Santa Fe Deportivo
·20 de noviembre de 2023
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·20 de noviembre de 2023
El 20 de noviembre de 2022 no quedará marcado como el imborrable 18 de diciembre pero será por siempre una fecha agradable de recordar para los hinchas argentinos, porque se dio el puntapié inicial del histórico Mundial de Qatar, el último con el formato de 32 participantes, que finalmente le dio la tercera estrella al seleccionado «albiceleste» y la merecida consagración a Lionel Messi.
Ese domingo de noviembre, en plena primavera de Argentina y otoño en Medio Oriente, con 28 grados de temperatura, transcurrió la ceremonia inaugural de la vigésimo segunda edición de la Copa del Mundo masculina de la FIFA.
Cuando el seleccionado ecuatoriano al mando del argentino Gustavo Alfaro venció 2-0 al combinado local conducido por Félix Sánchez Bas, actual DT de la «Tri», el plantel dirigido por Lionel Scaloni ya estaba instalado desde hace cuatro días en la concentración de la Universidad de Qatar.
Con una inesperada derrota ante Arabia Saudita, Argentina se presentó en el Mundial.
Esas primeras horas de la «Scaloneta» en Doha tuvieron momentos incómodos para un grupo que soñaba obstinadamente con llegar a la final del domingo 18 de diciembre en Lusail.
Luego del último amistoso ante Emiratos Árabes Unidos (5-0) en Abu Dhabi, el cuerpo técnico notó que dos de los 26 futbolistas incluidos en la lista definitiva, que había sido anunciada el 11 de noviembre, no estaban en su mejor forma física.
Al joven entrenador argentino no le tembló el pulso para tomar decisiones fuertes a días del debut con Arabia Saudita, por lo que bajó de la competencia a Nicolás González y Joaquín Correa y llamó de urgencia a Ángel Correa y Thiago Almada.
La sangría insinuaba con no cortarse ahí porque durante los días siguientes Scaloni observó y exigió a otros futbolistas que arrastraban dolencias como Cristian «Cuti» Romero, Marcos «Huevo» Acuña y Alejandro «Papu» Gómez, quienes finalmente superaron las pruebas y confirmaron su lugar en el plantel.
El festejo de Messi ante México, el día de la resurrección argentina en Qatar.
En los primeros entrenamientos en la Universidad de Qatar, Messi reguló las cargas y se entrenó diferenciado al grupo principal, lo que aumentaba la incertidumbre sobre el estado del capitán.
El inédito cambio de calendario que puso al Mundial de Qatar en medio de la exigente temporada europea no sólo le trajo dolores de cabeza al cuerpo técnico argentino.
Francia, el defensor del título conseguido cuatro años atrás en Rusia, anunció ese fin de semana la baja de una de sus máximas figuras, el delantero Karim Benzema.
Afectado por una lesión muscular, el entonces goleador de Real Madrid dejó la concentración del equipo dirigido por Didier Deschamps casi un mes después de haber sido el ganador del Balón de Oro de la polémica edición que excluyó a Messi de los 30 nominados.
Deschamps decidió no convocar a ningún reemplazo y afrontó toda la competencia con un jugador menos, lo que dejó abierta la especulación sobre un posible regreso del «Gato» para las instancias finales..
Final feliz. Messi y compañía levantaron la copa del mundo en Qatar.
Al que sí sustituyó Deschamps fue al delantero Christopher Nkunku y en su lugar convocó a Randal Kolo Muani, un jugador que tendría un protagonismo central en la fascinante definición del Mundial a favor de Argentina.
La epidemia de estrellas lesionadas se había iniciado unos días antes con la salida de Sadio Mané del plantel de Senegal.
Hacia el 20 de diciembre Doha ya ebullía al calor de la fiesta mundialista que tenía a los hinchas argentinos como una atracción turística más en las calles de la ciudad.
El eterno hit «Muchachos» comenzaba a viralizarse como himno «albiceleste» y el grupo Argentina Fans Qatar, con cerca de tres mil miembros de distintas nacionalidades asiáticas, marcaba su presencia con «banderazos» de apoyo a Messi y la selección.
La predominancia argentina en la atmósfera de la Copa del Mundo resaltaba por la merma de las colonias europeas, cuyas sociedades mayoritariamente le dieron la espalda a la competencia como evento social por las reglas de convivencia reinantes en el emirato.
Messi y el momento que se adueña del trofeo que le faltaba en su vitrina.
Pocos días antes del inicio del Mundial, las autoridades qataríes confirmaron que no se vendería alcohol en los alrededores del estadios, algo que afectó los intereses de la FIFA con sus patrocinadores.
En la noche del 20 de noviembre, la atención del mundo se posó en el increíble estadio Al Bayt, escenario que recrea una tienda beduina en plena zona despoblada y árida, distante a unos 60 kilómetros de Doha.
La jornada de la fiesta de apertura y el primer partido significaron un llamado de atención para las autoridades locales por el caos de tránsito generado en la única ruta de acceso al estadio, lo que generó grandes demoras de tránsito.
Por esa razón, la austera ceremonia inaugural, que se extendió por media hora con la participación del actor estadounidense Morgan Freeman y el cierre a cargo del emir Tamim bin Hamad Al Thani, transcurrió con muchos asientos vacíos en un recinto para 60.000 personas.
Una vez iniciado el juego, Ecuador sacó una ventaja decisiva con el doblete de Enner Valencia en el primer tiempo y desató la decepción del público qatarí, que en buena medida se retiró antes del final del partido para evitar las mismas complicaciones de circulación en el regreso.
Dos días después del triunfo ecuatoriano (2-0), Argentina debutaría ante Arabia Saudita con un resultado inesperado en Lusail que, visto en perspectiva, sólo fue parte de la trama de su inolvidable coronación.
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