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·13 de agosto de 2025

Güler manda, Mbappé marca

Imagen del artículo:Güler manda, Mbappé marca

El turco se postula como el armador que necesita el Madrid y el francés empieza el curso con un doblete. Debutó Carreras y marcó Rodrygo ante un Tirol muy defensivo.

No hay nada mejor que los veranos para el fútbol. Los fichajes son melones por calar, que ya habrá tiempo para el desengaño; las derrotas no duelen y las victorias, incluso ante rivales de cartón piedra, auguran grandes éxitos. Con esa agradable sensación se quedará el hincha del Madrid hasta el próximo martes, cuando el equipo entre en combate. El viaje a Austria acabó en triunfo sencillo y un buen ejercicio de asedio a equipos encastillados, porque el Tirol no dio para juzgar si el Madrid se ha ajustado en defensa. La tarde fue aburridísima para Courtois.


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En el informe final quedaron un buen partido de Güler, un Vinicius más trabajador pero menos asombroso, el doblete de cada día de Mbappé servido sin demasiada guarnición, el papel clave de Tchouameni, el estreno discreto de Carreras y unos minutitos de Alaba como mediocentro, donde tiene más porvenir que como quinto central.

Para el ensayo general quedó un Madrid de cintura de avispa, corto de talle, con solo tres centrocampistas disponibles, que espera sean cuatro si Valverde se recupera a tiempo para enfrentarse a Osasuna. Eso habla, de nuevo, de un equipo imperfecto, bien remendado en defensa, su zona cero de la temporada anterior, con tres fichajes, pero huérfano de creador desde la retirada de Kroos, su arma de construcción masiva.

Un comienzo arrollador

El once, en cualquier caso, dio para hacerse una idea de lo que será el primer Madrid de Xabi en la temporada. En el Mundial de Clubes ya resolvió la mayoría de los asuntos pendientes. Ahora perfila los detalles: Trent, aparentemente por delante de Carvajal; Militao, como segundo central; Brahim, como tercer hombre de ataque, y Rodrygo, como primera opción para dejar la plantilla. Jugó la última media hora y marcó un gol que no parece mejorar su condición de suplentísimo.

Arda Güler fue la mejor noticia del ensayo. Parece claro que no llegará un organizador y a Xabi Alonso no le quedará otra que inventarlo. Es costumbre en un club donde las compras no responden en muchos casos a los gustos de los entrenadores. A Ancelotti no le trajeron un sustituto de Benzema y moldeó a Bellingham para el papel con gran éxito de crítica y público. Güler no es exactamente un armador, pero queda obligado a serlo.

Probó con él ahí Ancelotti y repitió Xabi en el Mundial de Clubes. Ese ensayo clínico no resultó satisfactorio del todo: cumplió ante equipos de medio pelo y pinchó ante Barça y PSG. En Innsbruck pareció más concienciado de lo que toca. En diez minutos estrelló un remate de zurda en el larguero con la banda derecha como punto de partida, llegó a un rechace para estrellar su disparo en el pecho de Stejskal y le dio un gol a Mbappé en uno de esos pases filtrados que son salvoconducto de gol. Fue el segundo del Madrid, porque antes había inaugurado el marcador Militao, en un cabezazo bombeado que le pilló metido en el papel de nueve. Arda Güler, en cualquier caso, ofreció síntomas de crecimiento en jerarquía, condición indispensable para el puesto. Esto no solo consiste en mandar, sino en que el equipo sepa quién manda y se confíe a ese timón.

Solo en el tramo inicial se empleó el Madrid en modo competición oficial, con presión elevada, recuperaciones rápidas y presencia frecuente en el área rival. El resto tuvo aire de pachanga. Solo la presencia de 16.000 hinchas en las gradas le separó del bolo semifurtivo ante el Leganés. Ayudó a la modorra veraniega la diferencia de nivel entre ambos equipos. El Tirol se supo sparring, cerró líneas y entregó la pelota sin resistencia. No está para más.

Carreras anduvo menos marchoso de lo que se le supone. Esa banda fue durante años de Roberto Carlos y Marcelo y cuesta encontrar laterales tan extremadamente largos como ellos. En eso el madridismo está muy mal acostumbrado. Y Tchouameni ejerció de centrocampista de cierre, su papel principal, pero ya se sabe que pasa por jugador anfibio, capaz de sumergirse entre los centrales durante el encuentro. Sin duda, resulta más visible para los entrenadores que para el aficionado.

Y al fin, Rodrygo

El Madrid tomó un nuevo impulso a la vuelta del descanso. Recuperó el apetito por la recuperación rápida y tuvo más intención de pisar el área. La consecuencia inmediata fue el tercer gol. Bueno fue el pase profundo de Tchouameni y excelente la definición de Mbappé, que con un amago desmayó a Eckmayr para marcar a puerta vacía. Un tanto de desmarque y carrera, su especialidad.

A la hora de juego metió siete cambios Xabi Alonso. Para entonces ya no quedaba ni uno solo de los austriacos que habían comenzado el encuentro. Todo se volvió más relajado, incluida la presión del Madrid, lo que permitió a Anselm verse en un mano a mano ante Lunin. Su remate flojo, raso y al cuerpo del portero fue un estropicio tras una arrancada notable.

En esa recta final volvió Gonzalo, dispuesto a rematar todo lo que llueva sobre el área, se estrenaron Yáñez, Thiago Pitarch y Roberto Martín y marcó Rodrygo, necesitado de ese acierto que le abandonó hace meses. Lo hizo con su finura habitual después de que Mbappé le abriera pasillo. Si su intención, como parece, es quedarse, aprovechar hasta el hueso cada minuto es el camino.

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