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La Galerna

·18 de junio de 2021

Gracias, Sergio Ramos

Imagen del artículo:Gracias, Sergio Ramos

En 'La Galerna' queremos rendir nuestro particular homenaje a Sergio Ramos, una de las mayores leyendas que ha vestido la camiseta del Real Madrid a lo largo de su historia.

Hemos decidido juntar a muchos de nuestros colaboradores para decir adiós al camero. ¿Nos acompañas?


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Rafa Moreno:

Yo no quiero que me expliquen por qué se va Sergio Ramos del Real Madrid. Me da igual, no me importa. Es así, y lo que es así siempre es mejor aceptarlo sin apegos y con agradecimiento por lo que ha venido antes del final. Mienten los finales. Se nos plantan ahí a modo de conclusión y cierre, pretendiendo dejarlo todo perdido de ya no más, pretendiendo que lo que no era final quede explicado, determinado e hilvanado por el fundido a negro definitivo.

Yo no quiero que me expliquen por qué se va Sergio Ramos del Real Madrid. El fundido a blanco sabe que no se irá, sabe que se quedará aquí mismo mientras lo hayamos visto jugar y pelear y animar y celebrar y cortar y subir y marcar y... se quedará Sergio Ramos hasta el minuto 92 y hasta el segundo 48. Tiempo suficiente para que un partido de noventa minutos no se acabe nunca. Tiempo de sobra para que una trayectoria de dieciséis años esté siempre a punto de empezar.

Francisco Javier Sánchez Palomares:

Lo que ha significado Sergio Ramos para el Real Madrid es obvio para cualquier ser humano consciente y funcional sin ningún interés que le lleve a decir lo contrario o complejo propio que provoque su ira contra los demás.

Pero Ramos no solo ha sido capital por lo que ha hecho, sino también porque ha mostrado nuestras costuras. Ha descubierto nuestra exigencia desmedida y absurda (al igual que suelen hacer las figuras históricas) y nuestro clasismo. Ramos ha enseñado al mundo cómo a los aficionados no nos sirve que sea el mejor defensa que ha vestido la camiseta blanca, que hay cambiado el destino del Madrid en varias ocasiones, que haya liderado el segundo mejor Madrid de la historia y el más grande que hemos visto muchos. Ramos ha mostrado cómo los aficionados olvidamos eso en cinco minutos y le damos palos porque ha cometido este error, porque sale con un look estrafalario, porque falla un penalti cada doscientos mil, porque habla mal inglés, porque no nos gusta su forma de ser, porque lleva mal las negociaciones.

Tal vez esté equivocado, pero prefiero mil veces un Sergio Ramos con todos sus defectos que un alumno ejemplar del British College que vista con gusto, hable a la perfección, sea obediente y luego no pase de ser un futbolista correcto sin ninguna posibilidad, ni siquiera remota, de marcar goles de cabeza en el minuto 93 que supongan Copas de Europa.

José Luis Llorente:

A uno le invade la melancolía cuando una leyenda se va. Llegó siendo una promesa, y enredándose en las raíces y el tronco del árbol de la vida madridista, creció hasta argumentar una historia inaudita.

Sus torpezas en las renovaciones se diluyen ante su figura asombrosa, intimidatoria sobre el césped. Y hasta uno esperaba que en el minuto 93, en el descuento, cuando la esperanza es lo único que sobrevive, Florentino y Sergio se dieran la mano para sellar el despido del capitán como jugador blanco en el nuevo Bernabéu. Pero los milagros sólo ocurren en la cancha.

La vida es mucho más prosaica, absurda y cruel. Ramos acertó con un gol que cambió el destino madridista, como hizo otro poderoso defensa, Marquitos, cuando la primera Copa de Europa se escapaba. Mucho más allá de aquel acierto lisboeta, el mérito del último capitán fue encarnar con bravura y determinación, sin desmayo, sin un segundo de concesión, el espíritu madridista. Lo que los madridistas queremos ayer, hoy y siempre. El mismo espacio temporal que cubrirá la inmensa figura de un capitán que nunca tuvo que marchar.

Alberto Cosín:

Gracias, capitán. Por tus 16 años con la blanca, por no escatimar una gota de sudor ni de sangre con esta camiseta, por hacernos felices con tus goles, por emocionarnos con tu forma de sentir el madridismo en el campo, por hacernos llorar de alegría cuando el destino pintaba negro y por dejarnos un recuerdo imborrable a todos los que te vimos jugar. Hasta pronto.

Athos Dumas:

Pudo haber ido al palo. Incluso pudo haber salido fuera ese balón. A Courtois le faltaron escasos centímetros para atajar aquel cabezazo. Pero el caso es que entró. Vaya si entró. Y la explosión de júbilo en el fondo sur del estadio Da Luz se oyó hasta el mismísimo centro de la Antártida.

El gol de Ramos fue el preludio de la Décima, fue el inicio del fin a 12 años de sequía absoluta en Europa tras el voleón de Zidane en el Hampden Park de Glasgow.

En estos momentos yo solo puedo pensar en el gol del minuto 92 con 48 segundos. La liberación que supuso para este escribidor y para millones de madridistas que sufríamos por verse alejar aquella copa hacia la ribera del Manzanares. No lo podremos olvidar nunca. Gracias, Sergio, por librarnos del infierno que habría supuesto una derrota ante los vecinos de ciudad. Hoy no es día de reproches ni de malos recuerdos. Te quise mucho aquel 24 de mayo de 2014, Sergio, y jamás lo olvidaré. Vuelve pronto a casa.

Quillo Barrios:

Me niego a decirte adiós porque hay historias que no deberían acabar nunca. Esta es una de ellas. El Real Madrid y tú sois un matrimonio perfecto y os daréis cuenta en el futuro, cuando la distancia os haga ver lo mucho que os tenéis que dar todavía.

Pocos futbolistas han transmitido tanto y tan bien dentro del campo lo que significa el Real Madrid. Has sido el corazón blanco de los millones de personas que alentábamos desde la distancia. Central de época, futbolista legendario, capitán indomable. Sólo puedo darte las gracias por lo que fuiste, hiciste, transmitiste y diste. No tardes en volver, por favor.

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