Fútbol histórico: El Motín del Hesperia, negro episodio en la historia del Barça | OneFootball

El mandato de Núñez pasó por una crisis institucional tras la rebelión de la plantilla blaugrana contra el presidente, pidiendo públicamente su cabeza en el hotel Hesperia

Uno de los episodios más negros en la historia del Barça. Si ahora ya vemos al equipo en crisis, es porque no vivimos este momento. Nos encontramos en la temporada 1987/88. Tras la famosa liga del playoff, donde el Barça de Venables no logró levantar el título quedando tres puntos por debajo del Real Madrid, empieza una nueva temporada. Se venía de haber perdido en Sevilla ante el Steaua de Bucarest en la temporada 85/86, por lo que el club no atravesaba su mejor momento.

Una temporada turbulenta

Una era de sequía y varias decepciones tenían al Barça tocado, pero las cosas no fueron nada bien en el inicio de temporada con Venables. Se empezó ganando en el Insular ante Las Palmas con un gol de Mayé en propia meta, pero entonces encadenaron tres derrotas consecutivas. Sevilla, Espanyol y Valencia ganaron a un Barça que se situaba en penúltima posición. Venables, con el futuro en el aire, se la jugaba en San Mamés, pero fue una semana de lo más intensa en el club que acabó dando un giro antes del partido ante el Athletic.

El inglés decidió dar descanso a sus jugadores, marchándose a Londres, y tras escuchar unas palabras de Núñez: “hoy es el entrenador, mañana no sé”, decidió volver, pero era ya demasiado tarde, estaba cesado. Se empezaron a manejar opciones, y el elegido fue Luís Aragonés, que eligió a Carles Rexach como su segundo. Papel complicado para el Sabio de Hortaleza, que apenas sin tiempo para preparar el partido se tuvo que hacer cargo con el equipo. Con apenas dos entrenamientos, fueron a San Mamés, donde cayeron 1-0.

No consiguió hacer del Barça un equipo regular y pese a ser liderados por Schuster y Lineker (los dos extranjeros), el Madrid acabó sacándole hasta 23 puntos de distancia en liga. La afición, descontenta, desertó del estadio, por lo que el apoyo cada vez era menos y se pedían ya unas elecciones. En Europa las cosas tampoco fueron bien. Juegan la Copa de la UEFA, ya que a la Copa de Europa solo iba el campeón de liga. Llegaron a cuartos con problemas, sobreviviendo ante OS Balenenses, a Dinamo de Moscú y Flamuntari. Allí se acabó la tontería, y el Bayern Leverkusen les eliminó (acabarían ganando en la final al Espanyol de Javier Clemente).

De hecho, la eliminatoria ante el cuadro alemán fue un desastre. Tras empatar a cero en la ida, cayeron por 0-1 en el Camp Nou, donde Schuster falló un penalti que hubiera significado el empate. El estadio estalló contra él, llamándolo incluso “nazi”, y el respondió con un corte de mangas hacia los aficionados. Una imagen que resume esa temporada, pero todavía quedaba la guinda del pastel. Bien es cierto que se ganó la Copa del Rey jugada en el Bernabéu ante la Real Sociedad, levantando la confianza, pero la tensión entre futbolistas y directiva estaba a punto de explotar.

Una final donde la Real llegaba en una de sus mejores épocas. Habían conseguido eliminar al Real Madrid goleando en semifinales, por lo que eran favoritos al título. Pese a ello, salió Luis Aragonés a reivindicar a su equipo, un gesto que se ganó plenamente la confianza de sus jugadores. De hecho Aragonés había pasado por un cuadro depresivo durante un pequeño tramo de esa misma temporada, y el hecho de levantarse y confiar en el triunfo fue un gesto más de los que han llevado a la historia del fútbol español al Sabio de Hortaleza.

Se produce el Motín

Pero ahora sí, que pasó en el Motín del Hesperia. Hemos hablado del contexto de esa temporada, y aunque pueda parecer que con la Copa del Rey quizá las cosas se calmaban, pasó todo lo contrario. Los jugadores, que se sintieron fuertes, decidieron desafiar a Núñez, con el que llevaban tiempo en desacuerdo por temas económicos. La cuestión era la siguiente: los jugadores sufrían unas inspecciones de Hacienda, que les quitaba la mitad de lo que cobraban, y todo se destapó cuando el contrato de Schuster (que estaba negociando con el Real Madrid) se filtró. Habian cosas que no cuadraban, ya que se había dado a entender que el alemán cobraba 50 millones, y allí solo figuraban 25.

El club había decidido un modelo de contrato que se dividía en dos, y en cada uno de ellos se tributaba un alto porcentaje. Alexanco, Moratalla, Víctor y Zubizarreta respondieron a ello entablando negociaciones con Joan Gaspart, quien les decía que todo ese problema se solucionaría. Varias reuniones de las que Aragonés hacia la vista gorda (los jugadores llegaban tarde a los entrenamientos muy frecuentemente), pero tras la final de copa dijeron basta. Núñez cogió el toro por los cuernos y rechazó las peticiones de sus jugadores, e indignados, decidieron actuar.

Era jueves 28 de abril. Los jugadores del primer equipo citaban a los medios de comunicación en el Hotel Hesperia (curiosamente propiedad de Joan Gaspart). En la sala de conferencias se encontraban veintidós jugadores sentados. Solo faltaban Lineker, Schuster y el canterano López-López, recuperándose de una operación. Alexanco, empezó a leer un comunicado. En este denunciaron la relación con el presidente del club, y ya no solo por el problema económico, sino que incluso no se había atrevido a bajar al vestuario para felicitar a sus jugadores tras la consecución de la Copa. Una relación rota, pero que tuvo consecuencias negativas para los futbolistas.

El fracaso de la rebelión

La afición culé apoyó a Núñez, que no se dejó derribar, y a pesar de haber ganado el Real Madrid 2-0, el final de temporada fue de lo más surrealista. Primero de todo se decidió echar a Luís Aragonés, a quién no se le renovó. Acto seguido se hizo oficial la llegada de Johan Cruyff, la cual fue vista como la salvación para el barcelonismo. Pero la cosa no se quedó aquí. Se hizo una revolución en la plantilla, dando baja hasta a catorce jugadores: Calderé, Urruti, Rojo, Clos, Manolo, Covelo, Pedraza, Gerardo, López López, Víctor Muñoz, Moratalla, Nayim, Schuster y Amarilla. Tan solo se quedaron Zubizarreta, Migueli, Urbano, Robert, Julio Alberto, Salva, Cristóbal, Carrasco, Lineker y Alexanko.

Curiosamente fue Cruyff quien decidió quedarse con Zubizarreta y Alexanko, los líderes de la rebelión. Entonces Núñez rehízo la plantilla fichando a un total de doce futbolistas. Entre ellos estaba una generación de vascos que conseguiría hacer historia en el club. Ya sabemos lo que pasó años después, con el Dream Team. Rekarte, Begiristain, Bakero, Salinas y Goikoetxea fueron varios de los recién llegados al nuevo Barça de Cruyff.