Diario UF
·13 de abril de 2020
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·13 de abril de 2020
Comenzaba la temporada 1992/1993 y, la Copa de Europa cambiaba su formato y, también su nombre e imagen oficial. Esto daba lugar a la primera UEFA Champions League, con dieciseisavos, octavos, fase de grupos y final, un formato muy diferente al actual.
Debido a la desintegración de Yugoslavia y la Unión Soviética, varios clubes de los países que se crearon, lucharon por un puesto en la mayor competición europea de clubes. La creación de nuevas plazas obligó a realizar una fase previa.
Tras la fase previa llegaban los dieciseisavos, ronda en la que el Olympique de Marsella superaba al Glentoran y el AC Milán vencía al Olimpija Ljubljana.
En los octavos de final el Olympique de Marsella ganaba al Dinamo de Bucarest y el AC Milán superaba al Slovan Bratislava, de Eslovenia. Con estos resultados ambos llegaban a la fase de grupos.
El grupo A lo conformaban el Olympique de Marsella, los Rangers, el Brujas y el CSKA Moscú. El equipo ruso finalizaba la fase de grupos en el cuarto lugar, con dos puntos. El tercer lugar lo ocupaba el Brujas, con cinco puntos. Los Rangers, desde Escocia, finalizaban la fase de grupos con ocho puntos. Eso hizo que el primer lugar lo ocupase el Olympique de Marsella, con nueve puntos.
El grupo B, lo conformaban el Porto, el PSV Eindhoven, el IFK Goteborg y el AC Milán. El cuarto lugar lo ocupaba el equipo holandés, con un solo puntos. El tercer lugar se lo quedaba el Porto con cinco puntos, dejando el segundo lugar al IFK Goteborg, con seis puntos. El primer lugar lo ocupó el AC Milán, con 12 puntos, al haber conseguido seis victorias.
Esto hizo que el Olympique de Marsella y el AC Milán se enfrentasen en la final de la competición, que tuvo lugar en el Olympiastadion de Münich. Aquella final la vieron en directo 65,000 personas.
El OM salía con un 4-3-1-2 en la pizarra, que en el campo pasaba a ser un 4-3-3 o un 5-2-3 según la fase del partido. Pelé alternaba el mediocampo con la delantera y Desailly pasaba de jugar como pivote a ocupar la zona central de la defensa.
En cambio, el AC Milán disputó todo el partido siguiendo su 4-4-2 fijo, con una defensa férrea y un ataque “cronometrado”. Ese estilo de juego que tanto caracterizó al club italiano y tan culpable es de sus éxitos.
El partido finalizó con un 1-0 a favor del conjunto francés, que se adelantó en el marcador en el minuto 44, con gol de Basile Boli. El central francés remató de cabeza un saque de esquina con mucha potencia. El salto de Boli fue muy alto y, sirvió para que, con un cabezazo muy seco diese la final a su equipo. Este gol hizo que Didier Deschamps pudiese levantar la primera y única orejona que hay en las vitrinas de un club francés.
Eso sí, este título está envuelto en una gran polémica, pues hubo indicios de un posible amaño de partidos. Se relacionó al presidente del Olympique de Marsella, Bernard Tapie. Esta polémica hizo que el club francés bajase a la segunda división francesa, perdieron su último trofeo de Ligue 1 y fueron sancionados durante un año sin jugar competición internacional. Esto hizo que no representasen al campeón de Europa en la Copa Intercontinental.
Desde que el OM levantó la UEFA Champions League solo un equipo francés ha vuelto a una final, el AS Mónaco en 2004. Aquella final los galos eran los grandes favoritos, aunque acabaron cayendo 3-0 frente al Porto.
La clave de que los franceses no hayan vuelto a levantar una Champions es la poca continuidad que han tenido los grandes equipos franceses (por ejemplo, el Mónaco de 2017). Esto se debe a que cuando un jugador francés destaca opta por marcharse a un club extranjero, por lo que el hito que logró el OM parece que está lejos de repetirse, como mínimo a corto plazo.