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·25 de junio de 2025

Huijsen y La gran belleza

Imagen del artículo:Huijsen y La gran belleza

¿Qué es lo que más te gusta en este mundo?

En el guion de La gran belleza, Sorrentino escribió algo como esto para presentar a Jep Gambardella: “Mis amigos dijeron los coños, yo dije el olor de las casas de los viejos. La pregunta era ¿qué olor te gusta más? Yo estaba destinado a la sensibilidad”. Si el director italiano no hubiera alcanzado entonces la cumbre del cine europeo con esa hiperbólica oda a la nada, hoy escribiría otro arranque. Sin duda, habría sabido que el aroma del hogar de los abuelos no es la única llave de la nostalgia y de la sensibilidad.

Tengo muchos defectos pero hoy sólo me enorgulleceré de dos. Uno: soy tan pesimista que no me basta con intuir la derrota, voy más allá y atisbo la vergüenza, la goleada, el ridículo. Dos: me sigo rindiendo al efecto Robinho. No aprendo. El brasileño presagió lo que luego fueron Ronaldinho, Neymar y Vinicius Jr., pero con su fracaso consiguió traumatizarnos a una generación entera. Aquella tarde creímos en Dios y pensamos que era brasileño, igual que seguramente nuestros padres y nuestros abuelos lo pensaron cuando vieron a Pelé. Nos creímos parte de la historia y nos hizo sentir orgullosos por ello. Y sin embargo, trauma.


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A Dean Huijsen le han sobrado dos partidos para demostrar que va sobrado de condiciones para ser un central de épico recuerdo para nosotros y quizá para nuestros hijos

Así que no quiero ilusionarme pero no puedo evitarlo. Qué jugador es Huijsen. Ya lo vimos en el Bournemouth y en la selección española, pero es que nada de lo que uno hace fuera del Real Madrid puede ser tenido en cuenta de la misma forma que cuando se viste de blanco. Es ahí, con el escudo palpitando sobre el pectoral izquierdo, donde se fraguan las leyendas. A Dean Huijsen le han sobrado dos partidos con este soso Real Madrid en construcción, en medio del descafeinado, raro y confuso Mundial de Clubes 2025, para demostrar que va sobrado de condiciones para ser un central de épico recuerdo para nosotros y quizá para nuestros hijos.

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Hay que tener muy atrofiada la sensibilidad para no emocionarse viendo a Huijsen buscar el pase de su portero corriendo hacia atrás, darse la vuelta orbitando sobre el balón en una enseñanza cósmica, como una roca que aspira a ser un planeta alrededor de una estrella nueva, y avanzar dibujando lo que jamás pensamos que existiría, esto es, un camino entre la maleza, en medio del bosque, un carril delante y detrás del central zurdo. Hay que tener el corazón envuelto en piedra para no sentir cierta euforia al ver cómo conduce este niño con las dos piernas, mirando al frente como nos decían nuestros entrenadores y como nunca fuimos capaces los mortales, y luego adivinar el desmarque de un tipo que viste como él, y como todos, de inmaculado blanco madridista, para ofrecerle un pase que es un bocado exquisito.

En este preciso y precioso instante, Sorrentino comenzaría de forma parecida, pero diferente, La gran belleza. Hoy ya habría visto a Dean Huijsen comenzar el juego del Madrid por el carril del central izquierdo, un carril desconocido hasta este mes de junio y que ha inventado esta especie de resurrección de Fernando Hierro con pinta de tiktoker. Hoy La gran belleza comenzaría evocando a ese defensa aniñado, cadavérico. Alguien miraría los tejados de Madrid desde una terraza del nuevo Bernabéu y declamaría: “Mis amigos dijeron los coños, yo dije que ver a Huijsen iniciar una jugada desde muy atrás. La pregunta era ¿qué es lo que más te gusta en este mundo? Yo estaba destinado a la sensibilidad”.

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