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·20 de mayo de 2024

Hora de rendir cuentas pendientes

Imagen del artículo:Hora de rendir cuentas pendientes

Finalizada la temporada, pues la última jornada es un mero trámite, es hora de exigir responsabilidades en el Atlético de Madrid

Es un hecho, no hay margen de cambio. El Atlético de Madrid finalizará LaLiga 23/24 en cuarta posición, clasificado a la próxima UEFA Champions League y a más de veinte puntos del campeón. Tras esto se esconde una eliminación en semifinales de Copa del Rey y un adiós a la Champions en cuartos de final. Un balance de la temporada en la que la gran protagonista ha sido la vergonzante puesta en escena de los rojiblancos lejos del Metropolitano. Así que ahora, con una última jornada de puro trámite, es hora de rendir las cuentas pendientes en el Atlético de Madrid.

Empezando por el rendimiento sobre el verde, los de Simeone dejaron escapar ante Osasuna la posibilidad de firmar su mejor temporada como locales. Un récord que no llegó en una tarde para el olvido, plena de desgana y carente de actitud que dejó una despedida amarga de la temporada en el Metropolitano. Una imagen similar a la vivida en muchas de las salidas de este curso, una parcela que se resume de la siguiente manera: 9 victorias, 5 empates y 12 derrotas en los 26 partidos fuera de casa (sin contar el que resta ante la Real Sociedad y la semifinal de la Supercopa de España).


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Ese ha sido el principal obstáculo de los rojiblancos para tocar metal este año. En Copa del Rey no hubo ni un atisbo de esperanza en San Mamés y en Champions el equipo evidenció su fragilidad en Dortmund. Rasgos y características que no se vieron en un Metropolitano casi inexpugnable: 23 victorias, 1 empate y 3 derrotas. La comunión con la grada en los partidos de casa son también grandes culpables de que el Atlético esté en Champions por duodécima temporada consecutiva.

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Un muro ametrallado

Si algo elevó a Simeone a la cima fue la consistencia de un equipo que sabía sufrir y que sacaba adelante todo tipo de partidos. Esa solidez y fortaleza se ha ido desvaneciendo con el tiempo hasta llegar a la realidad con la que se convive a día de hoy. Por primera vez desde la llegada del técnico al banquillo, quitando la media temporada de su regreso, el Atlético de Madrid está fuera del top 3 equipos de LaLiga. Los colchoneros se han caído de un cajón al que se habían subido año tras año desde la temporada 12/13.

¿La razón de esa caída? Por un lado está la irrupción del Girona, equipo revelación del curso, y por otro, los males del Atlético. Sumado a ese descalabro a domicilio (24 puntos de 54 puntos posibles) se encuentra la pérdida de la esencia pura de Simeone o, en palabras claras, la pérdida de solidez del muro defensivo. Ese unocerismo tan icónico anda en terrenos desconocidos y, ahora, rara vez se deja la portería a cero. Solo en 15 de 53 encuentros posibles, la meta de los madrileños ha acabado intacta. Aunque no solo eso, la facilidad para encajar goles ha sido impresionante y los números así lo reflejan.

Ni más ni menos que 68 goles encajados a falta de un partido para cerrar la campaña. Una estadística que, para encontrar un registro peor, hay que retroceder hasta la temporada 2008/2009, curso en el que se encajaron 69 tantos. En definitiva, lo que fue un muro inquebrantable son hoy añicos y restos que hacen del Atlético un regalo para delanteros y ataques rivales. Una losa que además pesa mucho para un ataque que ha superado el centenar de goles (102), una cifra más que notable.

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Plantilla a la baja

Escapando del verde, no así de los protagonistas que visten la elástica rojiblanca sobre él, hay otro gran problema que explica lo sucedido en la 23/24. La plantilla de la que dispone Simeone es una lista de futbolistas entre los que abunda la edad y brilla la escasa inversión. El mercado de fichajes del pasado verano se cerró con una inversión total menor de 14 millones de euros. Azpilicueta, Söyüncü, Mouriño, Javi Galán y Samu Omorodion fueron las apuestas de la directiva de cara a la temporada. ¡Sorpresa! Solo Azpilicueta termina la temporada como colchonero.

El navarro, de amplia experiencia a sus espaldas, ha disputado 1742 minutos a lo largo de 33 encuentros. El resto se marcharon cedidos. Mouriño y Omorodion desde el mismo verano en el que llegaron, y Söyüncü y Javi Galán desde el pasado mes de enero tras comprobar Simeone que no eran válidos para sus planes. No ha sido un año excepcional en este sentido, pues la pérdida del valor de plantilla del Atlético en los últimos seis años confirma la tendencia. De casi 1.000 millones a poco más de 417, de ahí es nada.

Y en esa escasa, por no decir nula inversión, los años han ido pasando para unos jugadores que han llegado a su tope. En la vuelta de cuartos de final ante el Borussia Dortmund, con el club madrileño pudiendo meterse entre los cuatro mejores de Europa, el Atlético presentó el once titular de mayor edad de su historia. Una media de 31 años conformada por once tipos, de los que seis ya superaban la treintena y Nahuel Molina, con 26 años, era el futbolista de menor edad.

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Hora de mirar al palco

Los culpables de que aquello sucediese y de que el valor de la plantilla vaya decreciendo año tras año habitan en el palco. Los mismos que se escudan en Simeone para evitar las flechas y que viven a cuerpo de rey en lo que para ellos es un negocio. La escalada en la lista Forbes contrasta muy bien con la desescalada en competitividad del equipo, esa parte del club a la que se debería de mirar con mayor detenimiento. Y no tanto en otras parcelas que poco o nada influyen en el desempeño del conjunto, pero que para ellos sí son importantes porque pueden repercutirles un gran botín que llevarse al bolsillo.

Ahora, tras una temporada en la que el único logro será la vuelta del verdadero escudo del Atlético de Madrid, toca mirar al palco. Y hacer lo que no se hace desde que un hombre argentino, vestido de santo, llegó para cambiar la historia del club. Toca señalar y toca exigir que el trabajo de los del palco se enfoque donde toca, en los fichajes y en la confección de una plantilla verdaderamente competitiva. Toca no conformarse y dejar de lado el papel conformista que está instaurado en grandes facciones del Atlético de Madrid desde hace años. Porque solo así se evitará tirar por tierra un proyecto que comenzó hace doce años y que, con fallos y aciertos, continúa a día de hoy.

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