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La Galerna

·26 de enero de 2021

Homenaje a El Radio de Richard Dees

Imagen del artículo:Homenaje a El Radio de Richard Dees

“Damas y caballeros, tengo que anunciarles una grave noticia. Por increíble que parezca, tanto las observaciones científicas como la más palpable realidad, nos obligan a creer que los extraños seres que han aterrizado esta noche en una zona rural de Jersey son la vanguardia de un ejército invasor procedente del planeta Marte...” De esta manera retransmitía en directo, el 30 de octubre de 1938, Orson Welles su famosa dramatización de La guerra de los mundos de H. G. Wells.

Yo tuve una sensación parecida la primera vez que escuché El Radio de Richard Dees, una mezcla de alarma, desconcierto, pasmo e incredulidad. Apenas podía creer que todos esos desmanes y disparates se hubieran pronunciado, uno tras otro, la noche anterior. Mi primera reacción fue muy parecida a la de los cientos de miles de personas que entraron en pánico aquel día en Nueva York. No sabía si llamar a Emergencias, si echarme la mano a la cartera (y comprar un billete de tren que me llevara muy lejos), si salir a la calle y empezar la defensa, si acudir a un hospital a donar sangre, o si pensar que aquellas voces provenían de Orión o Raticulín.


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La primera vez que escuché El Radio de Richard Dees tuve una sensación de desconcierto, mezcla de alarma, pasmo e incredulidad

Ya más tranquilo, pensé que todo podría ser un montaje, un collage creativo, una sátira, o una invención paródica del tal Richard Dees. Lo busqué en la red y vi que era un personaje de Stephen King, así que pensé que bien podría tratarse de una colección de personajes delirantes nacidos de su imaginación: Kalikatres, el Panocha, el Trilero, la rana Kermit, el capitán Hispania, Nicolasito Pertusato, el trompetista equilibrista, el tío Vinagre, el Fabulista, Sor Pellizquitos, el Tonto de los cumpleaños, Tertuliator, Fredo, don Corleone, Fray Trueba, Gañotemán, el Risitas... No era posible que existiesen tales personajes, y menos aún que coexistiesen y tuvieran opiniones y objetivos tan similares.

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Fui al archivo y escuché todos los audios disponibles a lo largo de los días, así como los que míster Dees iba publicando cada tarde. Escuché atónito lo que se decía, antes y después de los partidos, antes y después de la Décima y de la Undécima, de la Duodécima y de la Decimotercera. Un auténtico viaje a la estupefacción. Si no me creen, hagan la prueba; diríjanse al archivo y escojan al azar tres o cuatro programas, de 2016, 2017, no importa el año, cualquiera servirá. Con la perspectiva del tiempo, sabiendo lo que ya ha ocurrido, ese regreso al pasado adquiere tintes verdaderamente delirantes. Si no se trata de una persistencia colectiva en el error —nunca es sencillo diagnosticar un fenómeno de semejante índole—, puede que se trate de pura obsesión contra el Real Madrid.

Al escuchar El Radio nunca más volverá a escuchar, ni a leer, el periodismo deportivo de la misma manera. Se sentirá desinformado cada vez que traten de darle opinión por información, y supuesto contenido por ausencia de contenido

Al escuchar El Radio, descubrirá conceptos como el presentismo, el trilerismo, la línea pastoral, el criterio fijo variable, la piedra gómez, el lado malo de lo bueno, las relaciones bilaterales asimétricas, la pata primordial... A cambio, perderá definitivamente la inocencia. Nunca más volverá a escuchar, ni a leer, el periodismo deportivo de la misma manera. Se sentirá desinformado cada vez que traten de darle opinión por información, y supuesto contenido por ausencia de contenido. Se sentirá manipulado cada vez que apliquen dobles raseros, busquen equiparar situaciones distintas, e intenten retorcer la realidad. Se sentirá estafado cada vez que le oculten datos y le den mayor importancia a la polémica que a la verdad.

El 31 de octubre de 1938, el día después de la emisión de radio, en Estados Unidos las portadas de los periódicos referían “un falso boletín de guerra difunde el terror por todo el país”, “obra radiofónica aterroriza a la nación”, “oyentes de radio entran en pánico”, “confunden un drama bélico con una crónica real”. En España, por el contrario, medios tan serios y respetables como la Ser, la Cope, Onda Cero, Radio Marca, Mega y GolTv nos despachan un nuevo programa al día siguiente.

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