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·18 de abril de 2021
Fútbol Histórico: la selección de Yugoslavia de 1960

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·18 de abril de 2021
Hace unas semanas, hablamos sobre aquel Partizan de Belgrado finalista de la Copa de Europa de 1966. La mayoría de aquellos jugadores finalistas de Europa ya lo habían sido seis años antes, pero lo hicieron representando a su país, Yugoslavia. Además, habían logrado algo mucho más grande. Probablemente, la de 1960 fue la mejor generación de jugadores yugoslavos de la historia.
La Yugoslavia de 1960 era un combinado formado por nombres propios como Fahrudin Jusufi, Milan Galić, Ante Žanetić o Bora Kostić. Como siempre, lo interesante de la selección yugoslava era la gran heterogeneidad de sus futbolistas. Entre sus filas, aunque predominaban los serbios y los croatas, también podíamos encontrar bosnios, macedonios… Era el lugar que resumía muy bien la composición interétnica de un país cuya mayor seña de identidad era precisamente esa: la coexistencia de los eslavos del sur.
La primera Eurocopa de la historia se disputó en el año 1960, pero tenía un formato muy distinto al que conocemos hoy en día. Por así decirlo, los octavos y los cuartos de final formaban parte de la fase de clasificación, por lo que se jugaban a ida y vuelta en los dos países que se enfrentaban. Una vez llegaban las semifinales, se jugaba una especie de final four en el país anfitrión. En el caso de 1960, sería Francia el país que acogería la primera edición de la Eurocopa.
El 31 de mayo de 1959 empezaría la fase de clasificación de Yugoslavia, casi un año antes de la final four. Sería en un derbi balcánico contra los vecinos del este, Bulgaria. La ida se jugaría en el Estadio del Ejército Popular Yugoslavo (JNA), el estadio del Partizan. Los yugoslavos vencerían por 2-0 con goles de Galić y Tasić.
La vuelta, disputada el 25 de octubre en el Vasil Levski de Sofía, finalizaría con empate a uno. Diev adelantó a los búlgaros en el minuto 50, pero Mujić neutralizó la renta rápidamente para meter a Yugoslavia en los cuartos de final. Los cuartos de final emparejaron a Yugoslavia con la selección de Portugal. La ida se jugó en Lisboa el 8 de mayo de 1960 y finalizó con victoria por 2-1 para los portugueses. Santana y Matateu pusieron el 2-0 en el marcador, pero Kostić fue capaz de reducir distancias en el 81 y dejar la eliminatoria muy abierta.
La vuelta en Belgrado supuso una nueva gesta para Yugoslavia. Šekularac ya había igualado la eliminatoria a los 8 minutos, pero Cavém empataría el partido a la media hora. Čebinac puso el 2-1 antes del descanso y, en la segunda parte, llegó el tornado yugoslavo. Kostić, por partida doble, y Galić se apuntaron a la fiesta para colocar un contundente 5-1 en el marcador. De esta manera, Yugoslavia se había clasificado para disputar la final four de Francia.
Las semifinales emparejaron a Yugoslavia con los anfitriones. El encuentro con la selección francesa se disputaría en el Parc des Princes de París y acabaría siendo, sin ninguna duda, el partido más emocionante de todo aquel certamen. Yugoslavia se adelantó a los 11 minutos con un golazo de Galić por toda la escuadra. Pero Francia igualó la contienda un minuto después con un centro chut de Jean Vincent. Justo antes del descanso, un gran disparo desde la frontal de François Heutte ponía el 2-1 en el marcador.
Poco después de la reanudación, Maryan Wisniewski anotaba el 3-1 tras culminar una gran jugada de ataque del seleccionado francés. Yugoslavia se revolvía dos minutos después y Ante Žanetić ponía el 3-2 tras rematar de cabeza un centro desde la izquierda. Pero, en el 62, Heutte volvía a ampliar la ventaja para los franceses poniendo el 4-2, que parecía definitivo.
Sin embargo, la selección yugoslava no se vino abajo. Cuando todo parecía perdido, en el 75, Tomislav Knez colocaba el 4-3 tras un chut en el que una pifia del portero francés Georges Lamia ayudó inestimablemente. Y, en dos jugadas prácticamente sucesivas, los yugoslavos dieron la vuelta al partido, con dos tantos de Dražan Jerković. Yugoslavia estaba en la final tras una heroica remontada contra los poderosos anfitriones de aquella Eurocopa.
La final de aquella Eurocopa se disputaría en París ante uno de los grandes rivales de Yugoslavia, la Unión Soviética. Aunque tras la muerte de Stalin las relaciones entre ambos países se habían suavizado, el no alineamiento de Yugoslavia con el bloque comunista seguía siendo polémico y convertía aquella final en algo que iba más allá de lo futbolístico.
En lo estrictamente deportivo, la final empezaría muy bien para los yugoslavos, que se adelantarían poco antes del descanso con un remate de cabeza de Galić. Sin embargo, los soviéticos empatarían en la segunda parte merced a un remate de Metreveli ante un rechace del portero yugoslavo. El partido se iría a la prórroga, donde la Unión Soviética anotaría el 2-1 definitivo gracias a un cabezazo de Ponedelnik.
La URSS pasó a los libros de historia como la primera ganadora de una Eurocopa, pero hay que reconocer el gran mérito de una Yugoslavia que había llegado a la final sin tener siquiera el papel de candidata a llegar tan lejos. Aquella Eurocopa fue la carta de presentación de un combinado futbolístico que podía aspirar a todo.
Y es que, aquel año, la selección de Yugoslavia no solamente disputó la Eurocopa. También tuvo que jugar los Juegos Olímpicos de 1960. El grueso de los jugadores que participarían en los Juegos Olímpicos sería el mismo que en la Eurocopa, aunque también entrarían algunas revelaciones que empezaban a despuntar como el portero Milutin Šoškić.
Primero tuvieron que superar una fase de clasificación, donde fueron emparejados con Israel y Grecia. Los yugoslavos vencieron con contundencia a Grecia por 4-0 y 0-5. Contra Israel no serían capaces de ganar (2-2 y 1-2), pero los israelíes no fueron capaces de doblegar a Grecia en los dos partidos, por lo que la diferencia de goles favoreció a los yugoslavos.
Una vez en Italia, los yugoslavos fueron emparejados en la fase de grupos con Egipto, Turquía y Bulgaria. Solamente los líderes del grupo pasaban a la siguiente ronda. Tras golear por 6-1 a Egipto y por 4-0 a Turquía, se enfrentaban en la última jornada a Bulgaria. Los búlgaros también habían ganado a las otras dos selecciones, pero no por tanta diferencia como los yugoslavos, así que el derbi balcánico de la última jornada era decisivo.
En aquel partido, Yugoslavia se colocó 3-1 en el marcador en el minuto 70. Una heroica reacción permitió a Bulgaria igualar el partido, pero no lo suficiente para colocarse como líder de grupo.
En la final four, Yugoslavia volvió a enfrentarse en las semifinales contra la anfitriona, en este caso, Italia. El partido acabó con empate a 0 y, en la prórroga, Galić adelantó a los suyos. Italia reaccionó rápidamente colocando la igualada por medio de Paride Tumburus. Con ese empate acabó el partido. Lo más curioso es que, en aquella época, no había tanda de penaltis, así que el desempate se resolvía a cara o cruz. Y la suerte sonrió a Yugoslavia, que llegó a la final.
Sin embargo, no fue únicamente la suerte lo que llevó a Yugoslavia a ganar el oro en aquellos Juegos Olímpicos. El 10 de septiembre, en Roma, los yugoslavos se enfrentaron a Dinamarca. Y a los 10 minutos, Yugoslavia ya ganaba por 2-0 gracias a sendos goles de Galić y Matuš. Para redondear aquella enorme actuación, Kostić anotaba el 3-0 en el minuto 70. En los instantes finales, Dinamarca recortaba distancias, pero solamente serviría para maquillar el resultado.
Yugoslavia había obtenido la medalla de oro en los Juegos Olímpicos, consagrando su dulce momento y resarciéndose de la dura final de París. Tras ser finalista de la Eurocopa y ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos, 1960 fue el año en el que Yugoslavia empezó a forjar su nombre en la historia del fútbol.