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La Colina de Nervión

·10 de abril de 2025

Hartos de estar hartos

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Ningún acto violento es aceptable ni tiene justificación. Punto y final.

La afición del Sevilla Fútbol Club ha mostrado su hartazgo de mil formas posibles y después de la derrota en el derbi ha empezado a hacerlo de la peor manera, con actos violentos, que se podían prever, de los sectores más radicales. (Véase la línea 1) Por si el presidente José María del Nido Carrasco, y sus acólitos del Consejo de Administración, tenían alguna duda, ya debe haberles quedado claro que su divorcio con el sevillismo ya no tiene vuelta atrás, es decir, todos y cada uno de los miembros del Consejo de Administración, así como todos aquellos que ostentan algún cargo ejecutivo en la actualidad, cuentan ya con una sentencia condenatoria por parte del único órgano soberano: la masa social. Podrán tener el control accionarial durante todo el tiempo que quieran, que ojalá sea poco por el bien del club, pero la consideración social la han perdido de manera irremisible.


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En las últimas tres temporadas, el aficionado ha presenciado varios finales de ciclo. Primero fue el de un entrenador, Julen Lopetegui, cuyo crédito se agotó por falta de ambición competitiva después de haber instalado al Sevilla Fútbol Club en el cuarteto principal del fútbol nacional y hacerlo un fijo en la Liga de Campeones, además de haber añadido un nuevo título europeo a las vitrinas. Posteriormente, se ha sido testigo del fin de ciclo en la élite de algunos futbolistas de extraordinaria trayectoria como Jesús Navas, Rakitic, Fernando, Sergio Ramos, quienes por mor del tiempo han decidido bien colgar las botas bien buscar un retiro dorado en competiciones inferiores en el orden mundial. Asimismo, en los últimos tiempos se ha vivido el ocaso como sevillista del único director deportivo ha conseguido campeonar en Europa en esta entidad.

Monchi sigue triunfando ahora en el continente con otro club y, aunque no se sabe qué puede deparar el futuro, a día de hoy se antoja muy complicado que pueda volver a una oficina del Sánchez-Pizjuán después de haber firmado sus peores operaciones, en algunos casos inexplicables como las contrataciones de Januzaj, Rafa Mir, Marcao, entre otros.

Con ser todo esto importante, lo que ocurre en este momento es crucial pues lo que está viviendo el Sevilla Fútbol Club es el final del ciclo de sus propietarios, es decir, el agotamiento del estamento del cual emanan todas las decisiones. El centro neurálgico de la entidad está ya física, mental y anímicamente agotado, lo que provoca que el club funcione como un barco a la deriva sin capitán, moviéndose según sople el viento o se dirija la marea, teniendo como consecuencia directa la inoperancia que transmite el equipo en el terreno de juego e, indirectamente, el hartazgo de la afición que contempla la degradación paulatina del club de sus amores. Hartos ya de estar hartos, los aficionados expresan ya su malestar de cualquier manera que se les ocurra, ya sea interrumpiendo un partido como ocurrió el pasado domingo, ya sea (léase de nuevo la línea 1) con actos violentos.

Una vez entrados en esta espiral, lo que corresponde a los culpables del deterioro de la institución es tomarse en serio la situación, puesto que, si bien los actos violentos son injustificables y los responsables son únicamente quienes los cometen, el origen de la inestabilidad que se vive está en los despachos y en las decisiones de quienes tiene la responsabilidad de dirigir el club. Dicho de otro modo, jamás se podrá decir que Del Nido Carrasco sea culpable de la agresión sufrida por su psicólogo (reléase otra vez la línea 1); pero sí es responsable de que la situación de tensión que se vive en el sevillismo alcance tal magnitud que se llegue hasta dichas situaciones extremas. Por tanto, si pensara en algo más que en la injustificable remuneración que percibe mensualmente, debería caer en la cuenta de que su incapacidad, inoperancia e inutilidad derivan en este clima de crispación que hoy se padece y, además, en que ni él ni nadie va a ser capaz ya de aportar solución a ello.

Esta reflexión debería estar, del mismo modo, en la mente de los restantes miembros del Consejo de Administración e, incluso, de los restantes accionistas principales, incluyendo a Del Nido Benavente, cuyo ciclo está igualmente agotado. Nada bueno va a salir de la actual composición accionarial de la Sociedad Anónima Deportiva llamada Sevilla FC, puesto que entre todos, y con más ahínco el propietario del mayor paquete accionarial, se han encargado de que sus relaciones sean irreconciliables por lo que, jamás y en ningún caso, habrá paz en una Junta General de Accionistas, mientras sus participantes sigan siendo los mismos que ahora. Cojan su dinero, disfruten de los pingües beneficios de su inversión y retírense a vivir lo mejor posible. Sólo así el Sevilla FC encontrará solución a la ruina social, deportiva y económica que ellos mismos han generado.

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