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Vibra Segunda

·20 de abril de 2023

Huesca, a la caza del fútbol profesional

Imagen del artículo:Huesca, a la caza del fútbol profesional

20 de abril del 90… Hola, Huesca, ¿Cómo estás? Pues todavía no me parezco al club que conocéis, pero ya empiezo a asomar la cabeza en el fútbol modesto. El liderazgo autonómico quedaba muy lejos todavía, pero estaba dando los pasos correctos para empezar a recortar esa gran diferencia que existía en aquel momento. A caballo entre Segunda B y Tercera División, pero empezando a generar esa ilusión y a arraigar ese sentimiento azulgrana que años después acabaría explotando.


Aquel fin de semana el Huesca visitó Caspe en un partido que acabó sin goles pero que le valía al equipo altoaragonés para mantener a raya a un rival directo, que en aquel momento aspiraba aún a arrebatarle el ascenso de categoría. Tres victorias consecutivas y dos empates sellaban el título y devolvían a los azulgranas a la categoría de bronce seis años después de su último descenso.


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El infierno de la Segunda B

Tópico conocido alrededor de todo el país y que se cebó, al igual que con muchos otros equipos, con el Huesca. Todo el esfuerzo que se había necesitado para volver a Segunda B cayó en saco roto. Y es que tras una primera temporada con resultados satisfactorios y rubricada con la permanencia, en su segundo año firmó su sentencia en forma de regreso a Tercera División.

Y ahí empezó una auténtica travesía por el desierto. O un día de la marmota, según como lo quiera ver cada uno. Con otras tres campañas en Tercera antes de firmar un nuevo ascenso, pero que de nuevo iba a convertirse en un viaje de ida y vuelta dos años más tarde. Aquel Huesca no encontraba el punto óptimo entre ser uno de los gigantes autonómicos del cuarto escalón del fútbol nacional y no ser capaz de afianzarse en un tercer escalafón convertido en una selva demasiado salvaje por ahora para el club altoaragonés.

Cambio de siglo, misma ruta de viaje

Se necesitaba un cambio de chip, ese chispazo que hiciera cambiar el rumbo de un equipo con ambición pero hasta ese momento sin suerte y con falta de ese carácter ganador necesario para asaltar la élite del fútbol español. Y el caso fue que ese punto de inflexión pudo acabar llegando tras asomarse, por enésima vez, al precipicio del descenso. Tras perder la final de la Copa Federación, en lo que hubiera sido un enorme éxito para la entidad, el Huesca tuvo que lidiar con un playoff de descenso agónico tras otra mala campaña en Segunda B. Corría el año 2006 y aquella vez la moneda cayó de cara para los intereses azulgranas.

A priori pareció solo una simple permanencia, pero todo empezó a cambiar a partir del curso siguiente. Con esa trayectoria llena de altibajos que arrastraba el equipo durante más de una década de ascensos y descensos a partes iguales, muy pocos apostaban por el Huesca como candidato para pelear por los primeros puestos, pero el fútbol volvió a hacer una de las suyas.

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La SD Huesca de 1990, posando para la foto antes de un encuentro

En el primer capítulo solo el Alicante fue mejor durante la fase regular y el Córdoba en la eliminatoria decisiva. El Huesca se había quedado con la miel en los labios pero la experiencia valió la pena porque un año después los villanos se convirtieron en héroes. Y teniendo que hacer frente a la marcha de Manolo Villanova, que cambió el banquillo oscense por el del Real Zaragoza (que en aquel momento trataba de eludir el descenso a Segunda). De nuevo segundos en el Grupo 2, Gavà y Écija fueron los dos obstáculos que tuvo que superar el equipo dirigido por Onésimo, que logró la hazaña de colocar por primera vez en el fútbol profesional a los altoaragoneses después de 48 años de vida.

Cerrando el círculo

El resto de la historia es la parte más conocida por todos. Con un par de viajes de ida y vuelta hacia Primera División. Andaduras efímeras pero muy intensas para toda la ciudad de Huesca y para un club que, con el paso de los años y en parte gracias al bajón del su ya máximo rival, ha puesto en entredicho la hegemonía dentro del fútbol aragonés. El Real Zaragoza sigue teniendo la historia y las cifras de su parte, pero es imposible obviar el crecimiento del Huesca para ponerse, por lo menos a día de hoy, al mismo nivel. Y quién sabe lo que podrá pasar en los siguientes 33 años.

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