Fondo Segunda
·17 de agosto de 2023
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·17 de agosto de 2023
Fernando Pacheco llegó al Espanyol con la enorme responsabilidad de tapar los problemas en la portería de un buque gigantesco abocado al desastre. Y, aunque finalmente no pudo evitar su hundimiento ante la presencia de un sinfín de fugas saliendo en todas direcciones, decidió acompañarlo en su descenso en busca de reflotarlo a la superficie nuevamente más pronto que tarde.
El crecimiento que viene experimentando la Segunda División española en los últimos años, discurre por una línea ascendente que, de momento, no parece estar cerca de encontrar su techo. El músculo económico o el calado histórico e institucional, que hasta hace no tanto sobresalían como factores decisivos a la hora de colocar a los distintos equipos en un orden condicionado por una estricta previsibilidad, han perdido fuelle con el paso de las temporadas para dar paso a una competición totalmente abierta y competitiva en la que todas las espadas permanecen en alto de principio a fin.
Y la del Albacete Balompié no pareció doblarse mínimamente ante la presencia de un clásico coloso de la categoría como es el RCD Espanyol de Barcelona que, si hace apenas tres temporadas exhibió una superioridad descomunal, en su vuelta a la competición pudo comprobar que algo, al menos, ha terminado por cambiar.
Una espesa neblina en el Carlos Belmonte enturbió la versión del cuadro perico en el día de su estreno. Si al final del encuentro pudo celebrar el primer punto cosechado en su casillero, fue, en buena parte, por Fernando Pacheco. El meta pacense ofreció un auténtico recital de paradas que se sucedieron unas tras otras superándose cada vez en términos de espectacularidad. Metió la mano en situaciones inverosímiles para interponerse en el destino del balón hacia el fondo de la red que muchos optarían por calificar como irremediable. Fernando Pacheco propuso un desafío directo a lo imposible que le llevó, incluso, a detener dos penaltis para hacerse un hueco en un lugar privilegiado del Salón de la Fama ante la desesperación de un Manu Fuster señalado como el testigo más cercano de una hazaña increíble.
Pacheco apareció como un destello de luz inesperado que aclaró el camino de su equipo hacia la obtención de un punto que superó los límites establecidos por un concepto puramente numérico para convertirse en absolutamente clave: no solo para iniciar la cuenta en la carrera hacia la cima sino, además, para irradiar un impulso de confianza al resto de sus compañeros en el emprendimiento de una nueva andadura en la Segunda División. El devenir del tiempo terminará por aclarar el futuro del RCD Espanyol que, hasta el momento, permanece del todo incierto. No obstante, en el hipotético caso de que termine por traspasar la puerta hacia el ansiado ascenso al final de la temporada, pocos se acordarán del hombre que salvó un punto crucial en un primer partido de la temporada relegado en el olvido ante la inevitable volatilidad del paso del tiempo. Y es por eso que, con la intención de inmortalizar este recuerdo, queremos que Fernando Pacheco sea el actor principal en el foco. El protagonista, sin discusión, de la foto de la semana.