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La Galerna

·13 de mayo de 2021

Granada, 1 - Real Madrid, 4: La toma de Granada

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Como Mason Storm en Hard to Kill. No importan las penurias. Ni las más de 60 lesiones. Ni los horarios, ni las ventajas catódicas. Ni el VAR. Ni el VOR. Ni la mano de Tebas. Tampoco el relato. Ni las trompetas. Ya tenemos incluso asumido que la Real es el pintxo donostiarra mecánico en Valdebebas y una croqueta congelada en el Wanda.

Pero así es el Real Madrid. Como Steven Seagal. Difícil de matar.


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El enésimamente sorprendente equipo de Zinedine esta noche sobre el verde de Granada hizo buena una de las máximas que habitan el himno merengue de las mocitas: Veteranos y noveles. Con los dinámicos y protagonistas Miguel y Marvin, llamados a filas desde la escuadra de Raúl I de Castilla, y empujados por el brío charrúa de Fede en la medular, el campeón de Liga se mostró vigoroso y tenso ante los siempre aguerridos nazaríes de Diego Martínez.

Karim envió el primer aviso tras un contraataque propiciado por Nacho y conducido por el propio Karim para Rodrygo, hoy desde el inicio en la banda derecha de Los Cármenes. El carioca enroscó un centro de vuelta para la testa de Benzema que remató implacable para lucimiento de Rui Costa, bajo el arco de los locales.

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Fue el preludio del gran destello mágico de la noche, que llegaría a los 17 minutos, cuando Miguel levantó el balón de cuchara para Modric dentro del área. Lo que parecía una frivolité se convirtió en delicatessen cuando el mago balcánico se deslizó mortal hasta la portería. Que el balón entrará entre las piernas del arquero fue la lágrima de Boabdil sobre la arena.

Modric, siempre poeta en Granada.

La lírica terminó con dos tarascadas brutales de sendos futbolistas del Granada, que no sólo no derivaron en tarjeta y/o amonestación alguna, sino que siquiera hicieron pestañear al colegiado Gil Manzano, nombre de árbitro donde los haya. Al tiempo, Fede y Marvin, los agraviados, ya heridos durante el resto del encuentro, se retorcían de dolor sobre el césped. Tiene guasa que la primera tarjeta la viera después Militao por un tibio plantillazo.

Afortunadamente, Karim nos devolvió a la poesía con un control de espuela de un balón llovido del cielo de Andalucía. El foco, no obstante, estaba en los laterales. A un lado, Marvin, antílope en ocasiones, al galope en el Masai Mara, a veces cervatillo asustadizo, dejo su sello en el encuentro. Al otro, Miguel, protagonista de una de las asistencias del campeonato a sus imberbes 19 años, también pasó un mal trago con alguna pérdida en zona peligrosa.

Y arriba, en torno a la figura paterna de Karim, las dos perlas brasileiras. Vini volvió a esa versión de batucada atolondrada y marró dos buenas oportunidades a campo abierto para sentenciar el partido. En contraste, Rodrygo trajo la tranquilidad al marcador al filo del descanso tras aprovechar, cual saeta, un balón rebañado por Marvin en el centro del campo, plantarse en el área y cruzar inmisericorde ante Rui Costa.

0-2 y a vestuarios. Allí se quedaría Marvin, lesionado tras la inaceptable e impune entrada de Machís durante el primer periodo. En su lugar, el rehabilitado y noble Odriozola, queriendo volver a ser el Puñal de La Concha. Lo conseguiría.

La pelota volvió a rodar con un tímido intento del Granada de recuperar la senda del marcador. Fue momento, no obstante, para el deleite de las cabriolas y maniobras de Modric para burlar futbolistas rivales. Vini pudo marcar, de nuevo, a pase del croata. Y volvió a fallar.

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A falta de media hora, la mente del cabalista Zidane pareció flotar hasta San Mamés este domingo y decidió reservar fuerzas con un triple cambio. A jugar, Hazard, Asensio e Isco. A la caseta, Rodrygo, Vini y Valverde. Desde Santurce a Bilbao.

Al poco, tuvo una el Granada con un centro que se envenenó tras saltar sobre la punta de la bota de Militao y al que no llegó el ariete nazarí por un palmo. Querían ofrecer mayor resistencia los hombres de un equipo que ha protagonizado una excelente campaña y que con su desempeño esta noche dignificaron una competición que camina entre sombras.

Así llegó el gol de los locales. Un excesivamente fantasioso pase del recién ingresado Asensio, interceptado por el brazo/hombro del defensor, provocó un contraataque impulsado por un rebote afortunado, una parada de Courtois y un rechace para que el veterano Jorge Molina recortara distancias y achuchara corazones blancos.

Fue un instante efímero y el preludio de la tormenta. La reacción, inmediata. Y los regalos, que también se agradecen. Primero, un delicado balón de Modric cruzó toda una diagonal en el área para Hazard, que controló defectuoso, pero sirvió con eficacia atrás. Nadie esperaba la irrupción fulgurante del Puñal de la Concha en el corazón del área para hacer el 1-3 con violencia. Después llegó el obsequio de la noche.

Rui Costa abandonó el arco para vendimiar con el pie fuera del área, no le dio a la pelota, se la birló Karim y el francés, desde su casa, la alojó con mimo en la red para golear en Granada.

Cual caminante blanco que avanza inexorable en la estepa blanca, el Madrid se agarra a la vida, se agarra a la Liga.

Hasta el final. No lo pueden entender.

Fotografías: Imago.

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