusiva, una nueva esperanza para San Lorenzo

Muniain se ha mostrado consciente de la rica historia que le precede. En su presentación, rindió homenaje a figuras legendarias como Isidro Lángara, un delantero vasco que se convirtió en ídolo en San Lorenzo durante las décadas de 1930 y 1940. “Sé que Boedo fue tierra de vascos… Ahora descansas en la historia del Ciclón, y entendí que a los vascos nos quedan historias pendientes… Pero de eso me encargo yo”, declaró Muniain, evocando un fuerte sentido de continuidad entre el pasado y el presente, algo así como una promesa.

Desde el anuncio del fichaje, las redes sociales se inundaron de mensajes de bienvenida. Los hinchas del Ciclón no solo ven en Muniain a un jugador talentoso, sino también a un símbolo de la conexión histórica entre San Lorenzo y el País Vasco. A su vez, los athleticzales, aunque despiden con nostalgia a su capitán, lo apoyan desde la distancia, viendo este paso como un nuevo desafío en su ilustre carrera.

Iker no solo llega a San Lorenzo como un refuerzo de calidad, sino también como el heredero de una rica tradición vasca que ha dejado una marca indeleble en Boedo. Para los hinchas del Ciclón, su fichaje no solo promete grandes momentos en el campo, sino que también evoca la nostalgia de una época en la que los vascos desempeñaron un papel crucial en el éxito del club. En Boedo, Muniain tendrá la oportunidad de liderar un equipo con hambre de títulos y de volver a sentir el calor de una hinchada tan apasionada como la de San Mamés. Para los cuervos, Muniain representa un faro de esperanza en su búsqueda de una nueva gloria.

Boedo, tierra de cuervos y vascos

La llegada de Muniain a San Lorenzo no solo es una transacción deportiva, sino un puente simbólico entre dos culturas futbolísticas que han compartido una historia común. Los hinchas de ambos clubes, San Lorenzo y el Athletic, están más cerca que nunca, unidos por los valores de lucha, lealtad y pasión que ambos equipos representan. La historia que comenzó hace casi un siglo continúa escribiéndose con Muniain como nuevo protagonista, y Boedo vuelve a ser tierra de vascos.

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