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·8 de abril de 2021

Historia| Franck Ribéry: un ejemplo de carácter y determinación

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Franck Henry Pierre Ribéry, extremo izquierdo que juega actualmente en la Fiorentina, vino al mundo hace exactamente 38 años, un siete de abril del año 1.983, en la localidad de Boulogne-sur-Mer, situada junto al Canal de La Mancha, zona costera turística del norte de Francia, cuya bonanza dista mucho de parecerse a la infancia que llevó el habilidoso delantero.

Cuando apenas comenzaba a vivir, Ribéry fue abandonado por sus padres biológicos en un convento de monjas y nunca llegó a conocerlos. Por si esto fuera poco, a los dos años sufrió un grave accidente automovilístico que casi termina con su vida. Iba en el asiento de atrás de un coche, y producto del fuerte impacto salió disparado hacia el parabrisas produciéndole severas heridas en el rostro. Las consecuencias inmediatas fueron más de cien puntos de sutura que le dejaron importantes cicatrices.


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Franck se transformó entonces en el monstruo del convento. Objeto de risas y burlas fue apodado Quasimodo, como el famoso jorobado de la novela de Víctor Hugo, Nuestra Señora de París. Más adelante, llegarían a apodarle ‘Scarface’, aludiendo al célebre personaje interpretado por Al Pacino, en la película del mismo nombre, dirigida por Brian De Palma, casualmente estrenada en el mismo año de su nacimiento.

En una entrevista hace ya un tiempo en el Canal+, Ribéry reveló detalles acerca de cómo esta dura experiencia influyó en su personalidad: “Las cicatrices me dieron carácter y esta fortaleza porque cuando eres un niño y tienes una cicatriz como esta, no es fácil. La forma en que la gente te ve, los comentarios […] La gente decía: ‘mira lo que tiene en la cara, mira su cabeza. ¿Qué es esta cicatriz tan fea?’. Las personas que hablaban de mi eran los padres de otros niños, y esto es muy cruel”. Sin embargo, a pesar de tener que pasar por una situación tan dura, el delantero francés manifestó que nunca sintió pena de sí mismo: “Nunca fui a una esquina a llorar, a pesar del sufrimiento que sentí […] Nunca, nunca, nunca, pero sí sufrí”.

Volviendo al tema de su infancia, Ribéry pasaba largos períodos en los que se escapaba del lugar donde estaba siendo criado para jugar al fútbol con otros niños del vecindario. Aprendió el deporte y se imaginó llegando a ser jugador profesional, sin embargo, el camino no iba a ser nada fácil.

Habiendo sido expulsado de varias escuelas por su rebeldía, una vez que cumplió la mayoría de edad tenía que trabajar para poder ganarse el sustento, así que buscó empleo en el área de la construcción cargando sacos de cemento. Las malas compañías y sus problemas personales, no fueron una buena combinación, y lo terminaron llevando a caer en la adicción al alcohol.

Sus inicios en el mundo del fútbol se dieron en la US Boulogne, el Olympique Alès, el Stade Brestois, hasta llegar a la Primera División con el FC Metz, de donde se dice, fue despedido por su problema con el alcohol. De allí, firmó con el Galatasaray de la ciudad de Estambul, Turquía, y su carrera como futbolista dio un vuelco por completo.

Hay quien dice que el amor por su esposa, Wahiba Belhami, a quien conoció durante su turbulenta juventud, fue lo que le hizo cambiar e incluso convertirse a la religión musulmana para la que ahora es Bilal Yusuf Mohammed (su nombre para el Islam). Lo cierto del caso, es que su carrera empezó a desarrollarse a toda máquina, y a un ritmo ascendente que lo llevó del Galatasaray al Marsella, y luego al Bayern de Múnich donde militó a lo largo de doce temporadas viviendo sus mejores años como futbolista. Actualmente, se encuentra jugando en la Serie A de Italia con la Fiorentina.

Hasta ahora, este habilidoso jugador francés ha logrado coleccionar 596 partidos en clubes a nivel profesional, con 43.767 minutos jugados, 150 goles y 220 asistencias, para una participación de gol cada 118 minutos. Tal y como ya se mencionó, sus mejores años fueron en el Bayern de Múnich, donde esa participación de gol se dio cada 99 minutos, producto de 124 goles y 182 asistencias en 30.297 minutos. Con la selección francesa no se quedó atrás: 81 partidos en la mayor donde contribuyó con 16 goles y 20 asistencias, además de 18 encuentros con la sub-21, hablan de su trascendencia con los Bleus.

Sin dejar de lado la gran cantidad de títulos conseguidos a nivel colectivo, entre los que se cuentan nueve veces campeón de la Bundesliga, una Champions League, un Mundial de Clubes y una Supercopa de Europa, entre otros, tal vez de los que mayores satisfacciones le haya producido fue uno que logró a nivel individual. En la temporada 2012-13, Franck Ribéry, coronó una temporada memorable, y logró ganar el Premio al Mejor Jugador de la UEFA en Europa al imponerse a dos monstruos del fútbol, como son Lionel Messi y Cristiano Ronaldo. El niño que fue abandonado por sus padres, y que fue objeto de no pocas burlas por sus cicatrices, había llegado a lo más alto del fútbol europeo, tal y como alguna vez pudo haber soñado.

La carrera futbolística de Ribéry logró apartarse de aquellos apodos que la insensibilidad humana le atribuyó por sus cicatrices, y construyó una carrera futbolística plagada de éxitos, que le tienen actualmente, disputando sus últimos años de vida activa como jugador de fútbol en la Fiorentina. Sin embargo, ya se comenta que el retiro no es algo que pase aún por su cabeza, y que está pensando en nuevos retos, tal vez en la misma Italia, o incluso hasta en Alemania.

Afortunadamente, la vida profesional y los logros del delantero francés nada tuvieron que ver con el trágico final de Quasimodo, y mucho menos al de Tony Montana (Scarface), o con aquella vida que se podía prever en sus primeros años marcados por el abandono, el dolor físico y los golpes psicológicos. No ha sido así, y el mundo del fútbol ha podido disfrutar de Franck Ribéry, el mismo que una vez dijo que nunca se operaría sus cicatrices, pues dejaría de ser él mismo.

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